El sonambulismo del Gobierno español en las fronteras de Ceuta y Melilla

Busca que Marruecos acepte a todos los inmigrantes nacionales y extranjeros expulsados de las dos ciudades ocupadas

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Rue20 español / Casablanca

 

El sonambulismo diplomático del Gobierno español no deja de sorprendernos. La Moncloa quiere encarrilar las relaciones casi rotas con Marruecos mientras está dormida. Las relaciones hispano-marroquíes están en un punto muerto, y la Moncloa no se atreve a lanzarlas, pero se atreve a pensar en lo que le interesa e importa.

 

España “quiere cambiar el trámite del asilo en Ceuta y Melilla para agilizar la devolución de los inmigrantes” desde las ciudades ocupadas de Ceuta y Melilla a Marruecos.

 

“El plan prevé que las peticiones se tramiten en un máximo de 10 días, como ocurre en los aeropuertos, pero depende de Marruecos para expulsar a todos los denegados”, informó el diario El País, muy cercano al Gobierno español.

 

En realidad, lo que hace el Gobierno español es “arrimar el ascua a su sardina”. La Moncloa está demasiado preocupada con su propio interés sin dedicar al otro ningún interés. Una propuesta que nace muerta, ya que ningún país podría aceptar la recepción de inmigrantes extranjeros expulsados a su tierra, y menos en las condiciones barajadas por la Moncloa si es cierta la información adelantada por El País.

 

“El plan, en el que se trabaja con vistas a la reapertura de fronteras con Marruecos, que aún no tiene fecha, exige una modificación de la ley de asilo y un despliegue de infraestructuras para retener a los solicitantes mientras se estudia su petición. Pero que funcione depende sobre todo de que Rabat acepte el retorno de todos los rechazados según se deniega su solicitud, la más complicada de las tareas”, explicó la misma fuente.

 

El Gobierno español sabe también que en las circunstancias actuales resulta complicado que el Gobierno marroquí acepte ese plan.

 

“Sin la colaboración de Marruecos, las dos ciudades acabarían asumiendo a los rechazados, que permanecerían bloqueados sin que puedan ser expulsados ni viajar al continente. El problema, explica una fuente involucrada en el proceso, es que “no existe consistencia en los plazos de aceptación de Marruecos ante las devoluciones forzosas que se pudieran producir”, señaló el El País.

 

 

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