Rue20 Español/Rabat
La política exterior de Argelia ha evolucionado de una cuestión bilateral con Marruecos a una estrategia de confrontación con varias naciones, como evidencian sus recientes crisis con Francia y España. Esta escalada está directamente vinculada a los avances diplomáticos de Marruecos, que ha logrado consolidar un apoyo internacional significativo en torno a su propuesta de autonomía para el Sáhara.
El éxito de Marruecos, fundamentado en una diplomacia de proximidad y en proyectos estratégicos como el gasoducto con Nigeria, ha desestabilizado a Argelia, que recurre a una política de confrontación para mantener su influencia en el discurso sobre el Sáhara. Este enfoque no solo afecta sus relaciones bilaterales, sino que también refleja un intento de desviar la atención de los problemas internos que enfrenta.
A medida que más países reconocen la viabilidad del plan marroquí, Argelia se ve cada vez más aislada, utilizando la cuestión del Sáhara no solo como un asunto de política exterior, sino también como una herramienta de distracción interna. Sin embargo, esta táctica está llevando al país hacia un callejón sin salida diplomático, mientras Marruecos sigue consolidando su posición como un líder regional influyente y estable.
Argelia deberá reconsiderar su postura y adoptar una política más constructiva si no quiere quedar marginada en el nuevo orden regional que se está configurando en el norte de África y más allá. La apuesta por la confrontación, en lugar de la cooperación, solo puede llevarla a un aislamiento cada vez mayor, mientras Marruecos sigue cosechando los frutos de un enfoque diplomático progresista y visionario, guiado con sabiduría por Su Majestad el Rey Mohamed VI. Pero ¿está realmente Argelia dispuesta a cambiar su curso, o persistirá en una estrategia que la mantiene bajo el control de un régimen militar obsoleto y anacrónico, alejándola del progreso y la estabilidad que tanto necesita para integrarse en la dinámica regional y globalactual?
