RUE20 ESPAÑOL / RABAT
Mohamed Abou Omar
La crisis diplomática de gran envergadura, entre Rabat y Madrid, desatada por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y su ministra de Exteriores, Arancha Gonzales Laya, podría convertirse en el detonante que haría estallar el Gobierno español tarde o temprano. Todos los indicios indican que un posible terremoto podría golpear al Ministerio de Exteriores, sobre todo, la misma Laya quien se ha convertido en “el jugador” más señalado por la prensa, la Oposición y la opinión pública españolas.
Las últimas filtraciones sobre la operación- maniobra de la entrada clandestina y la hospitalización bajo identidad falsa al presunto líder del Polisario, Brahim Gali, en el hospital de Logroño (la Rioja) el 18 de abril pasado, demuestra que el Gobierno español fue instrumentalizado y presionado por Argelia.
Además de la complicidad del Gobierno español con Argelia al recurrir a la clandestinidad y la falsificación para acoger a un separatista y criminal que se pasa por presidente de una república ficticia
¿Cómo explica Sánchez a los españoles su opción por la falsificación y la clandestinidad para recibir a un supuesto “presidente”? Podría ser el caso Gali una pequeña fotografía de lo que está haciendo el Gobierno español de Sánchez e Iglesias al tratar, negociar y recibir a separatistas catalanes y acusados venezolanos… a espaldas de los españoles?
Con el paso de los días, la opinión pública española se da cuenta de la debilidad de la política exterior de Sánchez y su incomprensible apuesta por sacrificar las relaciones hispano-marroquíes por acoger a un líder del separatismo. ¡Un país afectado por el separatismo acaba apoyando el separatismo! Hasta la prensa española, reconoce el error garrafal de Sánchez y Laya al recibir a Gali por no molestar a Argelia.
Sánchez y su amiga ni supieron escuchar los consejos de su ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien les avisó de la arriesgada y peligrosa maniobra de acoger a Gali en un momento inadecuado regional e internacionalmente.
El diario “El Mundo” afirmó, hoy, en su versión impresa, que la tensión creciente entre Rabat y Madrid mantiene abierto y muy latente en el Ejecutivo y en el seno de la diplomacia española el debate sobre si la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, se equivocó al permitir la entrada del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en España”. Añade: “Distintas fuentes consultadas aseguran que fue un «error», en línea con la oposición mostrada por el propio ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que, como publicó este diario, incluso ofreció más alternativas.
Otras señalan a un fallo específicamente de la gestión, al secretismo con que Ghali entró en España, con un pasaporte diplomático argelino e ingresado en un hospital de Logroño con nombre falso”.
Parece que Sánchez fue mal asesorado o no quiso escuchar los consejos acerca de las consecuencias de recibir a Gali y de la opción por la descripción y no informar a Marruecos antes de su traslado de Argelia a la Rioja. Quienes defienden la postura de Sánchez destacan que fue una petición de Argelia, «nuestro principal proveedor de gas», y que «no podemos poner en manos de Marruecos nuestra relación con este país», aseguran miembros del Ejecutivo”.
Un diplomático señala a El Mundo que «Mohamed VI no va a decidir a quién acogemos en España» porque «llevamos atendiendo saharauis desde hace 35 años».
El Gobierno de Sánchez mezcla la supuesta injerencia de Marruecos en sus asuntos interiores y la necesidad de respetar la soberanía e integridad de un país vecino y amigo como Marruecos. Sánchez no puede negociar y recibir a los enemigos del pueblo marroquí, y, asimismo, pedir más cooperación y coordinación a Rabat en la lucha contra la inmigración y el terrorismo. La cooperación es un conjunto, y no solo inmigración.
“Argelia exigió a España «discreción, como en muchos casos». Aunque, matizan en el Ejecutivo, no fue realista pensar que los servicios de Inteligencia marroquíes no se iban a enterar, como sucedió”, explica El Mundo según sus fuentes.
Así, se asegura que Madrid maniobra a espaldas de Marruecos. ¿Qué diría Madrid si Marruecos decidiera recibir a uno de los líderes catalanes fugados y reclamados por la Justicia?
Siempre es necesaria la prudencia en este tipo de crisis entre los dos vecinos, pero es mucho más necesario quitar los elementos detonantes para volver a la normalidad.
Con Laya como ministra de Exteriores España está perdiendo peso y amigos en el extranjero. Para muchos Laya es «poco diplomática», con una autoridad que le impide ver cuándo es necesario tener «mano izquierda». Y esto, señalan en El Mundo, ha afectado a las relaciones con Marruecos.
Tiene poca sintonía con su ministro de Exteriores, Nasser Bourita, apuntan fuentes conocedoras, lo que dificulta aún más la solución de la crisis.
