Rue20 Español / Casablanca
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, no ha inventado nada nuevo acerca de la postura histórica española de respaldar el Plan de Autonomía para el Sahara planteado por Marruecos en 2007. Un vistazo atrás demuestra que está decisión se cocinó a fuego lento desde la llegada de Zapatero al Poder en 2004.
Así es inexistente el giro de España en el Sáhara. Con la apuesta española por Rabat lo que se busca es no solo sumarse a lo que ya hicieron Washington, París y Berlín, sino contar con una baza que permita extraer compensaciones marroquís en otros asuntos, subrayó Jesús A. Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), en un artículo publicado ayer en el diario El Periódico.
«un giro, volantazo, vergüenza, traición… Son muchas las palabras usadas para definir lo que la opinión pública española expresó hace ahora un año, cuando el palacio marroquí decidió publicar parcialmente el contenido de la carta del presidente de Gobierno español al monarca alauí alineándose nítidamente con la tesis soberanista de Rabat sobre el Sáhara Occidental», dijo el analista.
Para Villaverde, más allá de las diversas declaraciones y emociones desatadas por esta nueva fase del proceso, una mirada realista a la decisión española permite establecer que: «El sesgo promarroquí de España ya era evidente desde hace años».
«La carta tan solo oficializa una posición que parte del convencimiento de que la supuesta neutralidad previa no rendía ya ningún beneficio ante un vecino que ha convertido en punto central de su agenda la integración territorial de lo que denomina “provincias del Sur”. Con la apuesta por Rabat lo que se busca es no solo sumarse a lo que ya hicieron Washington, París y Berlín, sino contar con una baza que permita extraer compensaciones marroquís en otros asuntos (colaboración en lucha antiterrorista, emigración irregular, narcotráfico, desactivación de contenciosos territoriales…)», aclaró.
Además, afirmó que el Polisario es el gran perdedor neto de lo ocurrido. «Hace ya tiempo que, para la agenda gubernamental española, han quedado convertidos en apenas un asunto humanitario a la baja, de tal manera que no cabe imaginar que en ninguna circunstancia nadie (y eso incluye a Argelia) se la vaya a jugar por defenderlos hasta las últimas consecuencias», reconoció avisando que ni la misma Argelia está dispuesta a contradecir la nueva realidad geopolítica.
Marruecos es un actor importante en la región. «Por último, Marruecos se siente más fuerte. Siempre se podrá argumentar que un año es poco tiempo para resolver problemas que arrastran décadas, pero inevitablemente sabe a muy poco lo logrado (apenas una reducción de las entradas irregulares en territorio español y la reapertura de la aduana en Melilla). Hasta donde sabemos, Rabat no ha tenido que renunciar a ninguna de sus reivindicaciones territoriales ni ha dado garantías adicionales de que no volverá a crispar la relación cuando lo considere oportuno», concluyó el analista.