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lunes, octubre 14, 2024

La paranoia del régimen argelino criminaliza a simples turistas marroquíes 

 

Rue20 Español/Tánger

En un nuevo capítulo de la caza de brujas orquestada por el régimen argelino, tres turistas marroquíes se encuentran hoy atrapados en acusaciones grotescas e infundadas. ¿Su crimen? Haber venido a Argelia para visitar monumentos, tomar fotos y publicarlas en las redes sociales.

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Pero para Argel, estas simples fotos se transforman en un acto de traición supremo: un complot de espionaje en beneficio de Marruecos. La tragedia del absurdo se repite una vez más.

La acusación de espionaje podría haber provocado una sonrisa si no hubiera tenido consecuencias dramáticas.

Los tres marroquíes fueron arrestados y acusados de conspirar para dañar la seguridad del Estado. Acaban de ser condenados a cuatro años de prisión por el tribunal de Tlemcen.

Su estancia, que debería haber sido un paréntesis de descubrimiento cultural, se ha convertido en una pesadilla judicial, alimentada por una creciente hostilidad política entre Marruecos y Argelia.

Como para añadir un toque de absurdo adicional, las autoridades argelinas también han afirmado que los turistas entraron ilegalmente en el territorio, aunque llegaron en un vuelo comercial regular procedente de Túnez.

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Cuatro años de prisión por hacer fotos

Tras meses de detención, las autoridades argelinas han condenado finalmente a los tres ciudadanos marroquíes a cuatro años de prisión.

Sus familias, sumidas en la incertidumbre, han tenido poca información sobre sus seres queridos, que desde su detención no han podido ponerse en contacto con ellos.

Una situación kafkiana, en la que los acusados parecen condenados a un olvido organizado, mientras sus familias imploran sin éxito una liberación que no llega.

Estos turistas marroquíes, que habían viajado a Tlemcen para pasar unos días de relax, vieron cómo su estancia se convertía en un horror cuando las autoridades locales decidieron que sus fotos frente a monumentos históricos constituían una amenaza para la seguridad nacional.

Según el fiscal de Tlemcen, retransmitido con entusiasmo por la televisión estatal, este pequeño grupo habría estado implicado en «actividades destinadas a atentar contra la seguridad del Estado».

Por supuesto, no se ha presentado ninguna prueba, pero ¿desde cuándo los hechos tienen que ajustarse a la lógica?

El turismo se convierte así en un acto de alto riesgo en Argelia. Tanto si vienes armado con una cámara de fotos como con un simple smartphone, estás a un paso de ser acusado de espionaje.

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Es la nueva norma en este país donde la paranoia del régimen convierte a visitantes inocentes en peligrosos agentes infiltrados.

El mensaje es claro: Argelia ya no es un país donde se puede tolerar la simple curiosidad. Hay que estar preparado para que el régimen, siempre en busca de culpables imaginarios, te convierta en la próxima víctima de su paranoia galopante.

Cuando la disuasión roza el delirio

Detrás de esta fachada judicial se esconde una realidad mucho más oscura: el régimen argelino utiliza estas detenciones como herramienta de propaganda interna, buscando desviar la atención de los verdaderos retos que no logra resolver.

La caza de «espías» no es más que una cortina de humo destinada a ocultar las grietas de un poder en declive.

Más allá de este caso aislado, es toda una generación de jóvenes marroquíes la que se encuentra atrapada por las políticas migratorias represivas de Argelia. Cada vez son más los jóvenes que buscan abandonar su país para buscar un futuro mejor en Europa, a menudo transitando por Argelia. Sin embargo, una vez allí, caen en las redes de un régimen que los trata no como migrantes en busca de un Eldorado, sino como criminales en potencia.

Numerosas familias marroquíes esperan desesperadamente noticias de sus seres queridos detenidos en las cárceles argelinas, aislados del mundo, sin la menor posibilidad de comunicación.

Algunos han sido víctimas de redes criminales especializadas en la migración clandestina, otros han sido detenidos simplemente por atreverse a buscar una nueva vida fuera de las fronteras marroquíes.

A pesar de los reiterados llamamientos de las familias, las asociaciones y las organizaciones humanitarias, el régimen argelino persiste en su mutismo.

Las peticiones de liberación de los detenidos caen en saco roto, mientras miles de jóvenes siguen cayendo en las redes de un sistema represivo que se alimenta de la esperanza rota de toda una generación.

La suerte de estos jóvenes marroquíes, atrapados en un régimen argelino en busca de enemigos imaginarios, es una tragedia que, lejos de remitir, no hace más que agravarse.

Mientras estas familias lloran en silencio, el régimen sigue tocando su partitura paranoica, convencido de que todo joven que busca huir es un enemigo del Estado en potencia.

La Asociación Marroquí de Ayuda a los Migrantes ha expresado su preocupación por esta crisis creciente.

La situación es aún más alarmante porque refleja una tendencia preocupante de detenciones arbitrarias y explotación de los migrantes, exacerbada por redes criminales especializadas en la migración ilegal.

Ante esta situación, se han hecho llamamientos a la intervención internacional.

Las organizaciones de derechos humanos y las asociaciones de apoyo a los migrantes piden una intervención para garantizar los derechos fundamentales de los detenidos marroquíes y poner fin a esta espiral represiva.

Sin embargo, el silencio del gobierno argelino y la ineficacia de las gestiones diplomáticas plantean serios desafíos para la resolución de esta crisis.

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