Rue20 Español / Mohammedia
Toufiq Slimani
“Una vez más en la historia de España la política exterior española hacia el Magreb, y en gran medida hacia el Mediterráneo, se va a definir con Marruecos como referencia dominante. El nuevo Gobierno (de Zapatero) se dispone a corregir el giro que otro Gobierno (de Aznar), a su vez, dio a las tradicionales relaciones hispano-marroquíes y al consenso que sobre ellas existía desde la transición”(1), escribió Domingo del Pino, periodista especializado en los asuntos hispano-marroquíes, en un análisis publicado por el Instituto Elcano en mayo de 2004.
17 años después, la historia se repitió, salvando siempre las distancias. Sin embargo, el contexto geopolítico y geoestratégico de ayer no es el de hoy.
En estos tiempos tan tensos a nivel regional e internacional, por diversas razones que no siempre tienen razón, se sabe cómo empiezan las crisis, pero no se sabe ni cuándo ni cómo acaban.
La regla de la irreversibilidad del tiempo se rompe en las relaciones hispano-marroquíes.
Los dos Reinos no han aprendido las lecciones del pasado. Se cometen casi los mismos errores. Se abría una nueva página para cerrar una crisis cíclica, pero nunca para cerrar la crisis de una vez.
El objetivo de este análisis no es echar la culpa a nadie, sino arrojar luz sobre una situación anormal entre dos vecinos.
No voy a volver sobre el pasado lejano, ni el mediano. El propósito es aclarar cómo se desvió la política exterior española acerca de Marruecos desde el año 2020.
Durante las tres legislaturas (1982-1996) de los Gobiernos del PSOE a secas se “mantuvieron buenas relaciones con Rabat” (2). En cambio, durante el mandato del PP, presidido por Aznar, “esas relaciones alcanzaron el momento más bajo desde 1975” (3). Los dos Reinos lograron revertir la situación durante el Gobierno de socialista Zapatero (abril de 2004 y diciembre de 2011). Con Zapatero se forjó una nueva etapa diplomática que rozó la excelencia, a pesar de algunos roces ocasionales. Salió Zapatero, llegó el popular Mariano Rajoy. Las relaciones diplomáticas no solo continuaron, sino que también se mejoraron con Rajoy.
Una moción de censura acabó con Rajoy en junio de 2018, abriendo las puertas de la Moncloa a Pedro Sánchez. Este último se rebeló contra las tradicionales formas entre ambos Reinos: no dedicó su primera visita al Extranjero a Marruecos. El ambiente estaba tenso, y para colmo, Sánchez formó su segundo Gobierno en coalición con Podemos y los republicanos. Sus socios encabezados por Pablo Iglesias no dejan de apoyar al Polisario.
La gota que colmó el vaso fue la acogida clandestina y bajo identidad falsa del presunto líder del Polisario, Brahim Gali, el pasado 18 de abril de 2021. La ex ministra de Exterior, Arancha Gonzalez Laya, fue la señalada, y sacrificada. Salió Laya, aterrizó su sustituto, José Manuel Albares.
Para superar la crisis diplomática con Marruecos heredada del mandato de Aznar, Zapatero nombró a Miguel Ángel Moratinos como nuevo ministro de Asuntos Exteriores, era “quizá el más sensibilizado para lograr la recuperación de la cordialidad con Rabat y restaurar una política mediterránea, no sólo por sus reconocidas cualidades de diálogo, sino también por su experiencia en ese país y en esa zona” (4).
El caso de la última crisis es diferente, Sánchez fichó a Albares para corregir los errores de Laya. El Método Moratinos funcionó, el de Albares no está dando sus frutos. Habrá que repensar la política exterior española en su conjunto hacia Marruecos para no perder mucho tiempo, y de verdad, no lo hay.
Si hay voluntad, Albares puede aprender de los manuales de Moratinos y José Manuel García Margallo, ex Ministro de Exteriores, entre diciembre de 2011 hasta noviembre de 2016. “La historia nos enseña que casi todas. Lo importante es el diagnóstico y la reacción y, por supuesto, aprender de los errores y aciertos del pasado, de eso va precisamente mi próximo libro España en su Laberinto, que espero que esté en la calle muy pronto”(5), sentenció Margallo en una entrevista concedida hoy al diario La Razón.
«En la escena internacional estamos en la irrelevancia, con un deterioro de las relaciones con Marruecos y un presidente del Gobierno sistemáticamente ignorado por los líderes de la Alianza Atlántica. ¿Cómo se va a fiar nadie de un gobierno en el que se sientan comunistas que piden la disolución de la OTAN justo cuando Rusia está arrasando Ucrania? Además, estamos ante una amenaza separatista que pone en riesgo la esencia misma de España» (6), explicó Margallo.
El “III plan África: España y África: desafío y oportunidad”, lanzado por el primer Gobierno de Sánchez y con Josep Borrell como ministro de Exteriores, parecía que España optaría por el reforzamiento de la asociación y vecindad con Marruecos.
“Marruecos, que ha reingresado en la UA y solicitado pertenecer a la CEDEAO, desarrolla una intensa estrategia con la idea de convertirse en plataforma económica y comercial para África, y constituye un potencial socio para desarrollar acciones de triangulación en el seno del propio continente” (7), dice el III plan África.
Con el volumen de intercambios doblado en los seis últimos años, ya que Marruecos se convirtió en el segundo destino de las exportaciones españolas fuera de la UE, sólo superado por EEUU, todos los caminos conducían a lanzar una nueva etapa de una avanzada alianza estratégica en todos los campos.
También para pensar en cómo plantear las diferencias, empezando por el conflicto del Sahara y la situación de las ciudades ocupadas de Ceuta y Melilla. Pero las cosas no fueron así.
También el Plan “Foco África 2023” lanzado en marzo de 2021 por el Gobierno español de Coalición con Laya como titular de Exteriores va en la dirección de crear una asociación estratégica hispano-marroquí para facilitar la penetración de España en África.
El Plan considera a Marruecos y Senegal como países “ancla y piloto” para el futuro de España en África. Unos días después, el gobierno español acogió a Brahim Gali, y todo vino abajo.
El Gobierno español insiste en la última Estrategia de Seguridad Nacional en “La cooperación con los vecinos fronterizos, Francia, Andorra, Portugal y Marruecos es especialmente relevante” (8).
Pero, en realidad, el Gobierno español no hace nada para curar las heridas abiertas en Marruecos por la acogida de Gali. La confianza es un elemento muy importante en las relaciones internacionales. Marruecos ha declarado más de una vez que la confianza es más importante en sus relaciones con Europa.
“La prioridad de España en el Magreb es promover un espacio de seguridad, estabilidad política y desarrollo y contribuir a enfrentar amenazas, como el terrorismo o el crimen organizado, desde un enfoque de colaboración con países que son socios y amigos preferentes de España. La relación de España con Marruecos y Argelia es de buena amistad, desde la premisa de la cooperación leal y el respeto a las fronteras mutuas. La colaboración con estos países en aspectos relacionados con la seguridad, como los tráficos ilegales o el terrorismo, complementa unas sólidas relaciones basadas en el diálogo político, las relaciones comerciales y los vínculos energéticos” (9), dice la Estrategia de Seguridad Nacional elaborada por el Gobierno de Sánchez sin mencionar el conflicto del Sahara.
En cambio, el Gobierno español dejó muy clara su postura hacia el expediente del Sahara en el informe “Estrategia de Acción Exterior” que establece las líneas básicas, principios e instrumentos que guiarán la acción exterior de España en el período 2021-2024.
Entre las cuatro propuestas e iniciativas concretas de actuación para el período 2021-2024 destacan las siguientes: “Refuerzo de la interlocución y el diálogo político con todos los países de la región y celebración de consultas políticas y Reuniones de Alto Nivel con los países del Magreb, en especial con Marruecos y Argelia, a través de estrategias específicas de colaboración con ambos” y el “impulso a los esfuerzos de la ONU para alcanzar soluciones políticas en el Sáhara Occidental” (10).
“En los dos países centrales del Magreb para España, la relación con Marruecos viene definida tanto por una contigüidad geográfica como por la intensidad y la amplitud de los intereses y desafíos compartidos. Estos elementos, sin parangón en otros países, exigen como prioridad de acción el desarrollo de relaciones de concertación política y de cooperación multisectoriales tan amplias e intensas como sea posible, con el objeto de favorecer una progresiva convergencia que garantice en última instancia la estabilidad de la relación y la preservación de nuestros intereses nacionales” (11), se subraya en la Estrategia de Acción Exterior.
Pero en el mismo informe se confirma que España está, por el momento, bajo la presión de Argelia. Los problemas geopolíticos actuales, sobre todo la crisis energética, la inestabilidad en el Sahel y la inmigración dejan a la Moncloa en manos del régimen argelino.
“El mayor país africano y con gran peso en el Sahel, la prioridad se cifra en términos de estabilidad y seguridad regional, de impulso económico, suministro energético y gestión migratoria. La prioridad de acción viene definida por el refuerzo del diálogo político y de la interlocución sectorial en aquellos ámbitos prioritarios y el fomento de las interdependencias económicas” (12), explicó Estrategia de Acción Exterior.
Cuando el cuerpo avisa hay que parar y reflexionar. A pesar de la crisis diplomática inacabada, Marruecos sigue su cooperación económica, empresarial, cultural y de seguridad e inteligencia con España.
Nuestro objetivo no es echar leña al fuego ni hacer leña con el árbol caído, sino advertir sobre la gravedad de la prolongación de la crisis.
Cuando Albares o Sánchez dicen que todo va bien con Marruecos y estamos en el camino, y después se reúne con Gali (la historia se repite), lo que hace es vender la piel del oso antes de cazarlo.
Antes escribí que Sánchez conoce el camino que le puede llevar a la reconciliación con Rabat, pero no quiere y no puede.
Termino haciendo mías las palabras de Mustapha Sehimi, periodista y politólogo marroquí, cuando se preguntó el 21 de diciembre de 2003: Entre Marruecos-España: ¿qué normalización? En aquel artículo publicado por la revista AFKAR había avisado: “Las posibilidades de que Marruecos y España tengan una relación privilegiada se han visto contrariadas por diferentes crisis cíclicas. Hay que poner en marcha los instrumentos que suavicen las diferencias entre ambos países”.
19 años después, las crisis cíclicas siguen rigiendo el destino de los dos países. Los efectos de la crisis de Perejil (julio 2002) se acabaron con la salida de Aznar y la entrada de Zapatero y Moratinos. Con la crisis del PP, Sánchez ya tiene un pie en la próxima legislatura, excepto sorpresas grandes. Hoy hay más señales de la prolongación de la crisis que de su resolución.
Referencia
1- https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/por-una-nueva-politica-exterior-hacia-el-magreb/
2- https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/por-una-nueva-politica-exterior-hacia-el-magreb/
3- https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/por-una-nueva-politica-exterior-hacia-el-magreb/
4- https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/por-una-nueva-politica-exterior-hacia-el-magreb/
5- https://www.larazon.es/espana/20220305/aewllormbrbdncunfatovjk7uu.html
6- https://www.larazon.es/espana/20220305/aewllormbrbdncunfatovjk7uu.html
7- http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/SalaDePrensa/Multimedia/Publicaciones/Documents/2019_PLAN%20AFRICA.pdf
8- file:///C:/Users/ADMINI/Documents/2022/3/BOE-A-2021-21884.pdf
9- file:///C:/Users/ADMINI/Documents/2022/3/BOE-A-2021-21884.pdf
10- http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/SalaDePrensa/ElMinisterioInforma/Documents/ESTRATEGIA%20ACCION%20EXTERIOR%20ESP.pdf