Rue20 Español/ Rabat
Francia se esfuerza en subrayar la relación «excepcional» que mantiene con Marruecos, en vísperas de una visita a ese país de Emmanuel Macron a comienzos de 2023, mientras los dos estados se han lanzado a «una hoja de ruta ambiciosa» que pretende proyectarse en los diez a veinte próximos años.
Este es el mensaje de la portavoz del Ministerio francés de Exteriores, que en una conferencia de prensa este miércoles, insistió en destacar que el desplazamiento la pasada semana a Rabat de la jefa de la diplomacia, Catherine Colonna, sirvió para «poner en marcha una hoja de ruta ambiciosa» en esa relación bilateral.
Una hoja de ruta que, según la portavoz francesa, pretende servir para que los dos países se proyecten en el futuro, «en los diez a veinte próximos años».
Explicó que durante su viaje a Rabat, donde se entrevistó con el ministro marroquí de Exteriores, Naser Burita, Colonna estuvo preparando la visita de Macron a Marruecos, de la que se sabe que se celebrará durante el primer trimestre del año próximo, aunque no se ha fijado una fecha precisa.
También indicó que se habían tratado «todas» las cuestiones relativas a la relación bilateral que -destacó- es «extremadamente rica».
«Compartimos con Marruecos una visión multilateral del orden internacional basado en el derecho» y a partir de ahí Francia quiere trabajar con Marruecos en «todos los desafíos globales», en particular en los que más conciernen a África, dijo la portavoz francesa.
En Rabat, Colonna reiteró su posición de apoyo al plan marroquí de autonomía para el Sáhara y, con carácter general, mostró su disposición para que los dos países escriban una nueva página en su relación en la que «se apoyen el uno en el otro».
La relación se ha visto, no obstante, enturbiada en los últimos tiempos, por las filtraciones a la prensa de que Marruecos había utilizado el programa Pegasus para espiar a personalidades francesas, incluido Macron -algo negado tajantemente por Rabat-.
También por la voluntad de Francia de acelerar la devolución de marroquíes con órdenes de expulsión, que han estado casi congeladas desde el comienzo de la crisis del coronavirus, bajo la amenaza de restringir la concesión de visados. EFE
