Rue20 Español/ Rabat
El periódico «Asharq Al-Awsat» escribió que el posicionamiento de los europeos como garantes de los derechos humanos, la democratización y el Estado de derecho, por el mero hecho de ser «europeos», plantea más de un interrogante, en cuanto a la necesidad de superar la «tendencia civilizadora» que acompañó a la expansión colonial durante los últimos tres siglos.
El diario subraya, en un artículo de opinión del ex ministro y miembro de la Cámara de Consejeros, Lahcen Haddad, que los europeos asumen este papel en un momento en que crecen en sus países las tendencias chovinistas y populistas, y aumentan entre sus pueblos las manifestaciones de racismo y el acoso a los inmigrantes.
También se trata de la normalización con el racismo en la opinión pública, en los medios de comunicación y en el espacio público, destaca el medio, que lamenta la falta de interacción con los migrantes abandonados en el mar desde hace semanas a pesar del SOS lanzado por las ONG.
Lahcen Haddad, que también es presidente de la Comisión Parlamentaria Mixta Marruecos-UE, señala en su artículo titulado «،La misión civilizadora del hombre europeo! «que estos intentos recuerdan la época del colonialismo, marcada por la instauración de regímenes de segregación racial en los países colonizados, el saqueo de sus bienes, el empobrecimiento de sus pueblos, el asesinato de sus hijos, así como su deportación «en el marco de un lucrativo comercio de esclavos que sólo terminó a finales del siglo XIX».
Varios historiadores de renombre, como Olivier Le Cour, Michel Foucault, William Cohen y Michel Duchet, han demostrado que la «misión civilizadora» evocada por los franceses para justificar la expansión colonialista durante la Tercera República (1870-1940) se basaba en las dicotomías blanco/negro y salvaje/civilizado, subraya el autor del artículo.
Esta necesidad de civilización es un ideal de la República y de los principios de la Revolución Francesa, de ahí su dimensión universal cuando se trata de civilizar al otro, señala, destacando que el acto de civilización, tal como se llevó a cabo en el marco del proyecto colonialista, se hizo a través de la espada y el libro, a través de la autoridad y el pensamiento y de una jerarquía que hace del europeo un modelo superior y reduce al africano a un aspecto etnográfico admirado por los antropólogos y que sólo merece ser exhibido en los museos, domesticado o exterminado.
Haddad afirma que tales resoluciones e informes pueden ser útiles en sí mismos, pero desde el punto de vista procedimental y político reflejan una visión trascendente que converge con el neocolonialismo, y cita en este caso la resolución del Parlamento Europeo sobre los derechos de prensa en Marruecos, emitida el 19 de enero de 2023.
Esta resolución, señala el autor del artículo, no menciona ni de lejos ni de cerca el papel del parlamento marroquí en el cuestionamiento del gobierno sobre estas cuestiones, ni el debate social sobre la libertad de opinión, ni los informes de las organizaciones de la sociedad civil que critican las restricciones a la libertad de prensa, ni las opiniones de las mujeres víctimas de presuntas agresiones sexuales, entre otras.
En este contexto, considera que «el Parlamento Europeo ha emitido una resolución precipitada, como si Marruecos viviera en un lugar oscuro, donde no hay derechos ni instituciones».
«Ciertamente, estas instituciones son diferentes de las europeas, pero funcionan en un marco dinámico de debates», prosigue, subrayando que subestimarlas e ignorar su papel significa que no responden al gusto cultural e ideológico de los europeos.
En este sentido, Haddad precisa que el etnocentrismo de Europa (y de Occidente en general) la lleva a verse a sí misma como el modelo supremo de democracia y derechos humanos. Y cuando esta postura es adoptada por izquierdistas, ecologistas y anticapitalistas, la contradicción se acentúa aún más, resalta.
La Historia «nos ha enseñado que por mucho que el hombre occidental intente aparentar respeto hacia los demás, su naturaleza orgullosa sale a flote», indica, repasando en este contexto la forma en que los medios de comunicación europeos trataron a los inmigrantes ucranianos como más civilizados que a los iraquíes y sirios, o las críticas de las estrellas de la televisión alemana y danesa a las madres de los jugadores marroquíes en el Mundial de Qatar… Un neocolonialismo intelectual que considera que el modo de vida europeo es el criterio universal por el que se mide el «progreso» de otras naciones.