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jueves, marzo 28, 2024

Entrevista. Sarria: La Crisis Hispano-Marroquí Se Debe A La Incomprensión De Nuestra Historia Compartida Por Algunos Políticos

 

Rue20 Español/ Fez

Ismail El Khouaja

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José Sarria Cuevas es un poeta, ensayista y crítico literario. Tiene publicada una amplia obra literaria tanto en poesía como en narrativa. Es uno de los intelectuales españoles que velan por una sólida relación de hermandad entre Marruecos y España.

 

En Marruecos usted es conocido como poeta, pero pocos saben que usted es Diplomado en Ciencias Empresariales y Licenciado en Ciencias Económicas y Master en Dirección de Empresas, ¿cómo explica este giro copernicano en su carrera?

Bueno, mi formación inicial y mi profesión actual es la de economista, pero desde siempre he sentido una enorme atracción hacia el ámbito de las Humanidades (literatura, historia, arqueología) que he tratado de cultivar a lo largo de toda mi vida.
Pienso que los actuales planes de estudio, que se centran en la excesiva especialización y eliminan el conocimiento general, no ayudan a la formación integral de la persona. Creo y apuesto por una educación más humanista, más integral de la persona, porque eso te da una gran perspectiva a la hora de analizar lo que acontece a tu alrededor y, además, contribuye a constituir un acertado espíritu crítico.

Como poeta y experto en la neoliteratura española en el Magreb, ¿cómo ve la literatura marroquí escrita en español y cómo considera que puede ser el mercado para la misma?

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La denominada literatura hispanomagrebí, neoliteratura española en el Magreb o literatura marroquí de expresión en española, es, en su conjunto, una literatura joven, pues hay que considerar que su trayectoria creacional apenas si abarca un periodo de unos 75/80 años. Por tanto, lo primero que hay que tener en consideración es esta circunstancia, es decir, nos encontramos ante una literatura joven y naciente, con sus defectos y virtudes. Pero, lo cierto es que en este periodo y con más de cien títulos en su haber sí que puede considerarse una literatura con identidad propia, solvente y jalonada de textos y autores de gran consideración. La extensión de esta literatura y quizás una de sus nuevas fortalezas está en las nuevas generaciones, hijos de emigrantes marroquíes que viven en España y que están llevando a cabo una obra realmente extraordinaria y fundante.
En cuanto a las posibilidades de mercado nos encontramos con varias dificultades, porque hablamos de literatura (que ya, de por sí, tiene su limitación), y de literatura escrita en español en un país donde la preeminencia la tiene la literatura en árabe y francés. Por tanto, existe una más que evidente complicación para la difusión de estas obras que de no contar con el apoyo decidido de las instituciones españolas y marroquíes seguirán manteniendo sus dificultades de permeabilidad actual en el mercado.

¿Existe algún escritor al que podamos denominar como el precursor de la literatura marroquí en español?

Realmente sería injusto hablar de un único precursor, ya que la literatura hispanomagrebí, como consecuencia de los contactos literarios que se producen con motivo del Protectorado de España en Marruecos, es fruto del trabajo de un grupo de escritores e hispanistas entre los que destacaríamos a Dris Diuri, Abdellatif Jatib, Mohammad Temsamani, Moisés Garzón Serfaty, Mohamed Ibn Azzouz Hakim o Abderrahim Yebbur Oddi, aunque si se me permite aportar un nombre, personalmente indicaría el del malogrado Mohamed Chakor, porque él ha sido el gran impulsor y difusor, tanto en Marruecos como en España, de la obra de los demás, gracias a sus estudios y antologías acerca de esta neoliteratura, además de ser poseedor de una extraordinaria obra, en prosa y en poesía, así como ensayística.

Recomienda una novela o poemario para todo aquel que quiere aproximarse a la literatura marroquí en lengua española.

Más que una novela o un poemario, recomendaría alguna de las antologías publicadas, pues tienen la capacidad de ofrecer una perspectiva general de esta corriente literaria. En este caso me permito recomendar “Calle del Agua. Antología contemporánea de la literatura hispanomagrebí”, que tuve el honor de codirigir junto a Abdellatif Limami, Aziz Tazi, Ahmed M. Mgara y Manuel Gahete.

Usted ganó el Primer Premio Internacional de relatos Cuentos Del Estrecho por su libro “Los heraldos negros”, háblenos de la temática de este libro. ¿Por qué el Estrecho?

El libro tiene su origen en una historia real que me cuenta un primo, fotógrafo, Fernando Arévalo, que se ha especializado durante varias décadas en inmortalizar el drama de las pateras en el Estrecho. En uno de sus trabajos descubre, tras un naufragio, a un chico ahogado sobre las rocas de las costas gaditanas, a quien curiosamente le seguía sonando el teléfono móvil que llevaba consigo.
La idea de imaginar quién sería la persona que le sigue llamando insistentemente (en el texto yo sugiero que es su madre, esperando que el chico atienda las llamadas) es el eje axial de este relato.

Usted es uno de los directores de la revista «Hispanismo del Magreb» junto con los profesores Aziz Tazi y Mohamed Abrighach, háblenos un poco de esta revista y qué papel tiene en la promoción del hispanismo en Marruecos.

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Bueno, Hispanismo del Magreb es una revista web que nace con la vocación de servicio hacia los hispanistas de Marruecos, Argelia y Túnez, poniendo a su disposición esta herramienta de la red, con el fin de dar a conocer en España y entre estos países el trabajo que el hispanismo está llevando a cabo en esta región.
Es una manera más de fomentar el mutuo conocimiento que sin duda es, a nuestro modo de ver, el más preciso camino para mitigar la ignorancia y el desconocimiento y, con ello, los prejuicios hacia el otro.

Como intelectual español y buen conocedor de Marruecos, ¿cómo vives esta crisis entre los dos vecinos?

En un principio, con tristeza, pues dos pueblos hermanos a los que les une tanta historia, tantas vivencias, tanta familiaridad y tanta sangre, no pueden permitirse estos desencuentros.
En la mayoría de los casos, los desencuentros los crean algunos políticos por su incomprensión (o ignorancia) de nuestra historia compartida e, incluso, por su militante incompetencia.
Pero la sociedad civil y los pensadores o intelectuales no debemos de caer en ese juego, casi diabólico.
Nosotros, nuestro espíritu crítico no puede estar al servicio del político de turno (pues estos pasan y son efímeros), sino al servicio de la sociedad y de sus nobles y eternas aspiraciones que son la convivencia, la solidaridad, la fraternidad y la hermandad.

Hasta la fecha 405 intelectuales de ambas orillas han firmado un manifiesto de concordia. Usted fue quien propuso la idea. ¿Qué le ha movido para lanzar el manifiesto? ¿Cuál es su valoración?

Bueno, debo decir que yo no fui quien propuso la idea. La idea nace en el seno de un grupo de amigos, casi hermanos, marroquíes y españoles: ABDERRAHMAN EL ANJERI, director del Festival Entrerritmos de Larache; VÍCTOR MORALES LEZCANO, historiador, miembro de la Real Academia Española de la Historia; SAID EL GHAZI EL IMLAHI, doctor en Historia y Ciencias Políticas e investigador; MOHAMED CHOUIRDI BOUHARMA AKHRIF, hispanista; AZIZ KANJA, escritor e historiador; ABDELMUNIN EL AMRANI, periodista; IMAM LAJJAM, traductor e intérprete y SERGIO BARCE, abogado y escritor, Premio de Novela Tres Culturas, quienes me proponen la idea y a la que me uno desde el primer momento.
Ante la actual situación de desencuentro por la que atraviesan nuestros dos países, pensamos que lo peor que podía ocurrir era seguir guardando silencio, seguir ignorándose, mantenerse de espaldas uno del otro o incluso seguir enarbolando el discurso del “y tú más”.
De ahí surgió la necesidad de convocar a nuestros actuales dirigentes al diálogo, decirles lo que hemos recibido de la gente de la calle, de nuestra familia, de nuestros compañeros de trabajo, de nuestros vecinos: y es que hay que volver a darle una oportunidad a la palabra, antes que al desdén o al enfrentamiento.
Ante el radical discurso innecesario que pretende acabar con el gran esfuerzo de diálogo, investigación y mutua comprensión que la sociedad civil y la clase intelectual de España y Marruecos han desarrollado a lo largo de muchas décadas, es preciso hacer un llamamiento, tanto a nuestros dos pueblos, como a nuestros representantes, para que seamos capaces de recuperar el espíritu de concordia y convivencia que ha de reinar en todo momento entre nuestros países, alejando de nuestra vinculación histórica y sentimental cualquier tipo de elemento que pudiera debilitar todo aquello que hemos venido construyendo juntos.

En la Facultad de Letras y Ciencias Humanas Dhar el Mahraz e Instituto Cervantes de Fez usted trató el tema de “La imagen del otro en los escritores españoles y marroquíes en lengua español”, háblenos un poco sobre esta imagen y si todavía persiste.

Invito a la lectura del magnífico tratado que, sobre este asunto, escribió Alfonso de la Serna, Embajador de España en Marruecos entre 1977-1983, titulado “Al sur de Tarifa. Marruecos-España: un malentendido histórico”, pues ahí, don Alfonso nos ilumina de manera magistral sobre este asunto.
Una de las cuestiones que ha de superar la sociedad española es la de no juzgar a la sociedad marroquí (o a otras) conforme a nuestra propia escala de valores, pues eso propicia una distorsión en las relaciones interpersonales y sociales.
Dice Alfonso de la Serna que “una imagen es, ante todo, una representación mental; no es un conocimiento real; puede no ser más que un reflejo, una sombra. El “moro” es, más que nada, una idea que nos hacemos de una realidad que no hemos llegado a conocer plenamente”.
Y, es cierto que si algo subsiste, no ya en los escritores, sino en la sociedad española, en general, respecto de la marroquí, es una enorme ignorancia y desconocimiento acerca de ese “lejano Magreb de ahí en frente”, habiéndose constituido una deformada imagen histórica, que no es ni sombra de la realidad. Tan solo la decidida vocación por conocer al otro, pon indagar en ese conocimiento, contribuirá a deshacer esos prejuicios erráticos.

¿Cree usted que España trata Marruecos con cierto tufillo colonialista?

Creo que, efectivamente, la escasa información con la que se maneja gran parte de la sociedad española acerca de la marroquí, hace que se materialice la gran máxima del pensamiento de Averroes “La ignorancia lleva al miedo, el miedo lleva al odio, el odio lleva a la violencia. He aquí la ecuación”.
Es decir, el desconocimiento del otro lleva, sin duda, a establecer frente al mismo posiciones postcolonialistas, supremacistas, racistas o xenófobas.
Por ello, el mutuo conocimiento (y en ello debemos de trabajar permanentemente los pensadores y los intelectuales) es el camino para alcanzar la plena aceptación e integración y el respeto hacia el otro, hacia el diferente.

A su modo de ver ¿qué papel debe desempeñar la literatura para tender puentes de diálogo constructivo con España?

Decía Víctor Hugo que “No había nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo”. En un mundo globalizado, en camino hacia la gran transición universal, seguir manteniendo un pensamiento de fronteras, de taifas, de defensa de lo particular, es caer en el juego de los ignorantes.
El mundo, en las próximas décadas, se va a constituir en una gran casa común, donde todos tenemos nuestro lugar y nuestro espacio.
Son necesarias nuevas formas de ser y de pensar que den respuestas a este nuevo planeta global. Y es ahí, donde los pensadores, los escritores, los poetas, tenemos mucho que decir, pues lo permanente siempre lo han instaurado los poetas, como dijo Hölderlin.
Añadía Shelley, en su magnífica obra “Una defensa de la poesía”, que “la poesía es el más inefable heraldo, compañero y seguidor del despertar de un gran pueblo que se dispone a realizar un cambio en la opinión o en las instituciones”. Ese es el trabajo de los escritores, de los poetas, de los pensadores: contribuir, a través de la reflexión y la palabra en elevar un discurso incardinado en un espacio público, desde donde participar, con y desde la palabra, de un proyecto de emancipación humana destinado a constituir la identidad de un sujeto incardinado en su historia.

Para usted ¿cómo se pueden pasar por alto los problemas pendientes entre Madrid y Rabat?

No creo que haya que pasar por alto los problemas que existen entre nuestros dos países, pues si no se solucionan de raíz, estos se cronifican y se enquistan.
Nuestros dos países tienen asuntos pendientes por resolver y, obviamente, diferentes puntos de vista en algunas cuestiones que derivan de una perspectiva distinta. No hay que ser ingenuos y pensar que todo es color de rosa.
Pero lo que sí hay que ser es respetuoso con el otro y trabajar conjuntamente desde la lealtad institucional.
Pedimos a nuestros representantes que entiendan que cualquier decisión en el camino equivocado apareja dolor y sufrimiento a las personas, a las relaciones, a los vecinos, a nuestros vínculos históricos.
Lo que venimos a pedir a nuestros representantes es que asumiendo su vocación de servicio público, estén a la altura de lo que la Historia demanda de ellos y sean capaces de restañar heridas, de acercar posiciones, como digo, con conocimiento, comprensión y lealtad.

Se dice que el intelectual español, en su mayoría, ha optado por el silencio y no ha ejercido su papel en lo que se puede llamar diplomacia cultural/paralela.

Bueno, mi experiencia personal lo que me dice es para la gran mayoría de los intelectuales españoles, Marruecos significa un entorno lejano, quizás demasiado lejano, a pesar de la gran cercanía física a la que nos encontramos. Marruecos es el gran desconocido y de ahí más que silencio lo que ocurre es que hay un excesivo desinterés hacia nuestro hermano (más que vecino) del otro lado del Estrecho.
Nos unen siglos de convivencia, de lugares comunes, de literatura aljamiada, de lazos sanguíneos, de apellidos compartidos, de conocimiento transmitido de unos a otros y, sin embargo, se ha impuesto, incomprensiblemente, el desconocimiento y ello lleva a ese silencio que yo denomino desinterés.
Y, efectivamente, una de las herramientas más potentes para resolver esta situación es el del camino de la diplomacia cultural que han de abordar necesariamente los intelectuales y pensadores.

 

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