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sábado, mayo 18, 2024

El Rey dirige un Discurso a la 15.ª Cumbre de la OCI en Gambia

 

Rue20 Español/Banjul

Su Majestad el Rey Mohammed VI dirigió un discurso a la 15ª Cumbre de la Organización de Cooperación Islámica (OCI), inaugurada, el sábado en Banjul (Gambia), bajo el lema “Promover la unidad y la solidaridad a través del diálogo para el desarrollo sostenible”.

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He aquí el texto íntegro del discurso real, que fue leído por el ministro de Habices y Asuntos Islámicos, Ahmed Toufiq.

“Loor a Dios, la oración y el saludo sean sobre nuestro señor Enviado de Dios, su familia y compañeros,

Excmo. Sr. D. Adama Barrow, Presidente de la República de Gambia,

Majestades, Altezas, Excelencias,

Excmo. Sr. Secretario General de la Organización para la Cooperación Islámica,

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Señoras y Señores,

En primer lugar, quisiéramos expresar a Nuestro Hermano, Su Excelencia el Sr. D. Adama Barrow, Presidente de la República de Gambia hermana, Nuestro sincero agradecimiento y enorme aprecio por la invitación que Nos ha cursado para asistir a esta Cumbre Islámica que acoge la República de Gambia hermana, cuya excelente organización y facilitación de todos los medios, queremos resaltar.

Por otra parte, queremos manifestar Nuestro agradecimiento a Nuestro honorable Hermano, Servidor de los dos Santos Lugares, el Rey Salman bin Abdulaziz Al Saud, que Dios lo proteja, y a Nuestro queridísimo Hermano, Su Alteza Real, el Príncipe Heredero y Presidente del Consejo de Ministros, Mohammed bin Salman bin Abdulaziz Al Saud, por los considerables esfuerzos consentidos por el Reino de Arabia Saudí hermano, durante su presidencia de la Decimocuarta Cumbre Islámica, en apoyo de las causas del mundo islámico y para lograr los objetivos de nuestra organización, en tanto que marco islámico que reúne a nuestros Estados y pueblos.

Majestades, Altezas, Excelencias,

La celebración de esta XV Cumbre de la Organización para la Cooperación Islámica se produce en el marco de una delicada y difícil situación internacional, marcada por la extensión de las crisis y el preocupante aumento de los focos de tensión en el mundo islámico, por no hablar de las crecientes amenazas terroristas y de seguridad, así como de la propagación de los extremismos y de los abominables sectarismos, con la consiguiente violencia a la que conducen.

Esta cumbre islámica se celebra en un momento en que varias regiones de nuestro mundo islámico se hallan todavía bajo el peso de tensiones político-militares y de disturbios securitarios, que afectan negativamente las condiciones de vida en muchos de los Estados miembros de la organización, especialmente entre los africanos.

Nuestra organización y sus instituciones especializadas están llamadas a redoblar sus esfuerzos e iniciativas dirigidas a dichos países, en el seno de un espíritu de fraternidad, solidaridad y sinergia entre los musulmanes, así como a beneficiarse colectivamente de los programas y planes de desarrollo que se aprueben en nuestras cumbres y reuniones.

En virtud de la pertenencia del Reino de Marruecos al continente africano y de los arraigados vínculos humanos y espirituales que caracterizan sus relaciones con sus países hermanos, queremos afirmar la necesidad de dedicar a los países africanos menos desarrollados, miembros de nuestra organización, mayor cuidado e interés, con el fin de poder afrontar los diversos desafíos que afectan su proceso de desarrollo, ya que estos países, como es sabido, son particularmente objeto de crecientes amenazas a su seguridad energética y alimentaria, así como a su crecimiento económico, lo que incide negativamente en su estabilidad y conduce al agravamiento de sus condiciones sociales y económicas.

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En este sentido, y convencidos de la importancia que reviste la cooperación Sur-Sur, lanzamos la Iniciativa de los Estados del África Atlántica, en tanto que proceso de una cooperación africana, cuyos objetivos finales radican en una consolidación de los lazos de cooperación e integración entre los países africanos ribereños del Océano Atlántico, con miras a consolidar la paz, la estabilidad y la prosperidad compartida en la región.

También anunciamos el lanzamiento de una iniciativa a escala internacional con el objetivo de permitir a los países del Sahel acceder al Océano Atlántico.

Por otra parte, el proyecto del Gasoducto Marruecos-Nigeria, se inspira del mismo espíritu de solidaridad, ya que constituye un proyecto de integración regional y de despegue económico conjunto, además de impulsar la dinámica de desarrollo en el litoral atlántico.

Majestades, Altezas, Excelencias,

Es cierto que la Organización de la Conferencia Islámica vio la luz hace 55 años en el Reino de Marruecos, a raíz del incendio que un extremista cometió en la Mezquita Al Aqsa, tan venerada por los musulmanes de todo el mundo.

Aun así, los fundadores no tuvieron en mente la creación de una organización religiosa, sino que el proyecto emanó de la convicción de propagar las enseñanzas de una honorable religión, con valores humanos y universales como forma de movilizar las voluntades y hacer oír la voz del Islam, para conseguir una verdadera solidaridad efectiva y práctica, haciendo realidad las ambiciones de nuestros pueblos de alcanzar la paz, el desarrollo y el bienestar colectivo y permanente.

Por ello, el concepto de solidaridad al que hoy aspiramos no se limita a defender la integridad de la fe y su unidad con palabras y buenas intenciones, sino que también incluye el respeto al pluralismo y a las especificidades, fomentando la confianza y el trabajo colectivo.

Nuestra atávica organización es, sobre todo, un espacio en el que se innova, se esfuerza, se planifica y se moviliza para realizar proyectos prácticos, teniendo presente su ambición última de conseguir la paz y la seguridad internacionales, el desarrollo sostenible, el progreso y el bienestar colectivo.

Creemos firmemente que nuestros Estados, tanto individualmente como en el seno de agrupaciones regionales, poseen potencialidades naturales y humanas que les permiten alcanzar la categoría de bloque productivo de conocimientos, de estabilidad y de prosperidad, para el beneficio general de los mismos, de su entorno y del mundo en general.

Los países de nuestra organización no se hallan inmunes contra lo que sucede a su alrededor, ya que son enormes los retos que deben afrontar, por tratarse de una nueva generación de crisis mundiales, tanto en lo económico, como en lo político, securitario, medioambiental y sanitario. En este sentido, están llamados a fortalecer su resiliencia frente a tales crisis, adaptándose a la permanente inestabilidad que caracteriza la economía global, a causa de la presión ejercida sobre las cadenas mundiales de suministro, resultante de las guerras y de las amenazas que penden sobre las rutas del transporte marítimo.

Por tanto, esta situación requiere la adopción de enfoques innovadores y programas viables y de nueva creación, con el objetivo de paliar el impacto de estas crisis y reducir sus efectos. Así pues, para superar los retos del desarrollo humano global y sostenible, se hace necesario explorar las oportunidades de complementariedad e integración, a fin de alcanzar el beneficio común y aplicar las dieciocho prioridades del próximo programa decenal de la Organización para la Cooperación Islámica, particularmente aumentando la tasa del comercio intrarregional en el marco del comercio exterior de los países miembros y eliminando los obstáculos que se interponen por el camino del desarrollo de los intercambios comerciales entre los países de la organización.

Por otra parte, la ampliación de los horizontes de la acción islámica común y el aprovechamiento de las potencialidades nacionales de nuestros países, requiere una evaluación realista y constructiva de los mecanismos de implementación del programa de trabajo de nuestra organización, así como mejorar el marco jurídico, con miras a su adecuación, para responder a las necesidades de nuestras sociedades en los ámbitos de la inversión y el comercio, permitiendo así a los sectores productivos la deseada integración y complementariedad económica.

Majestades, Altezas, Excelencias,

Como bien saben Ustedes, las manifestaciones del fanatismo y la discriminación, además de los extremismos, el ostracismo y la xenofobia, han invadido los círculos hostiles a todo cuanto se vincula con las confesiones celestiales, particularmente contra el Mensaje de nuestro Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Dios sean sobre él. En este sentido, nos preocupa enormemente la proliferación que está conociendo el discurso de odio y el incremento del número de víctimas de esta calamidad, que alimenta la espiral de violencia e inestabilidad, suponiendo una grave amenaza a la paz y a la seguridad en numerosas regiones.

En este contexto, queremos evocar, con enérgica condena, los actos cometidos por algunos individuos en estos últimos años, al proceder a la quema y profanación de ejemplares del Sagrado Alcorán, en medio de la indiferencia y pasividad de las autoridades oficiales de algunos países donde ocurrieron dichos actos, con todo cuanto ello comporta como ofensa hacia los sentimientos de más de mil quinientos millones de musulmanes. En este sentido, cabe preguntarse:

¿Desde cuándo la libertad de expresión fue sinónimo de ofensa hacia el otro y a sus sentimientos y creencias?

¿Cómo pueden algunos países enorgullecerse de la protección absoluta de las libertades, cuando esas mismas libertades son instrumentalizadas para incitar a la discordia, destruyendo los puentes de comunicación y entendimiento y socavando los cimientos de la coexistencia?

¿Acaso no es el desprecio hacia los musulmanes y el desconocimiento de los ideales del Islam el mejor aliado de las miserables actitudes individuales así como de las agendas políticas de exclusión que fundamentan las bases del fenómeno de la islamofobia?

En efecto, las manifestaciones de hostilidad que, con profundo pesar, hemos presenciado hacia la religión islámica y su explotación en las pujas electorales en algunas sociedades, es más bien un conflicto de ignorancias antes de ser un conflicto de civilizaciones.

Guardamos la esperanza de que la resolución de la ONU, unánimemente adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 25 de julio de 2023, sobre la “Promoción del diálogo y la tolerancia interreligiosos e interculturales frente al discurso de odio”, presentada por el Reino de Marruecos, logre un salto cualitativo en los esfuerzos destinados a reducir el fenómeno del extremismo y el discurso de odio.

Hoy estamos nuevamente invitando a la vigilancia, la firmeza y la coordinación para afrontar estas transgresiones ofensivas, con la misma fuerza que nos aferramos a los principios de diálogo y tolerancia entre religiones y culturas, así como de apertura y respeto hacia el otro, de conformidad con lo que Dios Todopoderoso dijo: “¡Oh, seres humanos! . Os hemos creado a partir de un hombre y una mujer y os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. En verdad, el más honrado de vosotros ante Dios es el más piadoso. Dios es Omnisciente y está bien informado de lo que hacéis” (Sagrado Alcorán).

Majestades, Excelencias, Altezas,

Nuestros corazones sangran por el impacto de la brutal agresión contra Gaza, que ha hecho que el orgulloso pueblo palestino viva en condiciones extremadamente graves, lo que constituye una vergüenza para la humanidad. Tales condiciones se ven aún más agravadas por la intensificación de las agresiones sistemáticas llevadas a cabo por los colonos extremistas en Cisjordania, por incitación de responsables gubernamentales israelíes.

Partiendo de Nuestras responsabilidades como Soberano del Reino de Marruecos, cuyo pueblo ambiciona el derecho, la justicia, la solidaridad y la convivencia con los demás pueblos, y en Nuestra calidad de Presidente del Comité Al-Qods, reiteramos con insistencia Nuestra petición de un cese inmediato, duradero y completo de esta agresión sin precedentes, permitiendo el flujo de ayuda humanitaria en toda la Franja de Gaza.

En este contexto, y ante esta inédita catástrofe humana, que jamás se dio en nuestro mundo contemporáneo, tomamos la iniciativa, en Nuestra calidad de Presidente del Comité Al-Qods, y sobre la base del deber de solidaridad que guía la acción de nuestra organización, y como contribución a los esfuerzos de socorro y ayuda llevados a cabo por los países hermanos y amigos, para asegurar la entrega de importantes cantidades de ayuda a nuestros hermanos palestinos, directamente a Gaza y Al Qods, o a través del paso fronterizo de Rafah, en coordinación con las autoridades egipcias.

A pesar de las dificultades existentes, estamos reforzando el trabajo de campo llevado a cabo por la Agencia de Bayt Mal Al-Qods, bajo Nuestras orientaciones y Nuestra supervisión, con el fin de realizar proyectos socioeconómicos en beneficio de la población de Al Qods, aportando apoyo a algunos hospitales.

Paralelamente a todo ello, queremos afirmar que lo que se está comentando acerca del futuro de la Franja de Gaza, sólo será viable deteniendo las agresiones y poniendo fin a todo género de sufrimiento del pueblo palestino. La Franja de Gaza es un asunto palestino y forma parte de los territorios palestinos unificados, que deben gozar de paz e independencia, en el seno de la concepción que preconiza la solución de los dos Estados, conforme a las resoluciones internacionales en la materia.

En este mismo contexto, exigimos que se ponga fin a cualquier acción provocadora que pueda atizar el conflicto, llamando a detener las medidas israelíes unilaterales ilegales que afectan a los territorios palestinos ocupados, incluidos Al-Qods Al-Sharif y la bendita Mezquita de Al-Aqsa, que tienen por objetivo cambiar el estatus jurídico y cultural de la ciudad de Al-Qods Al-Sharif.

Asimismo, reiteramos Nuestro total rechazo a todas las formas de desplazamiento forzado, castigo colectivo y acciones vengativas a las que se exponen nuestros hermanos palestinos.

En efecto, la persistencia en una gestión del conflicto palestino-israelí fuera de una solución realista y duradera, puede que haya generado frustración y pérdida de esperanza, conduciendo a una sucesión de devastadores desastres, con sus tragedias humanas y la ampliación del círculo de sus graves consecuencias, no sólo sobre la estabilidad y la paz en Oriente Próximo, sino también para la seguridad internacional.

Por ello, hacemos un llamamiento a los países influyentes en el proceso de arreglo de este conflicto para asumir su responsabilidad histórica, recurriendo a la razón y a la lógica, y trabajando seriamente para poner fin a esta situación catastrófica, a fin de sacar a la región de la espiral de violencia y de la política de exclusión e imposición de los hechos consumados, obrando por crear las condiciones idóneas para relanzar un proceso de paz real, que conduzca a la solución de los dos Estados acordada internacionalmente.

En cuanto a los conflictos que padecen nuestros hermanos en algunos países islámicos, como Libia, Malí, Somalia, Sudán y otros, invitamos a decantarse por las virtudes del diálogo y la reconciliación entre todas las partes para ponerles fin, en el marco de la preservación de la soberanía de estos países hermanos y de su integridad nacional y territorial.

Dios guíe nuestros pasos hacia el bien de nuestra nación islámica.

Wassalamou alaikoum warahmatoullahi wabarakatouh».

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