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viernes, abril 19, 2024

La deriva o el arte de caminar, una invitación a descubrir el ensanche de Tetuán

 

Rue20 Español/FEZ

 

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Mustafá Akalay Nasser

 

A la memoria del indisciplinado,

 transgresor y ácrata Guy Debord (1931-1994).

 

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Nada mejor para aproximarse a Tetuán que observarla desde la altura. Y ningún mirador a ras de cielo es más apropiado que el edificio “La equitativa”, El inmueble más emblemático del ensanche. El horizonte abruma con una panorámica donde la línea aerodinámica del arquitecto Casto Fernández Shaw, impone su arquitectura futurista.

 

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La equitativa

 

La medina está recluida en su recinto y más bien conservada, dispuesta a ser recorrida a pie, disfrutando de su escala humana, de su armonía, animada por sus asimetrías y quiebros que juegan con la percepción y los sentidos. Por su riqueza formal y por su llamativa estética, constituye una esplendida muestra de esa tipología urbana tan característica del mundo islámico con la que ha expresado la vitalidad de su vibrante vida ciudadana una sociedad en la que han alcanzado a integrarse, sin perder sus referencias andalusíes, las tradiciones culturales de árabes y magrebíes.

 

La medina tetuaní extiende así su laberinto de callecitas zigzagueantes a veces rebosantes de una intensa actividad comercial y a menudo coronados por arcos, edificada sobre una vertiente que va desde las alturas de la alcazaba, junto al arruinado cuartel de regulares y a las tumbas de los fundadores, hasta el vasto espacio sobre el que descansa la judería, no lejos del Feddan, la plaza de España que se abre ante el palacio Real y sirve de nexo entre la medina y el ensanche español.

 

Ensanche
Ensanche de Tetuán

 

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Pero el desconcierto inicial de quién pasea por la medina da paso poco a poco a la fascinación, caminar por el ensanche es ir descubriendo capas, pliegues, esquinas remotas de la historia. Las huellas estilísticas inscritas y plasmadas en su espacio urbano y que dan forma a su arquitectura, reflejan todavía hoy las ambiciosas intenciones de los diferentes arquitectos y urbanistas españoles. España exporta o desplaza arquitectos que han conseguido que hasta hoy día haya edificios con firma española en todo el norte de Marruecos, los arquitectos españoles hicieron una ingente labor en el protectorado, tanto para el gobierno de turno como para particulares, destacaron mucho en Tetuán realizando grandes obras y edificaciones para viviendas de alquiler y unifamiliares.

 

Paseando o derivando por El ensanche al estilo del “flâneur” de Walter Benjamin , el Tetuán español nos depara varios secretos arquitectónicos, en el caso que nos concierne, se puede asegurar que no hay un estilo único y si todo un conjunto de arquitectos con su propio estilo manifestado en la calidad de sus proyectos realizados en dicho espacio urbano.

 

Los edificios públicos se distinguen por su excepción arquitectónica y su decorativa y simbólica suntuosidad, consolidando así el equilibrio del conjunto. En calidad de capital del Protectorado, Tetuán fue dotada de prestigiosos edificios situados todos en este nuevo barrio: el Ayuntamiento, el Palacio de Justicia, Correos, Hacienda, Asuntos Indígenas. Hasta la guerra civil, la altura de los edificios estaba estrictamente controlada, y las construcciones no sobrepasaban tres o cuatro plantas.

 

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Palacio de Justicia

 

La jerarquía y las dimensiones de las vías crearon una fluida e inteligente estampa visual. Así, la anchura de las calles, que oscila entre 12 y 15 metros, corresponde perfectamente a los tres o cuatro niveles de edificios. Esta original composición produjo un estilo arquitectónico armonioso, bien proporcionado y sobre todo unificado, y una densidad volumétrica equilibrada, que revela las atenciones llevadas a la escena urbana, lo que contribuía a la belleza plástica de la arquitectura. A pesar, a veces, de la simplicidad de las construcciones, cada edificio se inscribe dentro de una lógica de conjunto. El volumen, las proporciones, las formas y el decorado expresan la coherencia de los arquitectos. Ahí es donde reside el encanto de estas manzanas.

 

Desde los años 20, Tetuán recobró los aspectos de una inmensa obra donde los constructores fueron experimentando diferentes corrientes de la arquitectura contemporánea. Una interesante y pintoresca variante del eclecticismo Tetuaní es “la néo-mauresque”. La arquitectura colonial fue relacionada con la arquitectura andalusí, numerosos edificios del ensanche afloran en sus fachadas, el repertorio arquitectónico y ornamental arabizante. Para muchos arquitectos españoles, la funcionalidad y la belleza de las formas emanaban de esa añoranza por lo nazarí granadino reflejada en las construcciones del primer periodo creando un estilo que contribuyó a dar una gran coherencia a los edificios construidos bajo el control de los dos arquitectos de entonces Ovilo y Gutiérrez Lescura, que emplearon un lenguaje formal de la España de los años 20.

 

La adopción del estilo arabizante(“néo-mauresque”) en arquitectura fue una forma del orientalismo que se manifestó en casi toda Europa. Fue el resultado del interés intelectual, científico y cultural por esta herencia durante el siglo XIX. Las imágenes y los discursos esbozaron las primeras formas del orientalismo y fundaron los conceptos que, algunos años más tarde, llegaron con la creación de un visible lenguaje arquitectónico. Esta apasionada atracción por el “oriente” musulmán ya tenía una larga tradición, pues en las áreas literarias y artísticas, el orientalismo estético tenía más de un siglo. Todo un conjunto de ideas, de emociones y de obras circulaba y daba forma a lo imaginario de la época.

 

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En Tetuán, las consecuencias del interés por el arte árabe condujeron a la promulgación del Dahir (decreto) de 1913 que ordenaba la protección total de las medinas. Por eso, la administración colonial estableció la Junta Superior de Monumentos Artísticos e Históricos en 1919. Los promotores de las primeras obras desarrollaron una arquitectura que no consideraban como exótica, debido a la proximidad de Andalucía. Incluso su presencia en Marruecos, y especialmente en una ciudad edificada por los Andalusíes, hacía que estuviesen más atentos a las tradiciones hispano-árabes que pertenecían a la historia de los dos países. La arabización no se limito a los grandes monumentos.

 

Esta corriente atravesó todos los tipos de vivienda y todos los niveles de la arquitectura: la estructura de los edificios, los materiales de construcción y, sobre todo, todas las formas decorativas. Este lenguaje neoárabe fue empleado en los edificios como las mezquitas, el mercado, las escuelas, la estación de ferrocarril, los inmuebles administrativos y residenciales, el matadero y el teatro. Algunos edificios parecen haber dado lugar sólo a meras aplicaciones de elementos decorativos o estructurales que proceden de la arquitectura musulmana, como las almenas, los minaretes, las torres de guardia, los arcos de herradura, o los elementos decorativos, tales como los azulejos, el estuco o la madera esculpida que fueron usados con la finalidad de alcanzar la plástica del arte nazarí.

 

01 Vista de la Medina hacia el barrio del Ayun

 

En los años 30, una nueva orientación de la estética se dibujaba y se concretaba en una visión más sobria relativamente despojada de la primera arabización y más modernista: El Tetuán español como capital del protectorado crecía y se construía a si mismo siguiendo la tradición ecléctica, donde el modernismo se deslizó como una opción decorativa, enfocada a los elementos ornamentales y formales de los edificios a modo de puertas sinuosas, en elementos florales enredados que decoran las fachadas de algunos edificios, zaguanes y escaleras, se contaminan de esta tendencia, que nunca será tan orgánica como en el caso catalán. sino que más aparece con un deseo ornamental suave que contribuye a destacar determinadas partes de los edificios, cuya estructura en general sigue los patrones tradicionales.

 

Lo que llama la atención a primera vista del conjunto de las obras realizadas en Tetuán en esta época es su diversidad y su calidad, es obvio que estas arquitecturas comparten ciertas convicciones comunes y actitudes idénticas en lo que respecta el modo de formular sus respuestas arquitectónicas. La primera convicción evidente es su adhesión a algunos ideales de la arquitectura moderna. Creen en la influencia del clima en la arquitectura mediterránea en este caso la marroquí, en la autenticidad de la expresión constructiva, en la sinceridad de los volúmenes modestos y sin adornos, en la organización regular y racional de los edificios. Asimismo, la necesidad les impone utilizar las capacidades constructivas de una mano de obra artesanal, a través de las cuales se produce un reencuentro con el uso de formas básicas de la arquitectura mediterránea.

 

Ciertamente no les debían de disgustar estas soluciones técnicas que tomaron prestadas directa o indirectamente de formas arquitectónicas propias de culturas pasadas. La ornamentación vetada por el Movimiento Moderno, reencuentra discretamente una razón de ser en el hierro forjado, azulejería, el yeso componentes de la arquitectura popular marroquí. Algo que hoy parece una banalidad pero que hace cincuenta años resultaba excepcional en el entorno de los arquitectos más representativos de la vanguardia es la ausencia total de dogmatismo por su parte en materia de vivienda.

 

Tetuan calle Mohamed Ben el Arbi Torres

 

Nunca pretendieron imponer a los habitantes un modelo de vivienda popular importado de Europa, ni siquiera “inventar” uno que se adaptase a su forma de vida. Su tarea se centrará en retomar la esencia de las tipologías tradicionales, racionalizarlas y exaltar algunas de sus propiedades espaciales: es significativo el hecho de que en materia de vivienda su trabajo fuese dirigido a dos categorías de la población muy lejanas entre sí: por un lado, a la clase pudiente española y hebrea, y por otro a los sectores más pobres entre la población indígena.

 

En los dos casos es evidente que el encargo respondía a motivaciones muy distintas, ya que unos querían vivir una experiencia estética y los otros necesitaban una vivienda acorde con su forma de vida, y los arquitectos adaptaron sus respuestas a los diversos encargos. Sin embargo, lo que ellos proponían con mayor o menor refinamiento pertenecía al mismo orden: la alianza entre modernidad y tradición.

 

A lo largo de este siglo XX, los arquitectos españoles instalados en dicha región encontraron posibilidades idóneas para dar rienda suelta a sus personales creaciones, partiendo de distintos conceptos y agrupados en diferentes escuelas. Este es el caso del omnipresente Carlos Ovilo Castelo que ha sido el definidor del ensanche y con diferencia que más ha construido al gozar en su época de gran reconocimiento y de una clientela fiel entre la burguesía Tetuaní y que con el paso del tiempo su figura se ha visto eclipsada por la sombra de José de Larrucea Garma, Alfonso de Sierra Ochoa y Casto Fernández-Shaw entre otros.

 

 

Mustafá Akalay Nasser es Director de la Escuela Superior de Oficios de la Arquitectura y Construccion (Esmab) en la Universidad Privada de Fez (UPF).

 

 

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