Rue20 Español/ Rabat
Ayer se dio el pistoletazo de salida en Rabat al Congreso Internacional sobre «Las relaciones entre Marruecos y España: Miradas cruzadas», organizado por la Fundación Fikr para el Desarrollo, la Cultura y la Ciencia, la Asociación de Regiones de Marruecos, la Universidad Mohammed V de Rabat, la Región Tánger-Tetuán-Alhucemas y el Ministerio de Juventud, Cultura y Comunicación.
Durante su intervención, titulada «Relaciones hispano-marroquíes: el Sahara como trasfondo», Rafael Esparza Machin, especialista en el Magreb, profesor en la Universidad de las Palmas de Gran Canaria y presidente de la Asociación de Cooperación Canarias-Marruecos (ACAMA), ha destacado que «desde el punto de vista espacial, hay una afinidad territorial entre el sur peninsular y el norte marroquí, desde Despeñaperros (Andalucía) hasta el Medio Atlas».
«Esta identidad geográfica ha originado la semejanza humana que existió siempre entre los habitantes de este doble suelo igual del Estrecho», ha agregado.
Según el presidente de ACAMA, «España y Marruecos, dos reinos soberanos, con relaciones de vecindad muy estrechas, conscientes de haber tenido un pasado común, con muchas idas y vueltas; fueron dos caras de un mismo Denario Romano, con una andadura conjunta y que a veces divergía en función de la deriva histórica mediterránea».
«Como decía Joaquín Costa en el discurso pronunciado en Madrid, el 30 de marzo de 1884, y recogido como suplemento a la revista España en África, órgano de los centros comerciales hispano-marroquíes y portavoz de los africanistas españoles, «los marroquíes han sido nuestros maestros y les debemos respeto; han sido nuestros hermanos y les debemos amor; han sido nuestras víctimas y les debemos reparación cumplida»», ha subrayado.
En cuanto a la cuestión del Sáhara marroquí, Rafael Esparza ha explicado que «el problema del Sahara pudo haberse evitado si España hubiese entregado el territorio en 1956, cosa que no hizo, y al igual que el Portugal salazarista transformó el territorio con una provincia española más. España era una dictadura al igual que Portugal y eso alteró la historia».
En su opinión, «la posición del presidente Pedro Sánchez con el reconocimiento de la autonomía, presentada por Marruecos, como la mejor solución para resolver el diferendo del Sahara, no solo es oportuna sino que culmina la labor iniciada por Filipe González y continuada por José Luis Rodríguez Zapatero para zanjar el gran error de no haber devuelto el Sahara a la soberanía marroquí en su momento».
Ha aclarado también que «el concepto de pueblo Saharaui es algo indefinido y evanescente que abarca a los habitantes de los confines de Argelia y Marruecos y se extiende por Mauritania y norte de Mali (etnia Bidan) e incluso alcanzaría Libia y norte del Chad».
«El término Pueblo Saharaui se acuñó desde la Presidencia del Gobierno de España y se empleó por primera vez a principios de los años setenta, cuando el gobierno de Franco, terminado su sueño de una África Occidental Española (AOE) y de la provincialización de esta en dos entidades (Ifni y Sáhara), tiene que enfrentarse al hecho de la descolonización y decide perpetuarse con la adhesión de sus habitantes, vertebrados por partido a «ad hoc», el Partido de Unificación Nacional Saharaui (PUNS). En consecuencia, no puede hablarse de un pueblo reconocible y distinto a los del resto de su entorno. Muchos pueblos no se han constituido en Estado a lo largo de la historia», ha añadido.
El experto en el Magreb ha dejado claro que «el Sáhara Occidental es utilizado por Argelia como un pretexto en su geoestrategia de hegemonía en el Magreb».
«El Polisario actúa como ejecutor de los intereses argelinos y como cabeza de una franquicia económica, auxiliada por múltiples asociaciones, que gestionan copiosos recursos facilitados por la solidaridad internacional ante el panorama de una población, secuestrada, que padece penalidades en un rincón del desierto argelino, mientras que sus dirigentes tienen una vida cómoda dentro y en especial fuera de los campamentos», ha proseguido.
Rafael Esparza Machin ha señalado también que «por desgracia, el conflicto del Sahara sigue presentado uno de los mayores obstáculos para la cooperación intermagrebí, que en colaboración con la U.E. ayudaría a resolver muchos de los problemas de la orilla sur del Mediterráneo».
