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domingo, octubre 13, 2024

Mostafa Akalay Nasser: Tánger, tierra de todos y de nadie, ha sido desagradecida con Mohamed Choukri

 

Rue20 Español/Tánger

Entrevistado por Abdelkhalak Najmi

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En el vasto panorama de las letras y el pensamiento contemporáneo, pocas figuras destacan con la singularidad y la riqueza cultural de Mostafa Akalay Nasser*. Nacido en Tánger, formado en París y con una larga estancia en Granada, Akalay Nasser encarna la esencia del intelectual mediterráneo: un puente entre culturas, un observador agudo de la realidad social y un narrador apasionado de las complejidades del mundo árabe y occidental.

En esta entrevista, nos adentramos en el universo personal y profesional de este escritor, urbanista y profesor universitario. Con una trayectoria que abarca desde la literatura hasta el urbanismo, pasando por la gestión cultural y la docencia, Akalay Nasser nos ofrece una perspectiva única sobre temas tan diversos como la identidad cultural, la evolución de las ciudades islámicas y la compleja relación entre la literatura y los espacios urbanos.

—Usted nació en Tánger, estudió en París y vivió en Granada. ¿Le han aportado mucho estas tres ciudades a su vida personal y profesional?

«¿Quién soy? ¿Este o aquel?

¿Seré hoy este, mañana otro?».

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Dietrich bonhoeffer, Wer bin ich?, 1945.

—A. Tánger:

El azar o el mektoub ha hecho que nazca en el barrio de La Alcazaba de la capital de la Mauritania Tingitana, Tingis, Tánger o Tanjah, allá por los años 56 o 55 de este siglo en el seno de una familia mixta o hibrida: con antepasados moriscos por mi padre y otomano por mi madre.

No estoy seguro de mi fecha de nacimiento ya que en el libro de familia está apuntado el 28 de diciembre, día de los santos inocentes del 55 y que según una vecina soy más bien del mes de junio del 56 ya que con su hijo mayor nos llevamos una semana. Nunca celebro mi cumpleaños por esta causa de fechas que me tienen confundido desde el punto psicoanalítico. Puede ser que me han envejecido de un año para entrar a la escuela primaria a una temprana edad, pasando por mellizo de un hermano mayor de dos años que yo.

El libro de familia no entró en vigor en Tánger hasta el 1960, de allí la equivocación de fechas de nacimiento y de apellidos patronímicos como en mi caso, por funcionarios novicios no versados en los apellidos toponímicos y propensos a la invención de apodos, ya que quitaron la L a mi apellido Alcalá convirtiéndolo en un Akalay que suena en árabe coloquial a tostador o freidor. Normalmente soy un ikalâien, un alcalaíno o hijo de Alqalaa (castillo), descendiente de los iqera´yen o guelais (alkaalyeen o alkalaí en árabe, Alcalay en francés, Alcalaíno o Alcalà en castellano).

Los Alcalay son aguerridos guerreros del Rif que desde Guelaya vinieron en ayuda al caudillo Ali Ben Abdellah Er-Rifi para echar a los ingleses de Tánger en 1684, afincándose desde entonces en dicha ciudad norteña, y convirtiéndose en familias ilustres y de alcurnia hasta hoy día. El resto de familias de dicha rama rifeña con más ardor guerrero y gusto innato por la piratería volvieron a la región de Guelaya formando una confederación de tribus, para atrincherarse en la península de las tres Forcas , adueñarse de la frontera marítima mediterránea y cerrar el paso a cualquier amenaza exterior.

Ya, desde la edad Media desde Mrich en Tarifit o Melilla la blanca solían cruzar el estrecho en plan razzia, arrasando con todo llevándose el botín, poniendo todo cristo firme en la otra orilla y volvían sanos y salvos a su retaguardia Guelaya.

También se erigieron a lo largo de la historia en grandes constructores —o bâtisseurs— de fortificaciones Qaalat o Alcalás.

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Al perder su forma, los apellidos también perdieron su significado. Los tangerinos pagaron entonces el precio por la imaginación de los registradores, que dieron nombres según peculiaridades, profesiones o atributos menos halagadores.

En Tánger, muchos apellidos fantasiosos, si no ridículos, datan de la época del desmantelamiento del estatuto internacional de dicha ciudad estado.

Por parte materna soy descendiente de otomanos que huyeron de Argelia a raíz de la conquista francesa de dicha regencia otomana para instalarse en el barrio de dar el Baroud de la medina de Tánger. Dato que descubrí hace unos años a través de una discusión con uno de mis tíos rubio teutón, que mi tatarabuelo era un alto cargo de la caballería otomana, al preguntarle por el origen germánico del apellido de mi madre Souabe o Shwaben, y si había alguna relación con la región de Suabia en Baviera (Alemania).

Tánger ha sido a veces, como otras pocas en la historia, lo mejor que puede ser una ciudad: escenario para el abrazo de culturas, símbolo de esa cierta nostalgia del futuro que caracteriza algunos momentos luminosos de la historia de los pueblos en los que la vida se vuelve inteligente, en los que la ponderación y la lucidez, y no el miedo, parecen presidir los actos de los hombres.

Esa consciencia cosmopolita de Tánger, esa imagen soñada, es seguramente la causa de la fascinación que esta ciudad ejerce sobre quien la visita o quien, sin conocerla, la intuye. Tánger es oriente y también occidente, como todas las ciudades mediterráneas, heredera de numerosas civilizaciones antiguas, se alimenta cada día de los frutos culturales de África, de Europa, de Asia y de América. Una ciudad transitiva abierta a la geografía y a la historia. Tánger es una atalaya física, pero también moral para contemplar usos, costumbres e interpretaciones de uno y otro lado del Mediterráneo. Una ciudad transversal, tierra de todos, tierra de nadie que camina entre la tradición y la modernidad, azotada por una globalización desigual.

—B. París:

París es todo para mí, en aquel lugar he estudiado a partir del 77-78, me he formado como científico social e intelectual; he descubierto el universalisme, la libertad de expresión y la rebeldía; me he codeado con los grandes del pensamiento (les grands esprits), que me han marcado en mi formación, he abrazado el internacionalismo y la causa alter mundialista y libertaria en las universidades de Vincennes y Sorbona; también he sido durante 10 años profesor o maître de conférences en L’ U.T de Saint-Denis ligado a la Universidad Paris 13. Paris Valió la pena.

—C. Granada:

Granada son veinte años de vida como agitador cultural y gerente con mi mujer de un templo gastronómico, el restaurante El Tragaluz que el poeta Fernando López Castellanos ha retratado de manera brillante en lo que sigue:

El Tragaluz no era un restaurante. El Tragaluz no era un ateneo. El Tragaluz no era una sala de conciertos, ni una sala de conferencias. El Tragaluz era todo eso y mucho más. El Tragaluz era el producto de la imaginación, el cariño y el buen hacer de las dos personas que lo fungían. Mustafa Akalay, un tangerino universal, parisino de vocación e hijo adoptivo del barrio del Realejo, y su esposa Tita, una cántabra que había abandonado su Laredo natal y las bravas aguas del cantábrico para acompañarlo en su aventura granadina. El primero ejercía de maestro de ceremonias, recorriendo el local y departiendo, de mesa en mesa, con los comensales sobre política, literatura, música y otros paisajes urbanitas. La segunda, verdadera alma y sabia muñidora de aromas y sabores, había logrado una rara síntesis entre la recia comida norteña y la sutil cocina mediterránea. La personalidad de Tita era arrolladora, una fuerza telúrica que azotaba la sala con el carácter súbito y violento de la Galerna de su entrañable mar Cantábrico.

Mustafá, intuyendo, con su hermano de la literatura y compañero de experiencias, Mohamed Choukri, el “Bukowski de Tánger”, que la “verdadera genialidad” nacía y se desarrollaba en los antros o bares, en compañía de amigos fieles y entregados lectores, recreó ese Tánger transgresor y cosmopolita, y el Paris más bohemio en uno de los barrios más emblemáticos de Granada. La imaginación de Mustafá y la complicidad de Tita, su compañera de vida y aventura, habían creado un microcosmos, que muchos fieles considerábamos una extensión del salón de nuestra casa. Su recóndita ubicación no impedía un continuo peregrinar de lo que, parafraseando a los fisiócratas, podríamos llamar “la secta del Tragaluz”. Con el paso del tiempo y gracias a una suerte de conjunciones cósmicas, como escribe Leonardo Padura, el Tragaluz se convirtió en un referente cultural de la ciudad. Por ese espacio íntimo y acogedor transitaron y trasegaron caldos y viandas personajes del mundo de la literatura (Juan Goytisolo, José Saramago, Felipe Romero, Ángel González, Almudena Grandes, Ana Rosetti); del cine y el teatro (Lluis Pascual, Juan Echanove, Nuria Espert, Charo López); la música (Josep Pons, Carlos Cano , Cristina Hoyos, Enrique Morente, Miguel Ríos); la Pintura (Juan Vida, Juan Antonio Díaz), o el pensamiento crítico (Ian Gibson, Pedro Martínez Montavez, José María Ridao, Sami Nair).

En el Tragaluz tuve la ocasión de presentar canciones que exaltaban el beso y la noche, y la inmortalidad que da el amor con el grupo Alkimistas. También viví horas eternas con amigos foráneos acodados en la barra, con el Gin Tonic como bebida hegemónica de la noche, entrelazando los olores y sabores con las discusiones más sesudas. Otras veces recreamos el universo cortazariano a través de disertaciones políticas y literarias, bajo la mirada acogedora del lugar. Andrés Sopeña y José Luis Serrano habían establecido un pequeño ateneo en el Tragaluz con la intención de arrojar luz en este mundo gris, en una época en que la historia estaba atravesada por la incertidumbre en la política, en la moral y en la economía.

Precisamente, fue el malogrado José Luis Serrano quien me contó que Mustafá con su tristeza se había trasladado a Melilla, tras la desaparición de Tita, y que era frecuente verlo disertar sobre el “tangerino” Gaudí, o clamar contra la “nueva colonización literaria de Tánger” por neorientalistas nostálgicos del Tánger beat.

Hoy, a principios de septiembre de un año raro, convoco a mis recuerdos para hacer una breve semblanza del Tragaluz, aquel territorio mítico y literario, que pervive en la imaginación de la que extraigo estas palabras. El propio Mustafá recreó aquellos viajes por la madrugada granadina en el prólogo que hizo de mi libro Poemas de amor y mar, cuya lectura nos unió en la milenaria Fes, donde en la actualidad comparte sus conocimientos de arquitectura, urbanismo y cultura árabe con investigadores, curiosos y estudiantes universitarios.

—Usted era amigo de Mohamed Chukri. ¿Cree que Tánger le ha devuelto un poco a todo lo que dio a la ciudad del Estrecho?

La vida de Choukri está relacionada fundamentalmente con la ciudad de Tánger, aunque no nació en esta ciudad, estuvo predestinado a residir en ella, y ambos se pertenecen. Dicha ciudad aparece por doquier en su obra literaria como un tema recurrente: el “yo” del escritor y el “yo” de la ciudad se funden en uno solo constituyendo lo que se denomina el “yo- ciudad”.

Tánger, tierra de todos, tierra de nadie ha sido desagradecida con Choukri y lo sigue siendo ni una calle le ha sido dedicada, nunca ha habido solidez de nada, es una ciudad Fatum, que tiene mala memoria y no retiene los nombres, que hoy se debate entre una invención ya desgastada de ciudad mítica o mentira, aquí nunca ha habido nada estable ni continuidad cultural, los tangerinos sobreviven gracias a una tradición de amnesia, de olvidar, de vivir el momento. El carpediem.

—Siendo urbanista y partiendo de su última conferencia sobre la ciudad de Fez. ¿Cómo es una ciudad islámica? ¿Qué características tiene?  

Fez la andalusí es el prototipo de ciudad musulmana. Su medina es la agrupación de familias y tribus que se cierra con sus portalones en sus respectivos barrios (Hawmas), adarves y arrabales y todos ellos, acaban cerrándose por una muralla lindante común. Fez como todas las ciudades islámicas está cercada de murallas y encierra: La alcazaba y la medina. La alcazaba espacio político-militar es un recinto franqueado de torres que por sí solo constituye una ciudad militar, creada con fin estratégico, ocupa un lugar de fácil defensa y penoso asedio (en caso de ataque) y donde se halla el polvorín, el arsenal, la cárcel y los cuarteles. En este modelo urbano, el efecto sorpresa del trazado laberíntico de la medina se borra o por lo menos se atenúa a causa de una distribución de usos y actividades, una jerarquización de espacios. La Medina es la generación de la ciudad desde el espacio lleno —la manzana—, y donde lo público y lo privado se entrecruzan de forma compleja. La Medina es el resultado de la yuxtaposición sucesiva de barrios con subdivisiones. Estas se componen mediante comunidades vecinales aglutinadas por vínculos específicos —familiares, lugar de procedencia, gremiales, actividades económicas— y disponen de todas las instituciones necesarias para la vida social. La Medina constituye una ciudad compleja, dotada de una geometría irregular (un laberinto organizado), con formas urbanas inesperadas como materialización de los contenidos del derecho islámico. “El jurista alemán Otto Spies fue el primero que llamó la atención sobre las leyes islámicas, al fiqh —jurisprudencia islámica—, relacionadas con la organización urbana”.

En contra de lo que generalmente se cree, la ciudad musulmana ejemplo de Fez, fue en sus orígenes producto de una organización racional y programada.

—Usted abordó en varios artículos el tema del colonialismo literario de Tánger. Algunos no están de acuerdo con sus escritos y señalan que este colonialismo literario ha aportado más a Tánger y es un valor añadido a la ciudad de Hércules. ¿Qué opina?

Para contestar a mis críticos, unos conocidos de carácter susceptible que se han visto retratados en mi artículo y aludidos y que se han conjurado al unísono como un clan herido en su nuevo estatus de forofos o hinchas de Tánger. Una tangerinidad nostálgica, melancólica y militante, en otros términos, inventada adquirida no por el jus sanguinis ni por el derecho del suelo (jus solis), sino autoproclamada arbitrariamente y por gusto, tangerinidad arrogada y afanada en las videoconferencias y Facebook, parafraseando al filósofo anglo-ghanés Kwame Anthony Appiah es una creencia mentira que los une (véase Kwame Anthony Appiah: Las mentiras que nos unen, repensar la identidad, creencias, país, color, clase, cultura, Taurus 2019).

Les digo que no quiero polemizar con ellos, tienen el derecho de discrepar conmigo, pero les digo que guarden las buenas formas y no exhiban tan inusitada violencia simbólica verbal durante mi ausencia, que haya decoro y fair play.

Les aconsejo leer la brillante ponencia de Marie Thérèse Garcia para enterarse de lo que es la colonización de un lugar: “Tánger, tierra de todos, tierra de nadie, en la vida perra de Juanita Narboni de Ángel Vázquez, o la aniquilación de un mito literario”.

“En este pasado siglo veinte, Tánger ha ejercido particular atracción sobre numerosos extranjeros que pasaron por la ciudad o que vivieron parte de su vida en ella. Tantos han sido aquellos que hasta se puede hablar de “colonización literaria” según la expresión acuñada por Marie Caraes y Jean Fernandez en su ensayo Tanger ou la dérive littéraire, essai sur la colonisation littéraire d’ un lieu: Barthes, Bowles, Burroughs, Capote, Genet, Morand…2002. Colonización no violenta, pero con efectos perversos puesto que contribuyó en cierta medida a la negación de la identidad propia de la ciudad y a la elaboración de un mito literario en el cual aquella aparece como abierta y cosmopolita, como lugar de todos los posibles.

A lo largo del siglo veinte, Tánger el blanco entre mar mediterráneo y océano atlántico, ni totalmente africano ni totalmente europeo a la vez seduce y repele a escritores y artistas (Sanz de Soto, 1988), apareciendo casi siempre en las obras como un telón de fondo exótico descontextualizado. Si bien pocos escriben sobre Tánger, todos, por el mero hecho de escribir desde aquella ciudad, legitiman queriendo o sin querer, la imagen de lugar elegido por las musas propicio a la creación y le otorgan el estatuto de ciudad de internacionalismo literario. En la mayoría de las obras escritas en Tánger, la ciudad en si no interesa pese a que está erigida en lugar iniciático, especie de Finisterre al que el escritor acude en busca de la revelación de su propio ser. La ciudad–espejismo funciona como pantalla neutra que proyecta un yo desconocido y a veces inconfesable. El encuentro de la ciudad con el autor se podría cifrar en la fórmula:” yo y la ciudad” como lo corroboran los numerosos textos autobiográficos que se producen en el puerto internacional (Marie Thérèse García, La ciudad mediterránea, EUG 2010).

La colonización literaria siempre esquiva la vida real de los tangerinos, sus problemas y participación en la historia concreta de su país y de su ciudad. La nostalgia fue antiguamente diagnosticada como enfermedad mortal y fue un joven estudiante de medicina alsaciano de 19 años, Johannes Hofer, quien «descubrió» esta patología en 1688, la bautizó con el nombre del griego nostos (‘vuelta a casa’) y –algos (‘dolor’).

El melancólico o nostálgico blanco vive en un lugar “arquetópico”, el cual es un sitio pasado, feliz, al que regresa cada vez que busca su identidad, su edén invertido ubicado en Tánger, se remonta al cosmopolitismo y lo exalta, Sin embargo, al momento que se encuentra cara a cara con el nativo o indígena, lo quiere ver lejos de él y que no venga a molestar lo discrimina, lo ningunea, lo maldice. Es el imperialismo blanco reinventado.

Tánger es un nombre reiterado. ¿Qué letras, qué deseos, han hecho de ella su ciudad escritores americanos o franceses (R. Barthes, S. Beckett, los Bowles, W. Burroughs, T. Capote, J. Genet, G. Lapassade, G. Stein, T. Williams…)? Nada más sencillo. Tánger por excelencia -como se puede leer en sus libros y en los de sus epígonos- es la ciudad de tránsito . Tánger insinúa un paisaje mental. Los escritores occidentales de paso toman prestado de la ciudad el ropaje que le prestan, magnificando su misterio y ambigüedad. Con el tiempo, letras, palabras y textos se entrecruzan, olvidando en el proceso que el origen o la verdad de este misterio no es más que un agujero. Como se dice de un lugar donde no pasa nada, que te encierra. Así que no es de extrañar que este lugar sea uno de perdición real o imaginaria. Y si no dicen casi nada de esta ciudad, es para ocultar mejor lo que han venido a buscar: la satisfacción de sus fantasías. El deseo en Tánger se adorna con las virtudes de la elocuencia y la fama, para enmascarar todas las formas de dominación que actúan en la ciudad árabe o medina.

Una estética postexótica, tanto más sorprendente e inquietante cuanto que está protagonizada por escritores que Occidente ha promovido, algunos de ellos, hacia una conciencia política. Nuestra lectura revela los juegos ideológicos y las ilusiones literarias en las que están atrapados los escritores occidentales y sus lectores. Tánger es un lugar de un discurso que se perpetúa en otros lugares. Es esta empresa de mistificación la que hay que desvelar y deconstruir.

El Tánger real de hoy sufre una desmesura urbana, a pesar de este lavado de cara que le han dado; es una fuente de malestar y desarraigo, donde la brutalidad de las diferencias, la violencia de los antagonismos, la crueldad de las desigualdades y la amplificación de toda clase de disparidades son el pan de cada día. No me identifico con este Tánger que se rige por un nuevo imaginario importado que no es el mío. Es filicida, nos ha matado, nos ha eliminado, nos ha condenado al exilio interior y exterior, ha hecho de nosotros unos verdaderos apátridas, unos errantes. Somos la diáspora, extranjeros en nuestra tierra unos Berranien o forasteros que sufren de anomia y de muerte civil.

—Mohamed Choukri no está de acuerdo con estos autores que escriben sobre este nostálgico Tánger Internacional. ¿Comparte usted su afirmación?

El mismísimo Mohamed Choukri, años atrás también denunció esta farsa o mascarade literaria neoorientalista, al publicar en junio de 1996, un texto de memorias en árabe sobre Paul Bowles y su destierro en Tánger, en el que Choukri haciéndose pasar por Edward Said desarrolla una crítica radical contra el orientalismo como discurso construido por La “Beat Generation”. Discurso a su vez que ha fracasado como instrumento de poder que sostiene la empresa del colonialismo y el paternalismo. La imagen de oriente, en este caso Tánger, está compuesta por fragmentos intertextuales, superpuestos como un filtro, es una figura construida, no un yo verdadero. En palabras de Choukri: “Los escritores de la generación beat, que se desplazaron a Tánger siguiendo los pasos del recluso Bowles, nunca se familiarizaron con el entorno diario y las huellas que dejaron en la ciudad se reducen a un puñado de fotografías tomadas en Tangerine”.

Tánger sirvió de “musa” para estos escritores que terminaría haciendo de ella una ciudad especial dentro del imaginario colectivo americano-europeo. No obstante, esto posee también un lado sórdido, ya que eran las enormes libertades que gozaban los occidentales en Tánger (ausencia de control y censura, drogas y sexo barato, tanto heterosexual como homosexual) y de las que carecían en sus países de origen lo que atrajo a muchos de ellos (Fynlaison, Iain. Tangier: City of a Dream 1992).

Los integrantes de la Generación Beat se caracterizaron por su rechazo hacia los valores tradicionales estadounidenses, el consumo de drogas, el ejercicio de un grado de libertad sexual alto para su época y, además, por cierto, interés por la filosofía oriental. Beat quería decir derrotado y marginado.

Se dedicaron a satisfacer sus fantasías sexuales, en colonizar sexualmente los cuerpos. Para quienes iban a Tánger aquello era un paraíso de turismo sexual. Había una doble amoralidad. Allí no era condenable ser un pedófilo. El concepto de violación no existía porque se consideraba que el hombre blanco tenía derecho a poseer (dominar) el cuerpo de un menor. Tánger era un inmenso burdel como lo describe Georges Lapassade en su libro: Le bordel Andalou. «Estos “turistas del alma” —en la justa expresión de Métérié— que acuden menos al país a la busca del otro que a la mera busca de sí mismos, y que imaginan más que ven Marruecos, lo sueñan más que lo describen» (Guy Degas).

Choukri decía: “No añorar en absoluto el mito creado en torno a esa ciudad cosmopolita y lugar de cita de intelectuales y artistas porque en esa época él pasaba hambre y dormía en los cementerios. No siento ninguna nostalgia del Tánger internacional”.

—¿Hasta qué punto es cierto que Antonio Gaudí quería construir la Sagrada Familia en Tánger y la misión franciscana no lo aprobó?

La gente en general, excepción hecha de un grupo reducido de estudiosos y tratadistas gaudinianos entre los cuales me incluyo, ignoran que el ilustre y genial arquitecto Gaudí, concibió hacia 1892 y bajo patrocinio de los Marqueses de Comillas un original y formidable proyecto arquitectónico: las misiones franciscanas de Tánger. Imbuido de una profunda religiosidad, Gaudí quiso levantar una catedral comparable a las kasbahs o mezquitas del África mauritana. Desgraciadamente por razones no obvias y todavía confusas, y a pesar del empeño del Padre Lerchundi y los Marqueses de Comillas, este formidable proyecto quedó en agua de borrajas, y por suerte lo podemos comprobar hoy día gracias al dibujo original,localizado por nosotros dos: El Padre Ramón Lourido Díaz y Mustafa Akalay Nasser (febrero 1991) en La Casa Riera de Tánger, en un álbum de grabados sobre Marruecos, (dedicado al Padre Lerchundi y editado en Barcelona en 1897). Si los documentos gráficos escasean, por el contrario, existe hoy una nutrida literatura sobre el proyecto tangerino, entre otros mis artículos:

1. Gaudí El Tangerino, revista Kasbah, instituto politécnico español de Tánger, Mayo 1991.

2. Gaudí El tangerino. Un proyecto inédito: Las Misiones Franciscanas de Marruecos, revista Aldaba, numero 16 Melilla 1991

3. Aproximaciones bibliográficas a Gaudí en Tánger, Miscelánea de La Biblioteca Española de Tánger, 1992.

4. Gaudi el africanista: un proyecto inédito, Las misiones católicas de África, trazos del africanismo española fin de siglo, Granada 1998.

5. El oriente visitado: El viaje de Gaudi a Tánger y Tetuán, Homenaje al padre Lourido, Agencia española de cooperación internacional para el desarrollo 2010.

6. Tanger: Un voyage iniatique, Le libéral Janvier 1998.

7. Les Andalousies: Un Orient visité par Antonio Gaudi, Revue Qantara numéro 37 Paris 2000.

_ El escritor español José María Lizundia afirma sobre su libro, Ciudadanía plural y mezcla de las culturas en Melilla en la era de la globalización: “Akalay no solo me muestra todo lo que no vi, sino que, desde el ensayo, remueve y enlaza los conceptos de multiculturalismo, interculturalismo y cosmopolitismo”. ¿Cuál es el mensaje del libro?

El ensayo: Ciudadanía plural y mezcla de culturas en Melilla en la era de la globalización. Claves para entrar en la posmodernidad, puede servir a antropólogos, científicos sociales y estudiosos de la vida urbana y fronteriza; y a quienes tengan interés en profundizar en temas como la interculturalidad, la convivencia, la hibridación o el cosmopolitismo. También a aquellos que quieran enterarse de cómo el mediterráneo sigue siendo un lugar fértil con una rica y efervescente vida cultural. En esta publicación llevo a cabo una revisión teórica centrada en el concepto de ciudadanía y en las teorías que engloban este concepto: interculturalidad, identidad, culturas de frontera, ciudadanía global y espacio público. Eso es lo que Hago en este metódico y plural trabajo publicado por Casa Árabe en 2014.

_ Durante estos últimos meses ha moderado una serie de encuentros en línea con autores, músicos, artistas bajo el título de ‘Mosaico’. Estas videoconferencias han tenido mucho éxito ¿Cómo surgió la idea?

Se ha pretendido con esta serie de videoconferencias ir a un texto testimonial y dialógico con los actores de la diáspora marroquí (periodistas, científicos sociales, artistas, escritores, universitarios), que ha de servir para reflexionar los fundamentos de la ciudadanía plural y la mezcla de culturas en un en país de acogida como es España. Ya que la opinión pública española subraya sobre todo el papel de los inmigrantes marroquíes como fuerza de trabajo no cualificada, pero pasa por alto los aportes de otros perfiles marroquíes menos conocidos y publicitados en el campo científico, universitario, artístico (cine, teatro, música, artes plásticas), literario y mediático. Estas videoconferencias pretendían reparar esa desatención y visibilizar las contribuciones de los entrevistados en el ámbito cultural, ámbito social, así como en otros ámbitos (ciencia, medios de comunicación). Por encima de todo, ha primado la búsqueda de nuevos actores sociales que tienen una relación con la construcción de un espacio público plural y diverso en La España de hoy. A través de estas entrevistas hemos intentado acercarnos algo a la experiencia cotidiana de estos actores o nuevos ciudadanos en su quehacer diario y exponer sus aportaciones que desgraciadamente no son tan valoradas y silenciadas, ya es hora de sacar a la luz este valor oculto, omitido y ninguneado a menudo por la opinión pública del país de recepción.

_ Últimamente ha sido elegido como embajador académico de la 8.ª Secretaria Regional América central, Caribe. Méjico de la organización de ciudades patrimonio del mundo ¿Qué supone para usted este nombramiento?

Supone una coronación en la carrera de uno, después de tantos años de estudio e investigación en urbanismo, historia de la arquitectura, gestión del patrimonio, historia del arte, antropología del espacio que he ido compatibilizando durante años, en otras áreas relacionadas con la Interculturalidad, ciudadanía identidad e hibridación.

*Mostafa Akalay Nasser, escritor, antropólogo, urbanista y pensador tangerino; director de la Escuela Superior de Oficios de la Arquitectura y Construcción, de la Escuela Privada de Fez [UPF].

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