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domingo, octubre 13, 2024

Inclemencias del tiempo en Marruecos, entre un rayo de esperanza y la angustia

 

Rue20 Español/Rabat

Las fuertes precipitaciones y tormentas violentas que azotan las regiones de Tinghir, Uarzazat y Zagora han llevado a las direcciones regionales del Ministerio de Educación Nacional a suspender las clases en todos los centros educativos.

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Esta decisión preventiva tiene como objetivo proteger a los estudiantes de los riesgos asociados a las condiciones meteorológicas excepcionales que se esperan este fin de semana e incluso más allá en varias provincias del Reino.

Un comité de vigilancia regional, en coordinación con los servicios de seguridad y las autoridades locales, se ha activado para movilizar a las fuerzas de rescate y emergencia.

Por su parte, la Dirección General de Meteorología ha emitido un boletín de alerta roja, anunciando ráfagas de viento, granizo y lluvias torrenciales para los próximos días.

Se espera una nueva tormenta en algunas regiones de Marruecos, con su cuota de inclemencias del tiempo, lluvias torrenciales y fuertes vientos.

Si bien para muchos estos episodios son sinónimo de preocupación, en un contexto de estrés hídrico prolongado, algunos ven estas tormentas como una bendición para las presas del Reino. Sin embargo, aún queda por ver si estas aguas llenarán las cuencas que, a día de hoy, apenas alcanzan su máximo potencial.

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Los datos actuales hablan por sí solos. Los niveles de llenado de las cuencas y presas revelan una situación preocupante, aunque se han observado algunas mejoras con respecto al año anterior. Según los datos recientes del viernes 6 de septiembre:

La cuenca del Loukkos, con una capacidad de 1.721,66 millones de m³, presenta un nivel de llenado del 51,32%, una ligera mejora con respecto al 43,92% del año anterior.

La cuenca del Moulouya, con una capacidad de 797,35 millones de m³, está actualmente llena al 25,27%, lo que supone un descenso con respecto al 33,43% del año anterior.

Sebú, la cuenca más grande con una capacidad de 5.554,07 millones de m³, alcanza un nivel del 43,21%, una cifra relativamente estable en comparación con el 41,89% del año anterior.

Otras cuencas, como la del Bouregreg-Chaouia, siguen teniendo dificultades con un nivel del 32,09%, superior al 16,15% del año pasado (autopista del agua activada), pero aún insuficiente para satisfacer las necesidades locales.

Las tormentas que se avecinan son un arma de doble filo. Por un lado, representan una oportunidad para mejorar los niveles de llenado de las presas que están lejos de su capacidad máxima.

El agua, en este contexto de crisis, se percibe como un bien de valor incalculable, y estas lluvias podrían ayudar a aliviar la presión sobre las reservas de agua del país.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que las inclemencias del tiempo también pueden convertirse en una catástrofe.

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Un exceso repentino de agua, mal gestionado, podría provocar inundaciones, especialmente en las cuencas que ya están medio llenas, como el Loukkos o el Sebou. ¿Están las infraestructuras hidráulicas marroquíes preparadas para soportar una carga tan grande en tan poco tiempo? Esta es una pregunta que preocupa tanto a las autoridades como a la población local.

La cuenca del Oum Er Rbia, con sus 4.954,91 millones de m³ de capacidad, presenta un nivel de llenado desesperadamente bajo del 4,46%, en retroceso con respecto al 7,77% del año pasado. Esta cuenca, crucial para el riego y el abastecimiento de agua de varias regiones agrícolas, es una de las más vulnerables.

Las lluvias que se avecinan podrían representar una auténtica tabla de salvación, pero con la condición de que el agua se capte y gestione adecuadamente.

Estas inclemencias del tiempo son también una oportunidad para reflexionar sobre la gestión de las presas.

Con demasiada frecuencia, el agua de las tormentas se escurre sin una verdadera valorización, por falta de estructuras adecuadas para almacenarla de forma eficaz.

El Consejo Superior del Agua y el Clima ya ha dado la voz de alarma en varias ocasiones, pero parece que la coordinación entre los distintos ministerios implicados sigue siendo insuficiente.

Marruecos siempre ha sabido hacer malabarismos entre la abundancia y la escasez de agua, pero los nuevos datos climáticos obligan a revisar las estrategias de gestión de estos valiosos recursos.

El desarrollo acelerado de las infraestructuras de almacenamiento y las políticas de gestión sostenible son más necesarios que nunca.

Mientras la tormenta se prepara para azotar, los marroquíes oscilan entre la esperanza y la inquietud. Estas lluvias podrían ofrecer un respiro a las cuencas hidráulicas que sufren, pero también recuerdan la fragilidad de la gestión de los recursos hídricos en el país.

Las autoridades están más que nunca en alerta, preparadas para reaccionar para maximizar los beneficios de estas inclemencias del tiempo al tiempo que minimizan los riesgos de catástrofe.

En definitiva, estas precipitaciones podrían ser el factor decisivo en la batalla por el llenado de las presas marroquíes. Sin embargo, aún queda por ver si esta lluvia será una bendición o una maldición.

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