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viernes, marzo 29, 2024

Marruecos refuerza sus vínculos con el continente africano

Rue20 en español / Mequínez

Carla Villamayor García

Marruecos fue durante varios siglos de la Edad Media un importante enclave del comercio transahariano debido a las rutas de caravanas que partían de África y llegaban hasta el extremo occidental del Sáhara.

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La antigua ciudad marroquí de Siyilmasa fue uno de los principales ejes comerciales del África septentrional.

Más recientemente, desde finales del siglo XX, ha vuelto a retomar vínculos comerciales y económicos con los vecinos del sur.

Concretamente, entre 1972 y 1985 Marruecos firmó 88 acuerdos con países del África subsahariana y solo en 1996 fueron 20 los acuerdos firmados, lo que puso de manifiesto la voluntad de Rabat por volver a tejer lazos con el mundo africano.

Actualmente, Marruecos se considera un país emergente con un sistema económico- financiero de gran estabilidad en términos macro y bajos niveles de inflación.

Experimenta una tendencia de crecimiento económico sostenido desde el 2000, un año después de la subida al trono de Mohamed VI, y se proyecta al futuro en esta misma línea.

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Su economía se basa fundamentalmente en las exportaciones —con una paulatina diversificación de estas— la inversión privada y el turismo, pero con una alta dependencia del sector agrícola.

No obstante, debido al impacto provocado por el brote de la COVID-19 su economía cerró en números negativos en 2020, con una caída del PIB de en torno al 7%, según estima el Fondo Monetario Internacional.

A pesar de ello, el país ha sabido sobreponerse a la situación de emergencia sanitaria y económica por medio de la fabricación de sus propios respiradores artificiales y la venta de casi 20 millones de mascarillas a 11 países de todo el mundo, entre los que se encuentran España, Francia, Italia, Bélgica, Alemania y México.

Esto ha demostrado su eficiencia a la hora de producir y exportar dicho material de protección, pero también su interés por mejorar su posicionamiento de cara a la comunidad internacional al promover la diplomacia de las mascarillas.

A nivel social, las tasas de desempleo y pobreza son elevadas y la renta per cápita sigue siendo baja, pero existe un enorme potencial futuro gracias a su poderosa diáspora que contribuye mediante el envío de remesas, que hoy en día constituyen cerca del 7 % del PIB nacional, al crecimiento y estabilidad del país.

Se estima que la diáspora marroquí comprende entre un 12 % y un 15 % de la población total de Marruecos y los marroquíes residentes en el extranjero se concentran principalmente en la UE (Francia, España e Italia).

Sus posibilidades de desarrollo son múltiples: adopción de medidas para atraer inversión extranjera, construcción de grandes infraestructuras dentro del país, posición estratégica para el comercio entre África Occidental, Europa y Oriente Medio, intensificación de su política exterior hacia África Subsahariana o el reforzamiento de sus relaciones con Occidente en ámbitos como el de la seguridad y defensa.

El reino alauí refuerza sus vínculos con el continente africano

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El 30 de enero del año 2017, con ocasión de la 28ª Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana (UA) —la anteriormente conocida como Organización para la Unidad Africana (OUA)— Marruecos se reincorpora a dicha institución internacional después de tres décadas fuera de ella; concretamente desde 1984, momento en el que la UA reconoció a la República Árabe Saharaui Democrática como miembro de pleno derecho.

Su reingreso fue apoyado por 39 de los 54 Estados que la conformaban.

En esta misma línea, cabe mencionar que el 30 de mayo de 2019 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio Africano, cuyo objetivo es y será convertir a África en uno de los mercados económicos y de libre circulación de personas más grandes del mundo; integrado por 55 Estados, lo que se traduce en más de 1200 millones de personas hasta la fecha.

Marruecos —uno de los países firmantes del Tratado— manifiesta así su deseo de lograr una auténtica integración económica con los demás países del continente africano, pues el espacio económico magrebí, constituido por los países miembros de la Unión del Magreb Árabe (UMA), no ha alcanzado los niveles de integración esperados.

En paralelo, resulta reseñable destacar el fortalecimiento de las relaciones entre Marruecos y la región del Sahel.
El reino alauí es conocedor de la importancia geoestratégica que posee el Sahel, en tanto en cuento es un territorio que conecta África subsahariana con el Magreb y debido a esto el primer impacto que recibe Marruecos proviene tanto de los movimientos migratorios que parten desde los países sahelianos hacia el norte como de la presencia de grupos de terroristas yihadistas en dichos países.

Estos serían dos de los principales motivos por los que Marruecos está fuertemente implicado en brindar su apoyo para tratar de paliar la situación de inestabilidad y crisis multidimensional que afecta al Sahel.

Así pues, su principal aportación al denominado grupo G-5 Sahel se centra en el ámbito de la seguridad, ya que ha contribuido con el entrenamiento militar de gran parte del personal y altos mandos del ejército de estos países y, además, ha facilitado la formación religiosa de imanes procedentes de África Occidental; para lo cual dispone de organismos como el Instituto Mohammed VI y la Foundation for African Ulema que han ayudado y ayudan a difundir una visión del Islam más tolerante y moderada.

Asimismo, Marruecos ha firmado con ellos multitud de acuerdos bilaterales de cooperación que se extienden al ámbito educativo, desarrollo social, seguridad alimentaria, empleo juvenil, cambio climático, gestión del agua y electricidad, entre otros.

El apoyo al Sahel ha permitido a Marruecos convertirse en un nuevo actor en la región en cuestiones de seguridad relativas a la neutralización de los movimientos extremistas.

Debido al rearme general de la zona en su conjunto se ha producido un incremento gradual del gasto militar de Marruecos sustentado en ese clima de inestabilidad que no solo afecta al Sahel sino también a la región del Magreb.

Las diferencias políticas y tensiones mantenidas con Argelia, además de la crisis de Libia y la intervención de Rabat en la guerra de Yemen —a favor de Arabia Saudí—, han llevado, por consiguiente, al rearme de Marruecos.

Según datos proporcionados por el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), el gasto militar de Marruecos habría aumentado de 2.408 millones de dólares en 2007 a 3461 en 2017.

Respecto a la adquisición de equipamiento militar, desde 2010, Francia y los EE. UU son los principales proveedores de armas a Marruecos, seguidos de China y los Países Bajos.

 

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