Rue20 Español/FEZ
Ismail El Khouaja
El aniversario del 20 de febrero de este año ha coincidido con dos factores que llevan días afectando a la sociedad marroquí, la sequía y la subida de precios.
Varios ciudadanos salieron a las calles de las importantes ciudades del Reino para criticar la situación que vive el país.
Estas protestas pacíficas y la interacción del Estado con las reivindicaciones demuestran lo mejor de Marruecos. La capacidad del Estado de atender y entender a los ciudadanos. Marruecos es un ejemplo en la región, ya que es casi el único país que se interactuó con las reivindicaciones de los ciudadanos en 2011.
Al contrario de algunos países de la región que han optado por la opresión, el Gobierno marroquí escucha a los ciudadanos, y trabaja para minimizar los efectos de la sequía, la pandemia y las los cambios geopolíticos, empezando por los efectos de la tensión entre Rusia y Occidente por Ucrania.
Marruecos está viviendo uno de los peores años que afectaría a su economía. Ya no se habla del retraso de las lluvias, sino de la sequía y sus secuelas, sobre la economía de los países, especialmente si se trata de un país agrícola como es Marruecos. A saber, la agricultura supone más del 16% del PIB marroquí. El 40 % de la población activa trabaja en el sector agrícola.
Además de la sequía está la frenética subida de precios que conocen varias mercancías, sobre todo de productos alimenticios y energéticos, debido a la crisis energética que vive el globo con el conflicto ruso-ucraniano.
Una vez anunciada una posible invasión de Rusia a Ucrania, los precios de dichos materiales se duplicaron en todos los países del mundo y Marruecos no es una excepción.
Además del conflicto ruso-ucraniano, a Marruecos le está afectando el cierre del Gasoducto Magreb-Europa (GME) que parte de Argelia y pasa por territorio marroquí para llegar a España.
A pesar de los megaproyectos que Marruecos lleva inaugurando desde hace dos décadas en materia energética, sin embargo, el inesperado e incomprensible cierre unilateral del GME por el régimen de Argelia ha supuesto un problema para la seguridad energética del Reino.
Las alternativas del Reino en esta materia tendrán su efecto a medio y largo plazo. Mientras tanto, Marruecos tiene que encontrar soluciones inmediatas que no afectan la subida de precios para los ciudadanos.
Otro problema es que Marruecos todavía no cuenta con una rifeneria de gas natural, por lo cual la importación de dicha materia tendrá su coste.
Todo esto coge por sorpresa al gobierno marroquí y complica su trabajo. Este nuevo gobierno tomó las riendas del poder en plena pandemia, luego el cierre del GME, la sequía y ahora el conflicto ruso-ucraniano. Una misión nada fácil.
Esto no impide que el gobierno asume parte de la responsabilidad a este clima que vive el país. Si añadimos a eso, la falta de comunicación entre el gobierno y el pueblo.
Ante esta situación, el rey Mohamed VI dio sus altas instrucciones para paliar los efectos de la posible sequía, prestando asistencia a los agricultores afectados.
«El Rey ha dado sus altas instrucciones para que el Fondo Hassan II para el Desarrollo Económico y Social contribuya con un importe de 3.000 millones de dírhams a este programa, que necesitará un dotación financiera global estimado en 10.000 millones de dírhams. Este programa se articula en torno a tres ejes principales: – El primer eje se refiere a la protección del capital animal y vegetal y a la gestión de la escasez de agua; – El segundo eje se refiere al seguro agrícola; – El tercer eje está relacionado con el alivio de las cargas financieras de los agricultores y profesionales, la financiación de las operaciones de abastecimiento del mercado nacional en trigo y forraje, además de la financiación de las inversiones innovadoras en el ámbito del riego», según un comunicado del Gabinete Real.
Las nuevas instrucciones reales son buena noticia para el mundo rural marroquí. El gobierno tiene la cometida tarea de saber gestionar este importe de dinero empezando por los agricultores afectados.
Asimismo, el gobierno tiene que resolver primero el problema de comunicación con el pueblo marroquí. Hablando se entiende la gente y mientras no haya comunicación, la tensión se incrementa.