Rue20 Español/ FEZ
Ismail El Khouaja
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, aprovechó la celebración de la Asamblea de la ONU de Nueva York para destacar que Marruecos y España están ante una “gran oportunidad” para redefinir las relaciones tras el discurso del rey Mohammed VI, que conmemora el 68º aniversario de la Revolución del Rey y del Pueblo el 20 de agosto, cuando el monarca dio comienzo a la inauguración de una nueva etapa “inédita”.
Sánchez afirmó que el gobierno español espera la formación definitiva del nuevo gobierno marroquí compuesto por el trío gubernamental: Reagrupación Nacional de Independientes (RNI), Autenticidad y Modernidad (PAM) e Istiqlal (PI), para redefinir las relaciones, tras su suspensión en abril pasado cuando la ex ministra de Exteriores, Arancha González Laya, dio el visto bueno para facilitar la entrada secreta y con una identidad falsa a un presunto genocida, Brahim Ghali, sin hacerle ningún control de fronteras.
Sin embargo, lo que llamó la atención fue cuando Sánchez defendió a su ya ex ministra de Exteriores, Arancha González Laya, que desató una crisis sin precedentes con Marruecos a raíz de la entrada de Ghali, en España para ser atendido en el hospital de Logroño.
Sánchez recalcó que «hubo una petición humanitaria para salvar una vida a una persona que estaba a punto de morir», para añadir que el Ejecutivo «hizo lo que debía», «y como debía» y lo hizo “conforme a la ley” para “dar respuesta a esta cuestión humanitaria”.
¿Acaso las víctimas de Gali, no merecen también “una respuesta humanitaria” y hacerles justicia por las atrocidades que sufrieron por el presunto genocida Ghali? ¿Qué ley permite acoger 44 días a un presunto genocida con una identidad falsa entrar a un país europeo sin someterle a juicio y sin tomar justicia de sus víctimas estando en territorio democrático?
Las palabras de Sánchez van en línea a lo que antes esgrimía Laya para autorizar la llegada de Gali: “razones humanitarias”. Sin embargo, Sánchez dijo todo, pero no tuvo la osadía de revelar quien dio la autorización final para que se produjera la acogida.
Lo que llevó a Sánchez a pronunciar sobre el Caso Gali, fue la declaración, el 13 de septiembre, del jefe de gabinete del ministerio Camilo Villarino, quien desveló la petición de Laya de “máxima discreción” a la hora de otorgarle facilitar la entrada de Gali para evitar originar un «perjuicio» a las relaciones internacionales del país.
Lo de Villarino produjo un terremoto en el gabinete, lo que dejó al juez Rafael Lasala citar también al ex secretario general técnico de Exteriores, José María Muriel, el 4 de octubre, mientras que la citación de Laya sigue sin fecha.
Sánchez está jugando con fuego con estas declaraciones emitidas en un momento clave donde por fin se vislumbran rayos de luz para acabar con la crisis originada por la acogida de Gali. Defender a Laya supone volver al punto cero, por lo cual esto podría producir un vuelco en las relaciones entre los dos países.
El discurso del rey Mohammed VI, que conmemora el 68º aniversario de la Revolución del Rey y del Pueblo el 20 de agosto, cuando el monarca dio comienzo a la inauguración de una nueva etapa “inédita”, fue muy claro. El monarca anunció “seguir trabajando con el Gobierno de España y con su presidente, Su Excelencia el Sr. D. Pedro Sánchez”. Sin embargo, la nueva etapa “inédita” que anunció el rey se basa en “la confianza, la transparencia, la consideración mutua y el respeto a los compromisos”. Sin tener en cuenta estas bases, las cosas podrían darse marcha atrás.
