Rue20 Español/Rabat
Adil Arbai
El anuncio oficial de la renovación del míster Walid Regragui para continuar como capitán del barco de los «Leones del Atlas» fue una ganancia en sí misma; dada la circunstancia que requiere continuidad y la situación que experimentan la mayoría de las selecciones del norte de África a nivel de dirección técnica que siguió a la eliminación de la primera ronda de la Copa Africana de Naciones de Costa de Marfil, 2023.
La llegada de los grandes eventos del fútbol nacional, especialmente la Copa Africana de Naciones, 2025, que nuestro país albergará en 15 meses, y la Copa del Mundo de Estados Unidos, 2026 —que será a su vez una cita para demostrar la valía y el estatus mundial que viene de la Copa del Mundo de Catar—, son todos eventos que requieren mantener la estabilidad a nivel técnico y la continuidad con la introducción de los ajustes necesarios para superar algunos desequilibrios y fallas que el Fouzi Lekjaa analizó con toda franqueza y realismo con el entrenador nacional, Walid Regragui.
Aferrarse a un estratega como Regragui es una ganancia antes de ser una decisión para garantizar la estabilidad y la continuidad; todo el mundo sabe que Regragui tiene una personalidad y un carisma fuertes, con los que pudo coronarse con el Wydad con la corona continental, y con el Fath Rabatí como con la liga catarí, es el mismo brillo y resplandor que demostró en el Mundial de Catar; junto a los Leones del Atlas que encontraron en él la pieza faltante para explotar todo lo que tenían en su haber en el camino de conquistar a los españoles y portugueses y llegar a la plaza de los grandes.
La reunión de Fouzi Lekjaa con Walid Regragui es un buen ejercicio democrático que no vivíamos —en la época oscura del fútbol marroquí—, para prepararnos de manera diferente para los próximos eventos, el primero de ellos es corregir y rectificar las fallas que fueron un obstáculo para el brillo de los Leones del Atlas en la Copa Africana de Naciones de Costa de Marfil, especialmente la derrota ante una selección débil que no tiene ni una cuarta parte del arsenal humano que tiene Walid, pasando por la forma de manejar algunas etapas que afectaron psicológicamente a los componentes de la selección nacional; como las ruedas de prensa y lo que siguió, a la par que los excesos que se produjeron con los jugadores de las selecciones rivales.
Walid Regragui tiene muchas de las cualidades de un entrenador de talla mundial, pero es un DT que tiene fallas como los grandes entrenadores del mundo —Mourinho, Del Bosque, Zidane, etc.—, que pueden impedirle lograr lo que es capaz de alcanzar, junto a la enorme estructura humana con la que cuenta la selección nacional marroquí; a la cabeza de la cual está poner fin al favoritismo hacia jugadores no preparados y cuestionar las capacidades de jugadores que demostraron su superioridad y no los convocó en absoluto para la Copa Africana de Naciones de Costa de Marfil, como es el caso de Chadi Riyad, Amir Richardson —quien participó sólo unos minutos como suplente—, Oussama El Azzouzi, y la búsqueda de un delantero y goleador franco incluso si es de la liga local.
El público marroquí, en la medida en que se quitó el sombrero ante Walid Regragui, tras la hazaña del Mundial de Catar, en la misma medida tiene todo el derecho de criticarlo por la derrota ante una débil selección sudafricana; que hasta hace poco la derrotaba con los locales del Wydad Casablanca ida y vuelta sin esfuerzo.
Los marroquíes respiran fútbol; su enfado por la derrota y la eliminación no es más que una expresión de esta afición por el fútbol y el gran amor que sienten por la selección nacional marroquí; de modo que la hora de la ira ha pasado y todo el futuro está en nuestro camino.