Rue20 Español/ Mohammadia
Toufiq Slimani
Las relaciones bilaterales entre Marruecos y la Unión Europea están aparentemente en el punto cero. En otras palabras, están en el camino sin caminar. Sin brújula ni estrategia resulta difícil que el barco europeo-marroquí navegue en las nuevas aguas turbulentas y agitadas por diversas razones. La política europea trazada por el veterano español Josep Borrell hacia Marruecos refleja la crisis estructural de la Política Exterior europea.
Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y Vicepresidente de la Comisión Europea, salió en enero de 2019 del Ministerio de Exteriores de España hacia Bruselas. Un diplomático calificado desde muchos años como ‘amigo de Marruecos’. Pero la crisis diplomática inacabada entre Madrid y Rabat ha evidenciado que Borrell es amigo y aliado de su país. Lógico. Pero su apego a Madrid está perjudicando a la misma Unión Europea.
Borrell está en un conflicto de interés real. Un conflicto entre el deber de defender los intereses europeos como jefe de la Diplomacia Europea y los intereses personales de un representante del Gobierno de Coalición español encabezado por la variante sanchista-podemista.
En este caso Borrell tiene intereses personales y un compromiso con quienes le han mandado de vuelta y a lo grande a Bruselas en diciembre de 2019. Todo esto, sin lugar a dudas, está influyendo directa o indirectamente en su actitud y su visión diplomática de las relaciones europeo-marroquíes.
Borrell pierde la brújula
Borrell público el día 24 de noviembre 2021 un artículo en el diario El País titulado “Una brújula estratégica para Europa” en el que afirma que “La UE está en peligro, algo que se percibe por tener un alcance económico menor, un entorno estratégico más disputado y unos valores cuestionados. Es necesario cumplir con nuestras responsabilidades de seguridad”.
Hago mías las palabras de Borrell para afirmar que la Unión Europea necesita también una brújula que ayude a encontrar el camino hacia una “Asociación Estratégica” sólida y fiable con Marruecos. Tal vez Borrell necesite redactar un “Compás Estratégico” entre Bruselas y Rabat.
Desde su nombramiento como Jefe de la Diplomacia europea, el 1 de diciembre 2019, procedente del Ministerio de Exteriores español, Borrell no ha podido reactivar ni meter sangre nueva en las relaciones entre Marruecos y UE. Sus pocos encuentros y contactos públicos con su homólogo marroquí, Nasser Bourita, demuestran que la UE no ha logrado interpretar la nueva realidad geopolítica en la región.
En 2000 entró en vigor el Acuerdo de Asociación entre la UE y Marruecos. Después de dos décadas, Marruecos solo ha logrado gradualmente ser un socio privilegiado de los Veintisiete. Pero a lo largo de esos años, la UE no adoptó ninguna postura atrevida y clara hacia los intereses estratégicos de Marruecos, tampoco está (Europa) ayudando para resolver el conflicto del Sáhara. Algo que daría a entender que la actitud de España y la Unión Europea se dirige contra Marruecos. Parece que los dos no desean, en el fondo, que se resuelva el conflicto del Sáhara de una vez.
“El Acuerdo Euromediterráneo de Asociación UE-Marruecos, firmado en febrero de 1996, y que entró en vigor en marzo del 2000, es un Acuerdo de Asociación que establece una zona de libre comercio para los productos industriales. Con el objetivo de seguir avanzando en la liberalización comercial, se negoció un nuevo protocolo agrícola, en octubre de 2012. El Acuerdo de Asociación también abarca la liberalización progresiva del comercio de servicios y el derecho de establecimiento, de conformidad con el GATS”, según la Web del Ministerio español de Industria, Comercio y Turismo.
“En marzo de 2013, se lanzaron las negociaciones para un DCFTA con Marruecos, aunque éstas se suspendieron en 2014. La UE continúa a la espera de que las negociaciones puedan retomarse, una vez que ya se han acordado los nuevos protocolos del acuerdo agrícola, tras la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE, sobre su aplicación a los productos del Sáhara”, agrega la misma fuente.
Además, Marruecos es el mayor socio comercial de la UE entre los países de la vecindad Sur, con el 25% del comercio total de bienes de la UE con la región. La UE es el mayor socio comercial de Marruecos y representó el 56% de su comercio de mercancías en 2019. El 64% de las exportaciones de Marruecos se dirigieron a la UE y el 51% de las importaciones de Marruecos provinieron de la UE, según los datos de la Comisión Europea.
La misma Comisión europea afirmó que “en 2021, en virtud del nuevo Documento de revisión de la política comercial de la UE, la UE se ha ofrecido a discutir la modernización de las relaciones comerciales y de inversión con Marruecos, para adaptarlas mejor a los desafíos actuales”. Sin embargo, el diálogo, por lo menos en público, brilla por su ausencia entre Rabat y Bruselas. Si hay buenas intenciones europeas, todo eso debe ayudar a implantar una ‘.Alianza Estratégica’.
El efecto alemán
El nuevo Gobierno de Coalición alemán liderado por el socialdemócrata, Olaf Scholz, quien sustituye a la democristiana Angela Merkel tras sus 16 años en el Poder, ya se dio cuenta de la política irracional borrelista hacia Marruecos.
Berlín se está acercando cada vez más a Marruecos. Los países de la Europa Central están también al corriente del intento de sanchizar y podemizar la política exterior europea. La nueva ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, se desmarca de la política de Borrell y sus padrinos en la Moncloa.
La nueva ministra alemana ha expresado últimamente su disposición a trabajar con Marruecos. Amén de asegurar que «con su plan de autonomía presentado en 2007, Marruecos aporta una importante contribución a un acuerdo de paz» en el Sáhara.
Los mismos españoles están muy conscientes de que su Gobierno y su gran representante en la Diplomacia Europea están debilitando tanto a la política exterior española como a la europea.
“Alemania está reajustando su política exterior a la velocidad del rayo. En solo siete días, la nueva ministra federal de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, líder de Los Verdes, ha aumentado la presión sobre Rusia y ha ofrecido una entente a Marruecos, en plena sintonía con Estados Unidos”, explicó el analista y periodista español, Enric Juliana, el pasado 16 diciembre 2021, en un artículo titulado “El nuevo juego alemán y España”, publicado por La Vanguardia.
No estamos diciendo que Borrell forma parte de la panda de Sánchez, Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, pero su contagio por la variante sanchismo-yolandismo es total. Quizás necesite una cuarentana o una vacuna antipodemista.
Borrell sigue pensando en el Palacio de Santa Cruz, en vez de mejorar las relaciones bilaterales con Marruecos. Borrell no estuvo a la altura de las aspiraciones de quienes aspiran a la buena vecindad y la asociación estratégica. Sin querer, tal vez, Borrell se haya vuelto más sanchista que Sánchez.
En realidad, Borrell era el gran fichaje de la primera versión del Gobierno de Sánchez en junio de 2018. Se decía que Borrell era el “amigo socialista” de Marruecos en la nueva variante del partido socialista liderado por Sánchez a pesar de la resistencia de su maestro Felipe Gonzales y los barones del partido.
Borrell fracasó en convencer a Sánchez de la necesidad de respetar las normas no escritas, entre ellas dedicar el primer viaje exterior a Marruecos. Arrancó de mal pie, y luego de mal en peor. El 1 de diciembre de 2019, le tocó el Gordo (nombramiento) a Borrell. Un regalo de Sánchez, Podemos y sus socios. Borrell nunca les decepcionó.
El juego de la españolización
El juego de Borrell, Sánchez y Podemos continúa. Este triángulo se convierte también en un juego diplomático triangular tras nombrar, anteayer lunes, a la diplomática española Patricia Llombart como embajadora de la UE en Marruecos.
Estamos asistiendo a la españolización de la política exterior europea hacia Marruecos. En plena crisis diplomática entre Madrid y Rabat, en plena inercia diplomática entre Rabat y la UE, la españolización de la representación diplomática europea en Marruecos podría agravar más la crisis actual.
Llombart ha sido nombrada desde 2018 como jefa de delegación de la UE en Colombia hasta el pasado verano. Si las relaciones hispano-marroquíes y europeo- marroquíes, estuviesen en sus mejores momentos, la españolización podría ayudar a la reconciliación. Pero, dada la situación actual, podría producir un efecto contrario.
El Rey de Marruecos nombró, el pasado martes (14 de diciembre 2021), a nuevos embajadores en los cinco continentes. Sin embargo, nada de nuevo acerca de los embajadores de Marruecos en la UE y Madrid. La embajadora marroquí, Karima Benyaich, todavía no ha regresado a Madrid desde mayo de 2021.
En la lista de los nuevos embajadores recibidos por el Rey no figuraba el nombre del embajador del Reino en la Unión Europea, Youssef El Amrani, nombrado en octubre pasado .
Parte de la explicación la aportó el diario Africa Intelligence, revelando que Youssef El Amrani aún no ha sido aceptado como embajador de Marruecos en Bruselas por tensión entre Marruecos y la Unión Europea. Ninguna información oficial ha confirmado que Borrell aceptó o no a Youssef El Amrani, un gran conocedor de las relaciones hispano-marroquíes.
Borrell adopta una táctica hacia Marruecos basada en ‘jugar en campo contrario’ para presionar a Rabat para que acepte la vuelta a la normalidad diplomática con la España de Sánchez.
Es la mejor oportunidad de Borrell para devolverle a Sánchez el favor/regalo del 1 de diciembre de 2019. Sin embargo, esta táctica le podría salir rana tanto a España como a la UE.
Marruecos está optando ahora por otros socios estratégicos más fiables y pragmáticos. Pragmática y fiabilidad brilla por su ausencia tanto en España como en la Unión Europea.