Rue20 español/ Málaga
Pedro I. Altamirano
Las elecciones argelinas han significado un verdadero torpedo en la línea de flotación del régimen militar totalitario argelino, por lo que significa de debilidad y agotamiento.
En efecto, tres horas antes del cierre de las urnas, la tasa de participación se cifraba en un en 24,27 % para las municipales y un 23,30% para las provinciales, según datos proporcionados por el presidente de la Comisión Electoral Independiente para las Elecciones (ANIE), Mohamed Charfi. Esto supone una clara negativa por parte de la población argelina, a participar en unas elecciones dictadas por el régimen, sin ninguna garantía democrática, con detenciones de periodistas independientes como muestra la detención y encarcelamiento de Hassan Bouras, y las prisiones repletas de activistas sociales.
Como era de esperar, Tabboune señaló a los partidos de la oposición que no han querido participar de las elecciones y a los movimientos opositores al régimen, como culpables de la baja participación, lo que reconoce de forma implícita el auge del poder opositor, y el declive del régimen.
Otro elemento significativo ha sido la apatía de la juventud argelina en las elecciones, que en su gran mayoría evitaron los colegios y prefirieron aprovechar el día festivo en parques, cafés o centros comerciales, antes que acudir a la llamada del régimen. En este sentido hay que destacar que en la actualidad, la argelina es la nacionalidad más numerosa entre los que aventuran a cruzar el Mediterráneo en balsas precarias fletadas por mafias locales rumbo a España.
Todo ello configura una situación desesperada del régimen militar que justifica las alocadas e injustificadas acciones que realiza en estos momentos como la ruptura de relaciones diplomáticas con Marruecos, el cierre del espacio aéreo y el incitar al movimiento armado del Frente Polisario a incrementar sus provocaciones a Marruecos, buscando una respuesta militar marroquí que nunca llega, para justificar su huida hacia delante.
Es de esperar que tras este rotundo fracaso electoral, que se suma a los reveses recibidos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y el descrédito internacional del Polisario, lleven al régimen a incrementar sus acciones contra un Marruecos cada vez más fortalecido en todos los campos.
Marruecos, de forma contraria a lo acontecido en Argelia, cosechó un rotundo éxito de participación en las elecciones municipales y legislativas el pasado ocho de septiembre, donde además, las provincias del sur de Dakhla y Aaiún, obtuvieron los mayores índices de participación de todo el reino. Además, el cada vez mayor reconocimiento internacional a las tesis autonomistas como solución de paz y realista apoyada por Naciones Unidas y USA entre otros muchos, y el reforzamiento de las Fuerzas Armadas Reales marroquíes, de forma especial con el reciente importante acuerdo de defensa con Israel, ponen al régimen argelino contra la espada y la pared.
Argelia solo tiene dos salidas en estos momentos. Coger el camino del suicidio llevando al país a una guerra abierta con Marruecos, siguiendo los pasos de los regímenes totalitarios en retirada a la desesperada como el caso Argentino, y perderlo todo, o bien, la dimisión en bloque del régimen, la vuelta de los militares a los campamentos, liberar a todos los presos políticos, convocar elecciones libres y democráticas. Reconocer la soberanía de Sahara, retirar el apoyo al Polisario, y llegar a un acuerdo de colaboración integral con el Reino de Marruecos.
Politólogo español
