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Meryem Ghoua
La eliminación de la selección marroquí durante los octavos de final de la última Copa Africana de Naciones devolvió al público marroquí a la triste realidad de sus sucesivos viajes por África. Una maldición persistente parece caer sobre los jugadores tan pronto como comienzan los partidos eliminatorios.
Este año fue Achraf Hakimi quien sufrió las consecuencias. Falló el penalti que habría cambiado por completo la dinámica de un partido completamente controlado por los Leones del Atlas. Fue totalmente inesperado para el jugador que mostró una compostura extraordinaria, tras Panenka contra la selección española en los cuartos de final del Mundial 2022.
Desgraciadamente, no era la primera vez que un detalle así eliminaba a Marruecos. Todos recordamos el penalti fallado por Hakim Ziyech contra Benín, en 2019.
Desde entonces, ha corrido mucha agua bajo el puente y sesiones de trabajo serias y comprometidas han permitido a la plantilla de la selección nacional volver a la normalidad. Se ha roto un candado, Marruecos ya no es el favorito absoluto y los jugadores han bajado del pedestal.
Hoy, llega una nueva generación para sustituir a los lesionados, jugadores retirados y jugadores despedidos por falta de resultados o implicación.
Esta generación es esperada con impaciencia porque corren en sus venas las semillas del talento. Brahim Díaz todo el mundo habla de él, normal, brilla en uno de los grandes clubes del campeonato español y tiene experiencia y técnica suficiente para cubrir uno de los grandes huecos de la selección marroquí: la capacidad de perforar una defensa agrupada formada por dos muros defensivos de bloqueo.
Otro jugador probablemente será una revelación para el público marroquí. No es muy conocido en Marruecos, juega en Francia en el AS Mónaco, un campeonato poco visto, y se llama Eliesse Ben Seghir. Este jugador merece más atención, es prometedor y probablemente se revelará ante los espectadores en los dos próximos partidos de la selección.
Akhomach, extremo del Villarreal, y Youssef Lekhedim, el joven lateral izquierdo madridista -juega en el filial del Real Madrid- son las otras nuevas incorporaciones al grupo.
Estas nuevas incorporaciones de los Leones del Atlas se unirán a una serie de jugadores jóvenes, algunos de los cuales comenzaron su carrera en la selección marroquí durante el Mundial y otros durante la CAN 2023. Asistimos, por tanto, a una auténtica renovación de la plantilla con un plétora de jóvenes con talento, titulares en importantes equipos de la élite europea. Juegan o se han formado en clubes importantes como Real Madrid, FC Barcelona, Villarreal, Alavés, Bayern Munich, Bayer Leverkusen, West Ham United, PSG, OM, Reims, Mónaco, Academia Mohammed VI. Una garantía de experiencia en las grandes competiciones. ¿Será esto suficiente? Ésta es la pregunta que se hacen todos los observadores del fútbol nacional.
La selección nos ha acostumbrado muchas veces a brillar sin dar el paso de la coronación final. En el Mundial de 1970 se defendió de la poderosa selección alemana, en 1986 quedó brillantemente primera en un grupo formado por Inglaterra, Polonia y Portugal, hizo un juego brillante y muy bueno en 1994 a pesar de sus tres derrotas y fue víctima de una “conspiración” en 1998, cuando Brasil perdió ante Noruega en un partido en el que eran los grandes favoritos.
Incluso en 2018, Marruecos no fue malo: perdió contra Irán con un gol en contra y ante Portugal con un gol de Ronaldo antes de poner a España en dificultades, obligada a compartir los puntos con un marcador de 2-2. El cabezazo de En-Nesyri ante Ramos y Piqué pasó a la historia. No hace falta recordar la semifinal de Qatar en la que, a pesar de la ausencia de casi toda la defensa, Marruecos puso en dificultades a los campeones del mundo y si no fuese por el mal arbitraje quien sabe podría haber derrotado a Francia de Mbappé y llegado a la final.
Marruecos, primer clasificado en la historia africana para las semifinales de un Mundial, tiene el éxito en su ADN, basta con pulsar los botones adecuados para tomar la delantera. Último paso, el único que vale la pena dar, especialmente a nivel continental.
