Rue20 Español/FEZ
Mustafá Akalay Nasser
“he proclamado mi Alfatiha cristianizada junto a mis anonadados hermanos muslimes, ante el viejo mihrab de la venerable aljama de Cairúan y junto a mis hermanos musulmanes me postré en las raakas litúrgicas bajo la radiante cúpula de la Maqsura cordobesa” Alfonso de Sierra Ochoa: La vivienda marroquí (notas para una teoría), editorial Algazara, Málaga 1996.
El presente artículo se propone recordar y visibilizar los arquitectos españoles desplazados a Tetuán en la década 40 y no valorados debidamente hoy por la historia de la arquitectura española. Para ello se busca poner en evidencia no sólo sus aportaciones sino también la influencia que ejerció en su obra la cultura del país de adopción: Marruecos. El Tetuán español destacó entre 1940 y 1956 por la presencia en su suelo de dos estilos arquitectónicos dominantes tales como: La corriente neoherreriana y la corriente moderna.
La corriente neoherreriana
Una vez finalizada la guerra civil española, el régimen de Franco llevará a cabo en el Marruecos jalifiano una uniformidad estilística que viniera a reforzar la imagen de reconstrucción nacional, partiendo del hecho de desestimar todo aquello que el periodo republicano había realizado. Los modelos racionalistas y aerodinámicos son sustituidos por una arquitectura herreriana, rotunda, monumental, plagada de frontones, de columnas y de paramentos revestidos en la que resaltan piezas de piedra: almohadillados, cornisas y columnas, y de los que sobresalen potentes torres en las esquinas, rememorando la arquitectura de El Escorial.
Así mientras en la península se sientan lentamente las bases de la reconstrucción, en Marruecos se plantean nuevos ensanches y se debate sobre la adecuación y preservación estética de diversas formas arquitectónicas. Indudablemente, la explicación a este aparente desajuste radica en la especial consideración con la que el protectorado es tratado por la dictadura de Franco, al ser punto de origen de la rebelión militar de 1936 y territorio con el que se identifican buena parte de los militares africanistas entonces en el poder, así como por la voluntad de convertir la zona en escaparate internacional de las intenciones y los utópicos sueños imperialistas del franquismo de los años 40.
A/ Juan Arrate Celaya
Juan Arrate Celaya, fue nombrado jefe del servicio de arquitectura de la administración jalifiana en 1943 asumiendo así la realización del plan general de ordenación de Tetuán y otras poblaciones en este puesto permanecería hasta 1951, fecha de su marcha de Marruecos. Con el arquitecto vasco Juan Arrate Celaya, llega a Tetuán un doctrinarismo paralelo al de aquellas célebres directrices arquitectónicas de un estilo imperial. Toda la obra de Arrate es extraordinariamente correcta, pulida y cuidada, pero falta de personalidad y energía. Estuvo espiritualmente ausente de Marruecos y nada en su obra se adecua al escenario sobre el que Marruecos se levanta… El arquitecto Juan Arrate Celaya optó por el neoherreriano, muy del gusto de la propaganda franquista en muchas de las realizaciones públicas del Tetuán jalifiano: Correos, Delegación de Agricultura, Pabellones Varela, y en algunos edificios residenciales, convirtiéndose en el más representativo de este estilo arquitectónico.
La corriente moderna
El movimiento inspirado en la arquitectura moderna internacional se expresó también durante aquel periodo y desempeño un papel no menos importante en la confección del espacio urbano del ensanche. A través de sus sobrias líneas y sus desnudas superficies, moldeo relevantes edificios e inmuebles residenciales.
Dos importantes arquitectos José María Bustinduy y Alfonso de Sierra Ochoa perpetuaron y llevaron a la ciudad extraordinarias obras que se caracterizan por un deseo de simplicidad y sobriedad en la forma y desdén por lo decorativo, fueron los introductores en Tetuán de una arquitectura más moderna y vinculada a lo que se hacía en la época en el resto de Europa.
Lo que llama la atención a primera vista del conjunto de las obras realizadas en Tetuán en esta época es su diversidad y su calidad, es obvio que estas arquitecturas comparten ciertas convicciones comunes y actitudes idénticas en lo que respecta el modo de formular sus respuestas arquitectónicas. Estos dos arquitectos creen en la influencia del clima en la arquitectura mediterránea en este caso la marroquí, en la autenticidad de la expresión constructiva, en la sinceridad de los volúmenes modestos y sin adornos de la casa tradicional tetuaní, en la organización racional de la ciudad islámica o Medina.
B/ Alfonso de Sierra Ochoa
Alfonso de Sierra Ochoa, almeriense de nacimiento y barcelonés por residencia, estudioso de la arquitectura tradicional y de la construcción vernácula marroquí, fue una figura clave durante la segunda mitad del protectorado ocupando los cargos públicos de arquitecto municipal, profesor de la academia de Interventores y por su actuación fiscalizadora en las ciudades de Tetuán, Xauen, Castillejos, Río Martín y Rincón del Medik asesorando a los gobiernos provinciales.
Profesionalmente, Alfonso fue un trabajador incansable y continuamente preocupado por ampliar conocimientos. Siempre mostrará como constante preocupación por estar al tanto de los conocimientos arquitectónicos extranjeros y las habilidades constructivas de la arquitectura norte marroquí, que ha estudiado detenidamente in situ durante su larga estancia en Marruecos y sus múltiples viajes tomando minuciosas notas, levantando planos y haciendo fotografías.
La figura de Alfonso de Sierra Ochoa como arquitecto está unida a uno de los hechos más significativos de su producción: la publicación del trabajo “La vivienda marroquí (notas para una teoría)” en donde defiende la vigencia de la vivienda tradicional autóctona frente a su deformación y deshumanización. Este trabajo es quizás dentro de toda su obra, tanto escrita como construida, una de las que mayor popularidad le ha dado y no hay escrito, artículo o libro que trate su obra que no se le cite a través de este texto o estudio y quizás sea esta su paradoja como arquitecto, porque una buena parte de su reconocimiento aparece siempre vinculada a sus escritos y a su necesidad de expresarse teóricamente.
La labor de Alfonso de Sierra Ochoa fue ejemplar, procedente de la escuela de Barcelona, este arquitecto fue un investigador nato y un hombre de terreno, convencido de la necesidad de investigar una nueva arquitectura con el fin de inventar un arte de construir moderno conforme a la arquitectura popular local. A lo largo de su estancia en Tetuán, vivió algún tiempo en la medina para analizar de cerca los aspectos de la arquitectura tradicional musulmana tales como: el funcionalismo orgánico de planta cuadrada, la lógica distribución con salas de enlace, la insolación a través del tragaluz. La ausencia de ornamentación y la funcionalidad con que la arquitectura vernácula gestiona sus necesidades constructivas son estrategias modélicas para el racionalista Alfonso de Sierra Ochoa que ve en ella, además, una manifestación de la ausencia de estilo que persigue en su proyecto de la barriada Muley Hassan. Su actitud frente a las fuentes populares es idéntica a la de la apreciación de la tradición culta: se trata de una base rica sobre la que explorar y elaborar, no un modelo a imitar. Alfonso arquitecto destacado, activo e inquieto, más influyente que parece y sin él cual no se entiende la renovación de la arquitectura tradicional en el Tetuán español, Alfonso de Sierra Ochoa es de esos arquitectos desplazados al norte de Marruecos que todavía esperan que alguien les dirija una mirada valorativa.
C/ Casto Fernández Shaw
Casto Fernández Shaw podría considerarse el gran ecléctico de la arquitectura contemporánea española. En efecto, la impresionante obra de un arquitecto nacido en las postrimerías del siglo XIX mantiene su plena vigencia en los albores del siglo XXI. Artista, inventor, arquitecto, la mixtura de su personalidad se manifiesta a la vez en la sucesión de estilos con los que amenizó su vida, desde el racionalismo al eclecticismo, del regionalismo al futurismo. Un arquitecto que quiso ser ingeniero, de un racionalista y expresionista que estuvo cerca de los miembros del movimiento moderno(CIAM), de un visionario de ciudades futuristas y antiaéreas, que construyó mercados, templos, rascacielos, casas unifamiliares centros de ocio y espectáculos, presas, dibujó faros y torres. Su obra impregna muchas disciplinas, desde el arte, la ingeniería, la arquitectura o el urbanismo, fue un megalómano o visionario como Gaudí del cual se inspiró para proyectar sus torres hiperboloides :“Como siempre, la humanidad no puede ir a saltos, y encontramos el precedente en obras de arquitectura realizadas, como son las de Gaudí, en las que el amor a las formas de la naturaleza y una mayor pureza en los procedimientos mecánicos, al hacer que cada columna soporte la parte de cubierta que le corresponde, de manera que el peso de las naves de sus iglesias va directamente al suelo, sin necesidad de recorrer un largo y complicado camino a través de arbotantes y contrafuertes, que era la característica del arte gótico. Es el primer arquitecto que utiliza formas distintas a las empleadas hasta entonces. Emplea en las bóvedas, primero, paraboloides, que son sustituidos por hiperboloides: toda la obra la realiza con gran pulcritud, y únicamente lo abigarrado de la forma decorativa oculta la estructura, de una belleza indudable.”
Su nombre quedó ligado de por vida a una relación de edificios insignes, de importancia histórica para la ciudad de Tetuán como el mercado y “La equitativa”. Así, en Tetuán según su proyecto ha florecido, blanca y risueña la mole arquitectónica de la compañía de seguros “fundación rosillo”, El edificio de “La equitativa” que constituye uno de los de los hitos más emblemáticos del Tetuán español y bebe de diversas fuentes al racionalismo dominante entonces, se añaden referencias explicitas a la tradición autóctona.
Mustafá Akalay Nasser es profesor en la Universidad Privada de Fez (UPF).