Rue20 Español/El Aaiún
El Abbas Tahri Joutey Hassani
Argelia siempre está a la vanguardia de las maniobras diplomáticas más extravagantes. Esta vez, la Copa Africana de Naciones (CAN) 2025 parece ser el último campo de juego de los caprichos políticos argelinos. De hecho, Argelia estaría considerando boicotear la competición organizada por Marruecos, porque un mapa que muestra el Sáhara bajo soberanía marroquí sería aparentemente demasiado difícil de digerir para nuestros vecinos del este.
Sí, la CAN 2025 podría convertirse en el escenario de una nueva crisis geopolítica made in Argelia. Si nos atenemos a los medios de comunicación argelinos, el asunto es grave. No se trata de una simple disputa deportiva, sino de una cuestión existencial para el Estado argelino: un mapa que incluye el Sáhara marroquí sería utilizado por los organizadores. Y ahí, es el apocalipsis para Argel.
Olvidemos a los jugadores, el juego bonito o incluso las reglas de la FIFA; lo que parece importar a nuestros vecinos es el mapa geográfico del torneo. Tal vez, para evitar cualquier malentendido, la CAF debería organizar partidos en ingravidez para sortear las cuestiones fronterizas.
Eso no es todo; los «rumores susurran» que algunos partidos podrían jugarse en ciudades de las provincias del sur marroquí en el Sáhara. Argelia no podría tolerar eso. ¿Los estadios? No. ¿Los mapas? Menos aún. Así que aquí estamos con una CAN 2025 transformada en una cumbre diplomática no oficial sobre el Sáhara marroquí.
¿Volvería Argelia a jugar la carta del boicot para transmitir sus frustraciones políticas? No sería la primera vez. Recordemos las memorables escenas de Argelia abandonando tal o cual reunión internacional, boicoteando foros económicos o encerrándose en una política de la silla vacía. Excepto que esta vez, es el deporte el que paga el pato; y ahí, una pregunta corroe las mentes: ¿por qué hacer simple cuando se puede hacer complicado?
Un boicot, por supuesto, podría servir para enviar un mensaje al mundo. Pero, ¿un mensaje de qué, exactamente? ¿Que Argelia prefiere sacrificar el fútbol, una de sus mayores pasiones, en el altar de su política exterior? Si la historia nos ha enseñado algo, es que la política de la silla vacía no suele llevar más que al aislamiento. Y, esta vez, el aislamiento podría ser costoso: sanciones de la FIFA, prohibiciones de participación en futuras competiciones, penalizaciones económicas… y una reputación internacional aún más deteriorada.
¿Síndrome de la silla vacía o cuando el deporte se sacrifica en el altar de la política?
La gran pregunta sigue siendo: ¿boicoteará Argelia realmente la CAN 2025? Todavía esperamos una declaración oficial de la Federación Argelina de Fútbol, pero el ambiente es pesado y la tensión palpable. Mientras tanto, sería una pena privar a millones de aficionados de una competición por disputas geopolíticas que parecen jugarse sobre mapas y estadios, en lugar de sobre el terreno de juego.
Ahí llegamos al corazón del absurdo. Porque, al final del día, son los jugadores, los equipos y los aficionados los que pagarán el precio de esta obstinación política. Entonces, ¿la verdadera pregunta no es: ¿para qué sacrificar el deporte, este terreno de unión, por cuestiones que pertenecen al ámbito político?
Así, nos encontramos ante un espectáculo en el que el fútbol, en lugar de ser un terreno de acercamiento, se convierte en un terreno de enfrentamiento simbólico. Entonces, ¿cederá Argelia a esta nueva «tentación» del boicot o acabará por unirse al juego? Mientras tanto, una cosa es segura: la CAN 2025 se anuncia más política que deportiva para el régimen militar argelino.
