Rue20 Español/ Rabat
Los marroquíes celebran este domingo Aíd al Adha o la Fiesta del Sacrificio, la más importante del calendario musulmán, pese a la subida global de los precios y una sequía a principios de este año que encareció los corderos.
Tras dos años de crisis causada por la pandemia, los marroquíes celebran la fiesta este año en una coyuntura más dura marcada por una subida de inflación a niveles inéditos, debido entre otras a la guerra en Ucrania.
Varios ciudadanos, consultados por Efe, se han quejado los pasados días de los precios de los corderos en medio de una subida del coste de vida en el país.
Los precios de los animales alcanzaron hasta 60 dirhams (5,8 euros) el kilo. Un carnero de 40 kilos por ejemplo puede costar 2.400 dirhams (230 euros), lo que supone una subida de casi un 20 % en comparación con el año pasado.
Pese a una abundante oferta (cerca de 8 millones de cabezas de ovinos y caprinos para una demanda estimada en 5,6 millones), los profesionales del sector atribuyen las subidas al precio del pasto, que se ha duplicado, y al coste del transporte por el aumento de las tarifas de los combustibles.
Pero esta situación no ha restado brillo a la celebración de la fiesta, y muchos marroquíes han hecho lo que podían para conseguir su cordero.
En Rabat, el ambiente de la fiesta comienza una semana antes con los balidos de los corderos desde diferentes edificios, además de los supermercados y tiendas que ofrecen los productos más demandados para la ocasión.
En el día del Aíd, los fieles acuden a las mezquitas para la oración de la fiesta e intercambiar los mensajes de felicitación antes de dirigirse a sus casas para dar comienzo al ritual del sacrificio.
Las calles de Rabat parecen desérticas ese día, casi solo se ve a los matarifes profesionales deambulando con sus cuchillos para ofrecer sus servicios.
Desde las azoteas o los patios de las casas, las familias observan como el matarife inmoviliza al animal en dirección de La Meca, según el rito musulmán, antes de degollarlo de un tajo y dejarlo desangrar hasta la última gota para posteriormente desollarlo.
Según la tradición musulmana, la fiesta conmemora la disposición del profeta Abraham a ofrecer la vida de su hijo como muestra de lealtad a Dios, que le recompensó con un cordero para se lo ofreciera en lugar de la vida de su propio hijo.
La mayoría de los países musulmanes celebraron la fiesta ayer sábado, por las variaciones del calendario lunar. EFE
