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viernes, abril 19, 2024

José Larrucea Garma, introductor del estilo Art- Déco en Tetuán

 

Rue20 Español/FEZ

 

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Mustafa Akalay Nasser

 

 

In Memóriam.

A la memoria del Extremeño-Larachense

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 Diego Trujillo Galán,

¡Que los dioses le sean propicios!

 

 

Entre los arquitectos que intervienen durante todo este periodo, para nosotros José Larrucea Garma es el personaje más emblemático de una tendencia Art -Déco, en la que la arquitectura oscila entre la tradición y la modernidad, una oscilación en cuyo seno podemos encontrar la fusión entre la cultura del norte y la cultura del sur. Precisamente el predominio de una u otra es lo que matiza los distintos proyectos al pasar de la mera apropiación de la tradición, cercana al mimetismo, a su superación hacia lo que podríamos denominar una arquitectura mediterránea.

 

El Art-Déco en arquitectura vino a reflejar las mismas contradicciones al pretender una búsqueda de la modernidad a toda costa, sin alterar las esencias de una arquitectura entendida como ornamento y elegancia. Muchas ciudades buscaban precisamente esa imagen de modernidad en sus arquitecturas Art-Déco. Ciudades europeas, pero curiosamente y sobre todo ciudades de América, África y Asia que se tomaban una cierta revancha sobre el viejo continente en los desenfrenos ornamentales y en los recubrimientos fulgurantes de dicho estilo. Al igual que los arquitectos eclécticos del siglo anterior, el arquitecto José Larrucea Garma parte de una aprehensión o recelo formal (y en cierta medida “estilística”) en la que la arquitectura marroquí es una metáfora racional.

 

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Esta postura será predominante en toda la arquitectura colonial ecléctica y pintoresca, en la que todo un aparato decorativo penetrará en mayor o menor profundidad en las tipologías y modelos espaciales de Occidente.

 

En la trayectoria profesional de José Larrucea Garma son significativos los contactos que mantuvo con el Marruecos jalifiano, desde que en 1923 se mudó a Ceuta y unos años después fue destinado al servicio de construcciones civiles de la delegación de fomento de la Alta comisaría de Nador donde realizó varios proyectos para la zona oriental. En 1927 fue nombrado jefe del servicio de construcciones civiles de la región Lucus (Larache) tal como lo relata el diario marroquí en lo que sigue:

 

“Este Servicio, se encuentra bajo la jefatura del joven arquitecto don José Larrucea, y data su organización del año 1927. Pasan de seis millones de pesetas, las que este servicio técnico de la alta comisaría, lleva empleadas en obras civiles del Majzén: Escuelas, hospitales, mercados, municipios, cárceles, correos y telégrafos, todas las construcciones, en fin, que, para la realización de la amplia labor del protectorado, necesitan los numerosos organismos dependientes de la Alta comisaría. Otra y muy interesante es también la misión de este Servicio regentado por el señor Larrucea: el encauzamiento estético del potencial constructivo urbano de la región occidental. Tiene, en fin, a su cargo este servicio, una labor grande y compleja, que, hasta el día, está llevando a cabo con gran acierto, merecedor de plácemes entusiastas, ya que el señor Larrucea, imprime a todas sus obras, un característico sabor, que armoniza bellamente el sentido moderno de la arquitectura, con lo que, por su luz y ambiente, exige el margen de estas ciudades de África…” (Diario Marroquí 1930).

 

Su carrera profesional que comenzó en la capital jalifiana Tetuán en los años 27 donde coincidió con una nueva orientación de la estética neo árabe, que se concretaba en una visión más moderna y relativamente austera en la decoración exterior, José Larrucea fue innovador en su tiempo, es un ejemplo de cómo se puede hacer compatible la tradición con la modernidad, conocedor profundo del Marruecos francés, José Larrucea manifiesta su gran admiración por el modo en que Francia ha asumido su papel tutor en el Marruecos bajo protectorado francés, tanto desde el punto de vista urbanizador como arquitectónico, bajo la dirección de Lyautey y Prost. Gracias a este talante por lo nuevo y por lo arabizante, Larrucea trasplantó el estilo de estado protector llamado “néo- mauresque” muy de moda entonces en el Marruecos francés al Tetuán jalifiano en una obra tan emblemática como el Banco de España:

 

societe generale
El Banco de Marruecos, hoy sede de société générale.

 

“Encajar su primera producción dentro del episodio neo-árabe es sin duda simplificar la obra de un arquitecto innovador, ya que es posiblemente el técnico que logra la más acertada síntesis entre la tradición y la modernidad; en concreto, busca la difícil unión entre las enseñanzas aprendidas en la escuela de Madrid con el mundo musulmán que se encuentra en Marruecos… En su obra del Banco de Estado de Marruecos donde se muestra más cercano a las modulaciones decorativas del estilo, que esconde una estructura de hormigón armado. En él destaca la entrada monumental con columnas, las arcadas, el uso de la forja geométrica y sobre todo la tercera planta individualizada cromáticamente con esgrafiados geométricos y un potente alero de tejaroz que remata el edificio. Formalmente Larrucea se muestra en este proyecto demasiado deudor del estilo neo árabe que se desarrollaba en el Marrueco francés y en que tiene pocos paralelos formales con lo realizado en el Marruecos jalifiano” (Antonio Bravo Nieto).

 

El caso de José Larrucea es paradójico si bien a nivel marroquí y aun español se ha registrado un interés creciente acerca de sus realizaciones, el conocimiento de su obra en la península se mantiene por debajo de la importancia que la misma reviste. El ejemplo más latente de este olvido u omisión es el ejercido por el historiador valenciano y máxima autoridad del Art-Déco en España Javier Pérez Rojas en su enciclopédico libro: En el Art- Déco de Tetuán o Larache, se pueden apreciar una diversidad de opciones, aunque curiosamente a pesar de estas proximidades allí no tiene tanto eco el Art- Déco de la exposición de 1925 quizás porque se asimila a una imagen muy francesa…

 

En Tetuán cabe destacar la presencia del arquitecto Casto Fernández Shaw que proyecta, entre otros edificios, el mercado y la equitativa. Además de la coincidencia generacional de José Larrucea con la escuela de Madrid, hay una serie de rasgos peculiares que lo unen a los más significativos representantes de la generación 25, una elite culta y cosmopolita formada por Fernando García Mercadal, Luis Lacasa Navarro, Manuel Sánchez Arcos, Martin Domínguez, Rafael Bergamín Gutiérrez, Luis blanco Soler, Casto Fernández Shaw. Todos ellos conforman un grupo de profesionales que se esfuerzan en sacar la arquitectura española de todas formas eclécticas, regionalistas e historicistas y acercarla a la arquitectura europea. Sus propuestas formales se tambalean entre el Art-Déco zigzagueante como aerodinámico, el racionalismo y la estética funcional-maquinista. Abarcar la historia del estilo Art-Déco en Tetuán, es una tarea bastante delicada, en la medida en que múltiples tendencias salieron a la luz simultáneamente alrededor de los años 1920 y 1930. En efecto, desde principios del siglo XX, asistimos a la proliferación del neo árabe como tendencia local y al mismo tiempo a un alineamiento de la arquitectura con las corrientes internacionales que prevalecían en aquella época.

 

Obras en Tetuán como los juzgados dan fe de una trayectoria marcada por el respeto de la tradición arquitectónica y el deseo de trascenderla, donde Larrucea utiliza una forma racional que hace referencia a una forma geométrica simple: el cuadrado, la diagonal, el semicírculo. De hecho, se trata de una simplificación ornamental que aspira a conservar tan sólo lo esencial para no provocar una ruptura ni con la cultura autóctona ni con la historia. Este edificio es ejemplo de una investigación arquitectónica elaborada en una atmósfera animada por la influencia de los maalems o maestros artesanos marroquíes los (fabricantes de mosaicos, ferreteros y carpinteros) sobre el arquitecto vasco.

 

La llamada arquitectura colonial de Tetuán no es sólo marroquí, sino que también se enmarca dentro de la arquitectura española, es fruto de una relación de mestizaje arquitectónico. Me parece muy importante hablar, en este contexto específico, no de arquitectura colonial o exportada sino de situaciones de mestizaje y mediación. Entre los mediadores culturales abiertos al cambio, conscientes de la propia cultura y de la cultura del otro, el artista aparece como la figura más emblemática, la más abierta al encuentro. Si definimos la arquitectura como una práctica social y artística, el arquitecto también puede aparecer como un intermediario, un mediador, un “traductor” de una cultura a otra.

 

 

Mustafa Akalay Nasser, director de Esmab. UPF de Fez.

 

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