Rue20 Español/ Asunción
Ignacio Martinez
África fue el continente que más sufrió el colonialismo europeo. América Latina también sintió la violencia colonialista. En medio de dicha mano agresora, dos naciones mantienen un admirado espíritu de diálogo y paz pese al dolor y sangre que sintieron en sus propias tierras: Hablo de Marruecos y Paraguay.
Este comentario no tiene el propósito de instalar encono. Mucho menos busca revancha. El objetivo, como intento, es valorar la filosofía pacífica de marroquíes y paraguayos. Esa actitud armónica y conciliadora jamás fue modificada. Ni siquiera por los quebrantos y mutilaciones que soportaron en el paso de sus historias.
Vivimos una era donde hay una generación joven que debe asimilar en su entendimiento que la colonización tuvo consecuencias económicas, sociales y culturales duraderas. En algunas naciones de África, se mantiene ese proceder de control e injerencia. Para conocerla, solo es cuestión de la observación desapasionada y neutral.
Lo que queda como valor para la juventud actual, luego de esas terribles agresiones, es el discernimiento sobre el pasado, la conciencia crítica sobre el presente y la construcción de un futuro en que debe aunar esfuerzos en pro de la unión sobre coincidencias en este desafiante mundo del Siglo XXI.
La obsesión por la violencia en pro de la división territorial no cabe en este tiempo vigente. Por eso, es una contravención la pretensión de Argelia de arengar y mantener apoyo al Polisario en su intento de dar manotazo a una parte del Sáhara marroquí. Ya demasiado sufrió Marruecos con la usurpación, en su momento, de parte de las fuerzas europeas. Al contrario, lo que cabe, en éste nuevo tiempo, es la debida justicia, con la recuperación y legitimidad de lo suyo.
Basta con eso de pretender imponer valores y prácticas, que ayer fueron europeas, y que hoy quieran venir a querer gestarse entre conciudadanos del mismo continente. Toda África sabe de la inestabilidad política y la pobreza económica como consecuencias de las invasiones. Todo es muy nuevo aún de eso si comprendemos que recién en la segunda mitad del Siglo XX, una mayoría de las naciones africanas lograron la independencia.
Lo que debe ponerse en relieve como moraleja son las múltiples acciones emprendidas por Su Majestad el Rey a favor de África, aportando a diferentes órganos de la Unión Africana su experiencia y sus conocimientos para el desarrollo y la estabilidad del continente. Algo similar sucede con Paraguay, que emite constantes mensajes de ser tipo una visagra de fusión entre sus dos poderosos vecinos: Brasil y Argentina.
Insisto con la actitud del Reino en brindar apoyo a la liberación de los países africanos del yugo colonial y a la defensa de la unidad africana manifestada por la creación de la Organización de la Unidad Africana en 1963, de la que el Reino de Marruecos es uno de los fundadores. Así también Paraguay insiste en una unidad en su zona del Mercosur creado en Asunción, donde se integra con países que fueron parte de una Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay), que buscó su exterminio.
El mundo en su real vivencia debe valorar la postura pacifica de Marruecos y Paraguay en este Siglo conflictivo y complicado. Eso debe darse dentro de una globalidad donde ninguna nación tiene porque renunciar a su identidad. Por eso, de hecho, Marruecos nunca dejó de reafirmar su identidad africana instalando a África en el centro de sus decisiones estratégicas. En tanto Paraguay fortalece su sangre latina siendo el corazón de América del Sur.
