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lunes, octubre 14, 2024

África y América Latina: Una Alianza Estratégica para Afrontar los Desafíos Globales del Siglo XXI, con Marruecos como Puente

Rue20 Español/ Alhucema

Por Fikri Soussan


El futuro depende de lo que hacemos en el presente.

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Mahatma Gandhi

El mundo y el nuevo orden mundial que conocíamos ya no es lo que era. Las mutaciones planetarias que han tenido lugar han reconfigurado una nueva realidad donde Asia, especialmente China, está poniendo su visión en primer plano mundial. Mientras la rivalidad geopolítica protagonizada por China y EE. UU. continúa marcando el actual nuevo orden internacional, Occidente parece estar quedando al margen. En este escenario, África, con Marruecos como uno de sus abanderados, y América Latina están dispuestos a afrontar los nuevos desafíos globales de forma conjunta. El objetivo no es otro que avanzar guiados por la Historia compartida hacia un futuro más equilibrado, construyendo sobre una base sólida de experiencia compartida.

La historia ha tejido lazos profundos entre África y América Latina, reflejados en la cultura, los valores y las tradiciones que comparten ambas regiones. Brasil, por ejemplo, destaca como un testimonio vivo de esta conexión, con una parte importante de su población vinculada a ancestros africanos. Sin embargo, más allá de las huellas del pasado, lo que realmente une a África y América Latina hoy en día es su capacidad para superar los desafíos históricos y desarrollar sus propios valores y perspectivas, basados en la resiliencia, la diversidad y el compromiso con un futuro próspero.

En la coyuntura actual, África y América Latina tienen una oportunidad única para reforzar y ampliar sus relaciones. Este es un momento crucial para evaluar y revitalizar sus conexiones a través del Atlántico, aprovechando su enorme potencial estratégico y los objetivos comunes que comparten, como el desarrollo sostenible, la innovación y la estabilidad. Marruecos, como puente natural entre África y otras regiones del mundo, gracias a la iniciativa atlántica liderada por SM el Rey Mohamed VI, puede desempeñar un papel clave en esta nueva etapa de cooperación, facilitando el intercambio de conocimiento, comercio y alianzas estratégicas que beneficien a ambos continentes.

Para aprovechar esta oportunidad única, es esencial que África y América Latina profundicen aún más en sus vínculos económicos y comerciales. Hasta ahora, las exportaciones latinoamericanas hacia África han crecido tímidamente, y el comercio bilateral sigue siendo limitado. Es fundamental que las empresas de ambas regiones vean el potencial de trabajar juntas, explorando sectores más allá del petróleo y los productos básicos. Los países africanos, por su parte, tienen mucho que ofrecer a América Latina en términos de materias primas, pero también en productos manufacturados. Es hora de diversificar y crear más oportunidades para el comercio y la inversión. Parte de este esfuerzo debe centrarse en establecer memorandos de entendimiento sobre cadenas de valor globales, permitiendo que ambos continentes se integren de manera más eficiente en la economía mundial, impulsen sus sectores clave y generen nuevas oportunidades de inversión y desarrollo compartido.

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Marruecos, en su rol de puente entre África y América Latina, ha dado pasos significativos hacia una mayor estabilidad política y económica, consolidándose como un actor clave en el escenario internacional. Su compromiso con África va mucho más allá de una simple relación geográfica o histórica. Como lo expresa SM el Rey Mohamed VI: África, para Marruecos, es mucho más que una pertenencia geográfica y unos vínculos históricos. En realidad, evoca sentimientos sinceros de afecto y consideración, profundos lazos humanos y espirituales, y relaciones de cooperación fructífera y solidaridad concreta. En definitiva, África es la extensión natural y la profundidad estratégica de Marruecos”. Este enfoque, basado en la estabilidad y el desarrollo compartido, ha permitido a Marruecos impulsar una buena gobernanza que, a su vez, ha generado un crecimiento sostenido. Esto lo convierte en un socio cada vez más atractivo y confiable para América Latina.

La estabilidad de Marruecos crea un entorno propicio para que ambos lados del Atlántico fortalezcan sus lazos, con enormes beneficios potenciales. La colaboración en áreas clave como la seguridad alimentaria, el desarrollo agrícola y la innovación tecnológica no solo puede generar nuevas oportunidades económicas, sino también permitir que África y América Latina enfrenten juntos los grandes desafíos globales, como el cambio climático y la sostenibilidad. Ambos continentes tienen mucho que ganar al trabajar estrechamente, construyendo un futuro compartido basado en el respeto mutuo y el progreso común.

América Latina, a su vez, con su diversidad de países en vía de desarrollo y economía en transición, es un terreno fértil para la diplomacia económica y humanitaria que ha cultivado en África. La región busca nuevos socios que puedan ofrecer inversiones y transferencias de savoir-faire en sectores clave como infraestructura, agricultura y energía renovable, áreas en las que Marruecos ha tenido éxito.

Además del apartado económico y comercial, esimportante que África y América Latina trabajen juntos para reformar las instituciones internacionales, como la ONU, el Banco Mundial y el FMI. Estas organizaciones aún reflejan un mundo post-GuerraFría, pero deben ajustarse a la realidad actual. África, con su notable transformación en las últimas décadas, merece un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. En este contexto, Marruecos emerge como el mejor representante de África en estas instituciones internacionales, gracias a su liderazgo regional, su estabilidad política y su papel estratégico en el continente. El compromiso de Marruecos con el desarrollo africano y su capacidad para forjar alianzas internacionales sólidas lo posicionan como un actor clave en la defensa de los intereses del continente.

América Latina debe apoyar a África, y en particular a Marruecos, en este esfuerzo, ya que juntos pueden amplificar su influencia y tener una voz más fuerte en los foros internacionales. Ambos continentes, al trabajar de manera coordinada, no solo pueden fortalecer su representación en estas instituciones, sino también promover un orden mundial más inclusivo y equilibrado.

Otra área clave de cooperación es la académica y científica. Es esencial crear más oportunidades para que estudiantes, investigadores y profesores de ambos lados del Atlántico puedan compartir conocimientos, experiencias y soluciones innovadoras. El intercambio de ideas, así como la creación de redes académicas y científicas, será fundamental para afrontar los grandes retos del futuro, como la crisis climática, las enfermedades tropicales, la seguridad energética y alimentaria. Además, estas colaboraciones permitirán que tanto África como América Latina desarrollen capacidades locales y fortalezcan su autonomía en sectores estratégicos, promoviendo el desarrollo de tecnologías sostenibles y soluciones adaptadas a sus realidades. La cooperación académica no solo impulsará el progreso científico, sino que también fomentará un diálogo intercultural que fortalecerá aún más los lazos entre ambos continentes.

El siglo XXI está marcado por la competitividad global, y tanto África como América Latina deben estar preparados para enfrentarlo. No se trata solo de mantener su relevancia como potencias agrícolas, sino también de convertirse en líderes en innovación tecnológica y en el desarrollo de soluciones locales a sus propios desafíos. Para lograrlo, es fundamental que estas regiones inviertan en la construcción de sociedades basadas en el aprendizaje continuo, en las que el conocimiento y la investigación científica sean motores del desarrollo. La creación de economías basadas en el conocimiento permitirá a ambos continentes integrarse de manera más eficiente en la economía global y, al mismo tiempo, generar respuestas innovadoras y sostenibles a problemas como el cambio climático, la seguridad alimentaria y la transición energética. África y América Latina tienen el potencial para liderar este cambio siempre y cuando fortalezcan sus capacidades y fomenten una cultura de innovación que trascienda fronteras.

Es igualmente importante maximizar la cadencia de esta cooperación, aun a sabiendas de que queda mucho por hacer. Para que esta cooperación sea realmente efectiva, es fundamental ir más allá de los discursos políticos y centrarse en acciones concretas que fomenten el comercio y las inversiones. Como bien dijo Benjamin Franklin, “bien hecho es mejor que bien dicho”, una afirmación que refleja perfectamente la urgencia de implementar una estrategia internacional que estimule al empresariado de ambos lados a invertir de manera conjunta en proyectos productivos que generen empleo, innovación y desarrollo sostenible. Asimismo, se deben crear mecanismos que faciliten el intercambio de conocimientos y tecnologías, y promover la integración de mercados para que esta cooperación trascienda las fronteras nacionales y se traduzca en un verdadero crecimiento económico mutuo. Solo a través de una colaboración pragmática y sólida se podrá construir una relación duradera que beneficie tanto a América Latina como a África.

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Marruecos, como líder en África, está en una posición privilegiada para actuar como puente entre ambos continentes. Su papel activo en la diplomacia internacional, su compromiso con el desarrollo del continente y su capacidad para forjar alianzas estratégicas lo convierten en el socio ideal para liderar esta colaboración. Marruecos ha demostrado ser un ejemplo de estabilidad y crecimiento, lo que le permite representar eficazmente a África en los foros internacionales y promover sus intereses en instituciones clave como la ONU, el Banco Mundial y el FMI.

El momento de actuar es ahora. Tanto África como América Latina están llamadas a enfrentar juntos los desafíos del siglo XXI, que van desde la competitividad global hasta la innovación tecnológica y la sostenibilidad ambiental. Una alianza sólida entre ambos continentes no solo permitirá superar estos retos con éxito, sino que también los posicionará como actores clave en el nuevo orden mundial. África y América Latina, con Marruecos como líder destacado, tienen la oportunidad de construir un futuro compartido basado en sus valores, ambiciones y aspiraciones comunes, asegurando así su protagonismo en el escenario global.

El difunto Su Majestad el Rey Hassan II tenía mucha razón al afirmar: Marruecos es un árbol cuyas raíces se hunden en África y cuyas ramas se extienden hacia Europa. Hoy podríamos añadir: ¿y por qué no también hacia América Latina?

 

 

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