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Ismail El Khouaja
En la víspera de la visita de la delegación israelo-estadounidense en diciembre de 2020, el jefe del gobierno marroquí, Saad Eddine El Othmani, respondió a una pregunta que se le planteó en una reunión del partido sobre la posibilidad de asistir a la reunión para firmar acuerdos entre Marruecos e Israel.
El Othmani respondió que la reunión “no le incumbe como primer ministro «, según informó el digital Arabic Post.
Un día más tarde, el mismo Saad Eddine El Othmani, así como funcionarios marroquíes e israelíes, firmaron cuatro acuerdos de cooperación, en presencia del rey Mohammed VI.
El sábado pasado, 7 de agosto, Saad Eddine El Othmani concedió una entrevista al canal Al Arabi en la que adelantó que no va a reunirse con el jefe de la diplomacia israelí, Yair Lapid. «No está programado reunirme con él», dijo El Othmani.
El jefe de gobierno calificó la normalización de las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel como una «decisión dolorosa y difícil», recordando su invariable posición sobre las violaciones israelíes de los derechos del pueblo palestino.
¿Para qué estas declaraciones en este momento?
El presidente del gobierno sabe a ciencia cierta que la política exterior marroquí está en manos del rey Mohammed VI, de ahí su eficacia en cuanto a las relaciones diplomáticas con los países que culminó con el reconocimiento de Estados Unidos de la marroquinidad del Sahara, así como el cambio de postura de varios países respecto a la cuestión del Sahara marroquí.
La política exterior marroquí lleva su camino trazado desde la coronación del monarca alauí hace ya 22 años, y no está sujeta a los cambios de gobierno. Este es un punto clave que explica los logros de la diplomacia marroquí en las dos últimas décadas.
El Partido de Justicia y Desarrollo (PJD) no va a dar lecciones a nadie en cuanto a la postura del Reino hacia la cuestión palestina.
La reanudación de las relaciones diplomáticas con Israel no supone ningún cambio de postura al respecto.
El Rey Mohammed VI es el Emir de los Creyentes y presidente del Comité Al-Quds. En su conversación telefónica con el presidente Mahmoud Abbas, el monarca recordó que la soberanía territorial del Reino y la causa palestina son la primera causa del pueblo marroquí y la reanudación de las relaciones diplomáticas con Israel no supone ningún cambio.
Así que, no hace falta que El Othmani critique y califique de “decisión dolorosa y difícil” la reanudación de relaciones con Israel, cuando se trata de una decisión soberana.
Además, la visita que realizó Ismail Haniyeh a Marruecos, el 16 de junio, evidencia la postura de Marruecos hacia el pueblo palestino, a pesar del ataque que Hamas había dirigido contra Marruecos, inmediatamente después de que el Reino anunciara la reanudación de sus relaciones diplomáticas con Israel.
El Othmani debe tener presente que los judíos forman parte del legado cultural del pueblo marroquí. Y los judíos de origen marroquí en Israel tienen todo su derecho de venir a Marruecos para visitar las tumbas de sus abuelos, así como a los suyos.
Marruecos alberga la comunidad judía más grande del Norte de África, que cuenta con alrededor de 3.000 ciudadanos. Por su parte, en Israel viven unos 700.000 judíos de origen marroquí. Y este es un dato muy importante.
Se trata entonces de relaciones van más allá de la cooperación en materia de seguridad o de economía.
Es una “conexión previa pueblo a pueblo”, tal como dijo Nadav Tamir, exdiplomático israelí y director de relaciones internacionales del Centro Peres para la Paz e Innovación.
La reanudación de relaciones con Israel no significa dar la espalda a Palestina. El PJD no tiene que ser más papista que el Papa. La misma Palestina tiene relaciones con Israel. La mayor parte de los países árabes mantienen relaciones, directa o indirectamente, con Israel.
Por tanto, hay que dejar el populismo y adoptar una política basada en el pragmatismo y los intereses superiores de los estados.
Quizás la “decisión dolorosa y difícil” es la que ha tomado el PJD en sus dos legislaturas contra el pueblo marroquí. La indexación de los combustibles y vincular su precio al mercado global en ausencia de arbitraje institucional, el sistema de pensiones, el sistema de contratación en el sector público, la privatización de la enseñanza, el déficit presupuestario, la deuda récord externa, y un largo etcétera de decisiones que solo han ampliado la brecha social entre los de arriba y los de abajo.
El gobierno islámico prometió a los ciudadanos marroquíes luchar contra la corrupción cuando en verdad nada de eso ha ocurrido.
Un partido que alza el lema de combatir la corrupción, fue acusado de corrupción muchas veces. Algunos ministros islamistas entraron pobres al ministerio y salieron ricos de estas dos legislaturas.
No hay lugar para exponer el catastrófico balance de las dos legislaturas del gobierno islamista.
Para ser sinceros hay que destacar que no todo es negro. Existen Ministerios que ofrecieron un muy buen resultado tal como el Ministerio de Agricultura y de Industria. Sin embargo, ambos ministerios no pertenecen al PJD.
Gracias al ministro de Agricultura, Aziz Akhannouche, Marruecos registró una cifra histórica en cuanto a la cosecha de cereales, además del desarrollo de la exportación de hortalizas a la Unión Europea que desató la ira de los lobbies del sector agrícola español.
Por su parte, gracias a los esfuerzos del ministro de Industria, Moulay Hafid Elalamy, Marruecos dejó de ser un país agrícola para convertirse a un país industrial. Este sector registró un hito histórico en los últimos 7 años llevando a Marruecos al club de los productores de automóvil que ha alcanzado la calidad de Japón.
En cuanto a los ministros del PJD solo registraron una mejora en su calidad de vida.
Cabe destacar que las declaraciones del presidente del gobierno vienen en un contexto del final de su legislatura, tras sufrir una derrota en las elecciones de las Cámaras Profesionales.
¿Acudirá El Othmani mañana a reunirse con Lapid? Ya lo veremos.
