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jueves, octubre 10, 2024

Altamirano: El eje España, Portugal, Marruecos e Iberoamérica es una necesidad

 

Rue20 Español/Málaga

 

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Pedro I. Altamirano

 

Cuando recién pactada la entrega de las llaves de Granada a los Reyes Católicos el dos de enero de 1492, Cristóbal Colón no andaba muy lejos de la escena. Esperaba que la Reina Isabel cumpliera su promesa de atender la petición del navegante con respecto a la empresa de la búsqueda de una nueva ruta hacia las indias occidentales por el Atlántico. La Reina cumplió con su palabra y el 17 de abril de 1492 en la localidad de Santa Fe, a las afueras de Granada, se firman los acuerdos alcanzados con Cristóbal Colón en lo que se conoce como “Las Capitulaciones de Santa Fe”. La “conquista de América” estaba en marcha.

 

Colón logró por la intermediación de los frailes de La Rábida, conocer a los prestigiados marinos del clan Pinzón de Palos y a los Niño de Moguer. Éstos resultaron decisivos a la hora de reunir a los noventa hombres que se requerían para tripular los barcos y el avituallamiento necesario para tan larga expedición. «En la tarde del 2 de agosto embarcaron las tripulaciones. Al día siguiente, bien temprano, comulgó Colón y se embarcó en seguida. En el nombre de Jesús dio orden de levar anclas y largar los aparejos. Faltaba media hora para la salida del sol, y los gallos de Palos no cantaban aún».

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La mayoría de los marineros eran andaluces, y por tanto con profundas raíces culturales musulmanas adquirida tras siglos de islamización de la península ibérica, por lo que fácil suponer que portaron con ellos esas costumbres y tradiciones de origen musulmán que compartirían allá donde llegaban. Sin olvidar el profundo origen evangelizador cristiano de la empresa americana, hay que separar muy bien religión de cultura y costumbres. Por lo que de modo claro, la transmisión del gran al-andalús viajó con Colón hacia el nuevo continente.

 

Esto visualiza de forma mínima, el fuerte arraigo americano de la cultura andalusí que permanece en toda Iberoamérica, y cuando digo andalusí, digo bien, con toda la carga de cultura y tradiciones que compartimos tanto en la actual península ibérica, España y Portugal, como Marruecos y países iberoamericanos. Esto, que bien pudiera parecer baladí, hoy se configura, o de ese modo lo creo, como un verdadero hilo conductor, ya no solo cultural, sino de motor económico Atlántico que no debemos dejar pasar.

 

El triángulo España, Portugal, Marruecos e Iberoamérica debe consolidarse a todos los niveles. Las relaciones España-Portugal con los países americanos deja mucho que desear por desgracia, y debe ser impulsado de forma inmediata para no perder influencia ante los Estados Unidos, Rusia o China, pero del mismo modo, es de interés para nuestros hermanos americanos el seguir vinculado con Europa y África para no perder identidad. Marruecos es por tanto la tercer elemento para relanzar y profundizar en el triángulo Atlántico. Hacer del Atlántico un área de desarrollo propio sin “demasiadas” influencias de los intereses de las grandes potencias. Ahí radica la importancia del impulso de colaboración en la que se debe trabajar de forma conjunta y con un objetivo en común.

 

Marruecos comienza a trabajar de forma muy seria en este sentido. Se están realizando verdaderos esfuerzo y un gran trabajo diplomático con los países americanos. Como resultado podemos comprobar como comienzan a crecer las asociaciones civiles de amistad entra ambas orillas del Atlántico entre las que resalto la de México, o la más actual e importante con la República Dominicana entre otras. El esfuerzo debe continuar y, a través de la colaboración de lo que denominamos como Diplomacia Civil, verdadero motor socio económico del siglo XXI.

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Importante también que se impulse el aprendizaje del castellano en Marruecos. Hoy, la realidad es que el Francés es una lengua en franco desuso ante la importancia del Español y el Inglés, verdaderos motores de comunicación del futuro junto al chino y el árabe. En este sentido, el Instituto Cervantes debe tomar consciencia, y potenciar al máximo su implantación en Marruecos, de forma espacial en las provincias del sur, al margen de cualquier otra consideración de tipo político, la cultura debe separarse siempre de la política, y reforzar su capacidad de enseñanza del castellano en el país vecino. Pero del mismo modo, el Reino de Marruecos debe comenzar a priorizar el estudio del Castellano e Inglés para garantizar el futuro de sus jóvenes generaciones que, sin duda, están llamadas a ser los verdaderos protagonistas de este cambio tan importante para Marruecos, España, Portugal y los países iberoamericanos, sin olvidarnos de la importancia de Italia para completar el proyecto.

 

 

 

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