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viernes, noviembre 22, 2024

Driouch: Alemania le enseña la pista correcta a España hacia Marruecos

 

Rue20 Español / Tánger 

 

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Nabil Driouch 

 

La mejor lectura de los acontecimientos presentes pasa por examinar y releer las lecciones del pasado. 

 

No es posible comprender el impacto de la decisión de Marruecos de restablecer sus relaciones diplomáticas con Alemania sobre España sin antes pasar por lo que Alemania representa históricamente para esta última.

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La España del general Franco estuvo a punto de participar junto con Alemania en la Segunda Guerra Mundial, pero una rápida reunión entre Franco y Adolf Hitler, organizada por el embajador de España en la Alemania nazi, Eugenio Espinosa de los Monteros, hizo que Franco cambiara la idea de participar en esa guerra y que se conformara con dar apoyo político a Hitler.

 

Por ejemplo, expresando su apoyo a Alemania, el consulado nazi en Tánger, durante el período de ocupación española de la ciudad internacional que duró casi cuatro años, se transformó de un pequeño Edificio, que hoy se llama los “hermanos Fuentes” en el zoco interno, en un edificio de la delegación central con vistas a la Plaza 9 de abril, cuando la bandera nazi con su esvástica ondeaba durante unos años, mientras los folletos nazis en árabe llenaban las calles y los mercados.

 

También hay otro detalle histórico sobre el encuentro de Franco con Hitler. El embajador de España en la Alemania nazi que organizó el encuentro, Eugenio Espinosa de los Monteros, es el abuelo del actual destacado líder en el Partido de extrema derecha Vox, Iván Espinosa de los Monteros, que es el portavoz oficial de Vox en el Parlamento español.

 

Otro pequeño detalle es que el padre del líder de extrema derecha no es otro que Carlos Espinoza de los Monteros, quien dirigió la sucursal de la empresa alemana “Mercedes” en España durante varias décadas antes de convertirse en consultor y miembro de importantes empresas financieras españolas e instituciones económicas, como Telefónica y el banco Santander.

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Además, después de la derrota de Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial, España constituyó una base para albergar a varios destacados líderes nazis que se convirtieron en empresarios y propietarios inmobiliarios en las zonas turísticas españolas de las costas de Valencia, Costa del Sol.

 

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) no perdía de vista a esos líderes nazis. Pero, en cambio, los aparatos de Franco los cuidaban y protegían. 

 

Uno de estos empresarios más destacados es Otto Skorzeny, uno de los líderes cercanos a Hitler, se hizo famoso por la operación para rescatar al líder fascista italiano Benito Mussolini durante su liderazgo del equipo de fuerzas especiales nazis, y se convirtió en uno de los héroes nazis muy cercanos a Hitler y vivió tranquila y pacíficamente en la Calle de la Montera, en el corazón de Madrid y formó parte de la clase alta de Madrid durante el franquismo.

 

La memoria colectiva española tiene una imagen positiva sobre Alemania. Esta última fue refugio de miles de pobres de la Península Ibérica que buscaban un futuro mejor para sí mismos y para sus descendientes, lo que quedó reflejado en el cine español en varias películas que muestran a familias españolas esperando a que sus hijos regresen del país del exilio (Alemania) en coches Mercedes o Volkswagen, cargados de regalos e historias sobre la Europa avanzada, situada más allá de los Pirineos.

 

Incluso tras la muerte de Franco y la transición de España a una monarquía parlamentaria, Madrid vio en Berlín como uno de sus grandes protectores dentro de los pasillos de la Comunidad Europea y más tarde de la Unión Europea, especialmente con el problema de Gibraltar con Gran Bretaña, que creó un conflicto de intereses entre Madrid y Londres. 

 

Durante su última crisis diplomática con Marruecos, Madrid buscó utilizar la tarjeta alemana contra Rabat, con mucha malicia, hasta el punto de creerse que era «el dueño de Berlín» (o sea, que podía dirigir e influir en Alemania).  

 

Sin embargo, existe un pequeño detalle del que Madrid no se dio cuenta, es que la mentalidad de los alemanes difiere de la de los españoles. 

 

Prueba de ello, cuando se produjo el cambio político en Alemania, Berlín no dudó en reorganizar sus políticas exteriores y darse cuenta de la importancia de Marruecos y sus oportunidades perdidas en el desarrollo de relaciones sólidas con un país que se ha convertido en una potencia regional en el Magreb y en la principal puerta de entrada hacia la África prometedora. 

 

Berlín estudió el asunto con detenimiento y envió señales muy claras a Rabat, que este último pudo descifrar inmediatamente devolviendo a su embajadora a la capital, Berlín. En fin, el pragmatismo político fue la lógica que había regido las posiciones de los dos países.

 

España volvió nuevamente a resentir su decepción sin darse cuenta de que aún no entendió las señales que le había enviado Marruecos durante el pasado verano.

 

Sus «decisiones complejas» le hicieron perder varias oportunidades en las que Rabat fue quien tomaba la iniciativa. 

 

En efecto, Madrid recurrió al lamento para interpretar la posición de Alemania como un “abandono” y una “traición”. 

 

La realidad es que la política exterior es el arte de lograr el interés, cosa que la política exterior española no logró hacer durante los últimos años. 

 

En lugar de actuar con una lógica pragmática, España optó por perseguir el espejismo y perder el tiempo en vano.

 

Nabil Driouch, escritor, especialista en las relaciones hispano-marroquíes y autor del libro ‘La vecindad cautelosa’.

 

Traducción de Mohamed Charbi

 

 

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