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lunes, enero 27, 2025

La «certificación halal» de la Gran Mezquita de París: un mecanismo opaco al servicio del régimen argelino

Rue20 Español/ Uxda


La reciente investigación del diario francés
L’Opinion revela un entramado financiero opaco, donde la Gran Mezquita de París (GMP) se ha transformado en una herramienta más del régimen argelino. Esta institución, que históricamente fungió como un puente cultural y religioso en Francia, ha sido cooptada bajo el pretexto de la certificación halal, estableciendo un monopolio que genera millones de euros anuales en un contexto de total opacidad. Esto, lejos de ser un simple tema comercial, es una muestra más de las prácticas corruptas de un régimen que utiliza todos los medios a su alcance para consolidar su control y financiar su aparato de poder.

Desde la firma de la controvertida convención en 2022 entre la GMP y el ministro de Comercio argelino, Kamel Rezig, este sistema monopolístico impone una «dádiva halal» obligatoria a todos los productos europeos exportados hacia Argelia. No se limita a productos cárnicos o alimentos susceptibles de contener ingredientes prohibidos según la religión islámica, sino que extiende la obligación a productos tan diversos como lácteos, galletas, aceites o incluso alimentos para bebés. Este mecanismo no tiene sustento teológico sólido, según expertos islámicos como Ghaleb Bencheikh, y evidencia su verdadera naturaleza: un impuesto encubierto con fines meramente financieros.

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El régimen militar argelino, conocido por su hostilidad hacia Marruecos y su insistencia en mantener una retórica beligerante, utiliza este tipo de prácticas para financiar su agenda política y perpetuar su influencia dentro y fuera del país. Los ingresos generados por esta certificación superan los presupuestos asignados a la GMP desde Argel, planteando, de esta manera, serias dudas sobre el destino final de los fondos. Todo apunta a que este dinero termina sirviendo los intereses de los clanes dominantes en el sistema argelino, en lugar de beneficiar a la comunidad musulmana en Francia.

Más allá de las cuestiones éticas y religiosas, este caso también destaca las complicidades y el silencio cómplice de ciertas autoridades francesas. Según la investigación, el Estado francés estaba al tanto de estas prácticas, pero optó por mirar hacia otro lado para no comprometer sus frágiles relaciones con Argelia, marcadas por tensiones diplomáticas, la cuestión migratoria y el terrorismo. Sin embargo, este enfoque de permisividad y tolerancia ha permitido al régimen argelino extender su control y manipular instituciones religiosas en suelo extranjero.

Este escándalo no debe analizarse como un caso aislado. Es parte de un patrón más amplio de instrumentalización de instituciones culturales y religiosas por parte del régimen argelino. Su propósito es claro: consolidar su poder y utilizar estas estructuras como herramientas para expandir su influencia, recaudar fondos y, en última instancia, fortalecer su aparato represivo. Este modus operandi perjudica tanto a las empresas europeas obligadas a someterse a este sistema corrupto como a los musulmanes de Francia, que ven cómo su fe es explotada por intereses políticos y económicos.

El caso de la Gran Mezquita de París refleja las tácticas del régimen argelino para imponer su agenda y financiar sus actividades bajo el disfraz de una causa religiosa. Este sistema erosiona la credibilidad de las instituciones religiosas y pone de manifiesto la necesidad de una respuesta firme y decidida por parte de Europa para frenar este tipo de abusos.

 

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