Rue20 Español/ Doha
Aunque de momento el éxito no ha sido rotundo, las selecciones africanas sobreviven en el Mundial con mejor o peor suerte. Senegal, Marruecos, Túnez, Camerún y Ghana pelean por alcanzar los octavos de final y lo hacen con un orgullo muy local: por primera vez en la historia de la Copa del Mundo, todos los representantes africanos son dirigidos por un entrenador de su país.
África busca la gloria que siempre se le ha escapado con una fórmula más local. De momento, ninguna selección del continente ha llegado a semifinales y sólo tres han saboreado los cuartos: Ghana en Sudáfrica 2010, Senegal en Corea y Japón 2002 y Camerún en Italia 1990. En todos los casos, cayeron de forma trágica: frente a Uruguay en la tanda de penaltis, ante Turquía con un ‘gol de oro’ y contra Inglaterra en la prórroga, respectivamente.
Los tres, lo hicieron bajo la batuta de seleccionadores extranjeros. Camerún estaba a las órdenes del soviético Valeri Nepomniachi; Senegal, en 2002, fue dirigida por el francés Bruno Metsu; y en Ghana, en 2010, estaba sentado en el banquillo el serbio Milovan Rajevac.
FIN DE CICLO: ADIÓS A LOS SELECCIONADORES EXTRANJEROS
Ahora, los tiempos han cambiado. El porcentaje, es revelador. Si en los cinco Mundiales que se han disputado en el siglo XXI el 65 por ciento de los entrenadores de las selecciones africanas que participaron en ellos eran extranjeros (17 de 26), ahora el 100 por cien son técnicos del continente: el ghanés, aunque nacido en Alemania, Otto Addo, entrena a Ghana; el senegalés Aliou Cissé, entrena a Senegal; el marroquí Walid Regragui, entrena a Marruecos; el camerunés Rigobert Song, entrena a Camerún; y el tunecino Jalel Kadri, entrena a Túnez.
Cada país, ha elegido a un técnico de su país. Los tiempos en los que seleccionadores extranjeros se sentaban en los banquillos de los equipos africanos del Mundial, se han terminado. En los últimos 20 años, nombres como el argentino Héctor Cúper, los suecos Sven Goran Eriksson (Costa de Marfil) y Lars Lagerback (Nigeria) o el brasileño Carlos Alberto Parreira (Sudáfrica), son sólo algunos de los que pasaron por una Copa del Mundo sin éxito.
Parece que hay un cambio de tendencia en los modelos a seguir en el fútbol africano. Los resultados, están a la vista. Las dos últimas Copas de África las han ganado dos selecciones con técnicos africanos al frente (Aliou Cissé, con Senegal en 2021 y Djamel Belmandi con Argelia en 2019).
Y, los últimos cuatro ganadores de la Liga de Campeones de África, tenían en sus banquillos técnicos del continente: el marroquí Walid Regragui (Wyhad Casablanca), el sudafricano Pitso Mosimane (Al-Ahly, en dos ocasiones) y el tunecino Mouine Chaabani (Espérance Sportive de Tunis).
De momento, el Mundial de Catar es una incertidumbre para los cinco representantes de África. Sólo una, ha conseguido sumar una victoria. La consiguió Senegal, que doblegó a 1-3 a Catar este viernes para sumar sus tres primeros puntos tras caer en su estreno ante los Países Bajos. Con esos tres puntos, depende de sí mismo. Si gana a Ecuador, estará en los octavos de final.
Marruecos se estrenó con un empate sin goles frente a Croacia y espera a Bélgica con ansiedad para dar un impulso a su candidatura; Túnez también firmó tablas con Dinamarca y se la jugará con Australia, mientras que Ghana y Camerún perdieron sus primeros partidos contra Portugal y Suiza, respectivamente.
2022, EL AÑO DEL CAMBIO
El rumbo de todas, de momento, no es muy diferente al de anteriores Mundiales, pero aún se puede enderezar, aunque sólo uno de los cinco seleccionadores tiene experiencia en el cargo. Cissé, con Senegal, es el único del siglo XXI que ha repetido en un banquillo africano en dos mundiales. Y, además, por el camino, ha ganado una Copa de África.
El resto, curiosamente, llegó a sus cargos en 2022, en el último suspiro antes del inicio del Mundial. Regragui sustituyó en Marruecos a Vahid Halilhodzic en agosto de 2022 después de ganar la Champions Africana. Addo, tras el pobre bagaje de Ghana en la Copa de África bajo el mando de Milovan Rajevac, llegó en marzo procedente del Dortmund, donde ejercía como técnico asistente.
Ese mismo mes, Camerún fichó Rigobert Song para cerrar la etapa del portugués Toni Conceiçao, justo a tiempo para relanzar a su selección en los playoff de clasificación para el Mundial; y en enero de 2022, Túnez anunció a Jalel Kadri, que sustituyó a su compatriota Mondher Kabaier después de cerrar en cuartos de final su aventura en la Copa de África.
Parece que en el sprint final, con excepción de Senegal, los equipos africanos apostaron por los técnicos locales, seguramente con más conocimientos de la realidad del país. Pero, como dijo Cissé, el más experto, en la rueda de prensa previa a su estreno en el Mundial, la apuesta puede ser arriesgada.
«Es un proceso que está despegando. Somos conscientes de que nos observan. Si nos eliminan a todos en la primera ronda, nos dirán a todos que no somos muy buenos. Pero es importante formar una selección que conozca las realidades del país. Estamos muy orgullosos de representar a África con dignidad. Estamos enviando una señal fuerte».
El caso es que, por primera vez en la historia, todas las selecciones africanas apostarán por técnicos de sus países para dar la campanada en el Mundial. Atrás quedan las influencias extranjeras, sobre todo europeas y sudamericanas, para intentar generar crecimiento en un continente que, con esas decisiones, lanza un mensaje alto y claro: África, para los africanos. EFE