Rue20 en español/ Fez
Ismail El Khouaja
José Manuel Albares, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, asumió el lunes pasado su cartera con un mensaje directo a Marruecos: la reconciliación.
Albares dejó Paris y la embajada de España para venir a resolver los problemas diplomáticos que padece España a nivel regional e internacional, sobre todo con Marruecos, América Latina y Estados Unidos.
Entre las prioridades de su departamento, Albares dejó claro que hay que estrechar las buenas relaciones con «la vecindad sur», “especialmente´, con nuestro gran amigo y vecino Marruecos”, tal como dijo el nuevo ministro en la ceremonia de traspaso de la cartera de Exteriores con su predecesora Arancha González Laya.
Su cometido entonces es revertir «todos los errores» heredados de la época de Arancha González Laya, sobre todo la mala gestión diplomática con Marruecos.
Para ello, Albares haya elegido Marruecos como primer destino de su visita como país extranjero, reanudando así la tradición de la Moncloa que Pedro Sánchez había roto. Falta esperar el visto bueno de Rabat.
El nuevo jefe de la diplomacia española es el segundo diplomático que será ministro de Exteriores desde la llegadade Pedro Sánchez a la Moncloa. De hecho, sabrá cómo gestionar la situación con su homólogo Nasser Bourita.
Cuando tomó la posesión como ministra de Exteriores, Laya apostó por una “diplomacia económica”, pero terminó desatando una crisis diplomática en todos los niveles: «En este tiempo, hemos terminado de desaparecer en Latinoamérica, donde nuestra opinión casi ni cuenta; no hay programa transatlántico con Estados Unidos, el peso en la Unión Europea es ridículo -y eso que tenemos a Josep Borrell como Alto Representante- y, sobre todo, la tensión con Marruecos es lo más cercano a un enfrentamiento directo», afirma un alto funcionario experto en política exterior.
Aunque el entorno de Pedro Sánchez justifica la destitución de la ex ministra de Exteriores por “un cúmulo de errores y fracasos”, sin embargo, no cabe duda que su implicación en la acogida secreta del presunto líder del Polisario que desató una crisis sin precedentes con Marruecos fue la principal causa por la cual se vio expulsada por la puerta trasera.
Laya siempre tensaba la cuerda y nunca engrasó los contactos con su homólogo marroquí. Lo que resultó de una escalada por parte de Marruecos que España está sufriendo sus consecuencias: La exclusión de los puertos de España de la Operación Paso del Estrecho, aislamiento aduanero de Melilla, suspensión de la Reunión de Alto Nivel (RAN), etc.
Todo apunta que Pedro Sánchez no supo valorar las relaciones con Marruecos desde su toma de posesión cuando roto la tradicional tradición de la prima visita de un nuevo presidente a Marruecos. Ha tardado en entender el mensaje.
Ahora queda esperar si el sacrificio de sus hombres de confianza que obstaculizaban las relaciones hispano-marroquíes tendrá un resultado.