Rue20 Español/Málaga
Pedro I. Altamirano
Los conflictos diplomáticos son naturales, incluso necesarios para las relaciones internacionales. Siempre surgen roces y discusiones. Para eso existe la diplomacia, para resolver los problemas de forma pacífica, razonable y beneficiosa para ambas partes. Este ha sido el caso del último conflicto bilateral germano marroquí con respecto al Sahara.
En este sentido, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, envió un importante mensaje al rey de Mohamed VI de Marruecos en el que consideró la propuesta marroquí de autonomía como buena base para resolver el conflicto del Sáhara Occidental, en una nueva señal de deshielo diplomático tras más ocho meses de crisis bilateral. Alemania considera el plan de autonomía presentado en 2007 como un esfuerzo serio y creíble, y buena base para llegar a un acuerdo a este conflicto regional.
Esta nueva postura Alemana con respecto al Sáhara marroquí, pone fin al conflicto y abre de nuevo la puerta a la cooperación bilateral. Al mismo tiempo se une a la postura de Estados Unidos, Israel y el creciente número de países que apoyan y reconocen la solución autonómica propuesta por Marruecos para el Sáhara como mejor solución al largo conflicto. Un importante apoyo ya que hay que recordar la influencia alemana en el seno de la Unión Europea.
Esto supone otro duro golpe para la banda armada del Frente Polisario y al gobierno militar argelino que lo soporta y apoya, ya que visualiza a las claras el aislamiento internacional del Polisario. Al mismo tiempo, deja cada vez más aislada a España con su apoyo a la banda armada y su acercamiento a Argelia, demostrado de forma continua por el gobierno Sánchez.
El llamado caso “Ghali” fue el detonante del mayor conflicto bilateral hispano marroquí que continua sin resolver. Pero del mismo modo, el acercamiento español al régimen argelino con la indecente entrega de activistas democráticos argelinos al gobierno argelino. El apoyo institucional de muchas administraciones españolas a las asociaciones españolas pro Polisario, o la visita al líder de la banda, y presunto genocida Brahim Ghali en Tinduf por parte de políticos como el senador Koldo Martínez Urionabarrenetxea, dejan clara la posición de la actual administración española con respecto al Sáhara, muy alejada de la actual propuesta de solución autonómica.
Esto deja a España cada vez más aislada del centro neurálgico de la solución del conflicto, y contra las cuerdas en las importantes relaciones económicas y estratégicas, no ya sólo con Marruecos, sino con la comunidad internacional a la que pertenece. España ha tenido una situación de privilegio con respecto a Marruecos, de la que es aún el mayor inversor económico, e importante nudo de conexión Europa-África. Posición que ha perdido ya sin duda alguna, tanto en lo económico por las importantes inversiones en Marruecos de los Estados Unidos, Israel, Reino Unido, Países del Golfo, a la que se le acaba de unir Alemania, y en la influencia cultural y social.
Las consecuencias, de la equivocada y perjudicial actitud española se con Marruecos, comienza a visualizarse de forma clara, más cuando el Gobierno argelino en el que confiaba, le acaba de dar un duro golpe a España en la línea de flotación de las relaciones con Marruecos, al declarar que España mantiene ocupada las Islas Canarias, Ceuta, Melilla e islas. Un durísimo revés político internacional que ahonda aún más en la verdadera intención política argelina, que no es otra que incrementar y tensar la cuerda del actual conflicto hispano marroquí, y desestabilizar el área que tanto persigue Argelia. España hoy es una marioneta en manos del régimen totalitario de los generales argelinos, que la utiliza para sus intereses del mismo modo que lleva décadas utilizando al Polisario.
España debe reaccionar de inmediato. No puede perder un momento más en girar 180 grados su actual postura con respecto a Marruecos, al Sáhara que abandonó sin una solución razonable, y a la comunidad internacional. España es la pieza más importante del conflicto por su responsabilidad histórica. No puede seguir de espaldas a la realidad.
España debe reconocer de inmediato la soberanía del Reino de Marruecos sobre el Sáhara marroquí. Seguir el camino de Felipe González con la expulsión de los delegados de la inexistente RASD y la banda armada del Polisario, el cierre de sus delegaciones, y la retirada de todas las ayudas institucionales. Abrir consulados en El Aaiún, Dakhla, Smara, abrir delegaciones del Instituto Cervantes que bastante abandonado esta el Castellano en la antigua provincia española, e incrementar al máximo de lo posible las relaciones bilaterales. España debe volver a ser la puerta de Europa para Marruecos y África, ser un socio geoestratégico diplomático y militar en el importante eje Baleares – Estrecho- Canarias y en la lucha contra el terrorismo en el Sahel.
Sólo de ese modo España podrá recuperar su sitio e influencia en el área, recuperar la confianza internacional, de la Unión Europea y la OTAN a las que pertenece, y convertirse en el valedor de Marruecos en Europa como países hermanos que somos en base a los milenios de historia en común.
Politólogo español