Rue 20 Español – Rabat
La última campaña de desinformación orquestada por Argelia en torno a la cuestión del Sáhara marroquí es un ejemplo más de la desesperada estrategia del régimen argelino para obstaculizar la verdad y consolidar su obsoleta narrativa en contra de la integridad territorial de Marruecos. Este episodio reciente, tras la reunión entre la ministra de Asuntos Exteriores de Eslovenia, Tanja Fajon, y su homólogo argelino, Ahmed Attaf, muestra claramente el fracaso de la diplomacia argelina en su intento de manipular la verdad para sus propios intereses.
Argel, en su eterna obsesión con el Sáhara marroquí, no ha dejado de utilizar la propaganda como su herramienta predilecta, retorciendo los hechos para hacer creer que cuentan con el respaldo de la comunidad internacional. En este caso particular, la maquinaria mediática argelina, con la complicidad de medios como AL24news, difundió falsamente que Eslovenia reafirmaba su apoyo al derecho de “autodeterminación del pueblo saharaui». Sin embargo, la verdad, respaldada por un comunicado conjunto entre Eslovenia y Marruecos, es muy distinta: Eslovenia apoya firmemente el proceso liderado por las Naciones Unidas.
Esta táctica de Argelia no es nueva. Una y otra vez hemos visto cómo el régimen argelino intenta encubrir sus propios fracasos internos, tanto económicos como sociales, desviando la atención de la comunidad internacional hacia la cuestión del Sáhara. Al hacerlo, buscan crear un enemigo externo y consolidar su poder interno, sacrificando cualquier atisbo de honestidad diplomática.
El problema fundamental de esta campaña de desinformación es su falta de credibilidad. Argelia continúa insistiendo en una narrativa que ha sido desmentida repetidamente, no solo por Marruecos, sino también por actores internacionales de peso. Desde el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sáhara hasta el creciente apoyo de países europeos y africanos a la propuesta de autonomía marroquí, Argelia se encuentra cada vez más aislada en su postura intransigente.
Más aún, mientras que Marruecos ha adoptado una diplomacia proactiva, basada en el desarrollo, la cooperación y el respeto mutuo, Argelia se aferra a una política de confrontación, utilizando su influencia en algunos medios y foros internacionales para tratar de sostener una narrativa que está condenada al fracaso. La realidad es que el régimen argelino sigue gastando enormes recursos para mantener su hostilidad hacia Marruecos, una obsesión que no solo ha empobrecido a su pueblo, sino que también ha dañado su imagen en el ámbito internacional.
Argelia, en su afán de enturbiar las aguas diplomáticas, parece olvidar que la verdad siempre prevalece. En este caso, el comunicado oficial esloveno desmiente categóricamente las pretensiones argelinas y refuerza la postura de Marruecos como el actor más razonable y pragmático en la búsqueda de una solución duradera al conflicto del Sáhara. Al final, queda claro que la diplomacia argelina, anclada en el pasado, está condenada a fracasar frente a la realidad innegable del avance diplomático y económico de Marruecos en la región y en el mundo.
Es hora de que el régimen militar de Argel se enfrente a la realidad y ponga fin a sus infructuosos intentos de desinformación. Marruecos, firme en la defensa de su soberanía, seguirá avanzando hacia un futuro próspero, mientras que Argelia, si no cambia de rumbo—aun cuando resulta impensable bajo la actual cúpula de poder—quedará inevitablemente relegada a la periferia de la historia.