Rue20 Español/Rabat
El secuestro de un turista español en Argelia, ocurrido el 14 de enero y que ha culminado en su traslado a Malí, ha generado una ola de críticas internacionales por la respuesta, o más bien la ausencia de ella, por parte del gobierno argelino.
Ocho días después del incidente, las autoridades y medios de comunicación argelinos mantienen un silencio absoluto, alimentando las preocupaciones sobre la capacidad del ejército argelino para garantizar la seguridad nacional y la ineficacia de su estrategia antiterrorista.
El turista español, un hombre de unos sesenta años, fue secuestrado en la región montañosa de Assekrem, cerca de Tamanrasset, por un grupo terrorista armado.
Sus acompañantes fueron liberados, mientras que el rehén fue trasladado a territorio maliense. La información, inicialmente difundida por fuentes anónimas a las autoridades españolas, detalla el secuestro con precisión, incluyendo el tipo de vehículo utilizado por los captores.
Esta precisión contrasta con la falta de comunicación oficial por parte de Argelia, que se limita a una solicitud secreta al Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM) para negar su implicación.
La opacidad del Gobierno argelino ha generado un vacío informativo que ha sido cubierto por medios españoles, que señalan la investigación del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) para identificar al grupo terrorista responsable y negociar la liberación del rehén.
El silencio de Argel, según analistas, es una muestra de la política de negación del régimen, que prioriza la imagen pública sobre la transparencia y la colaboración internacional en la lucha contra el terrorismo.
Este incidente resalta la incapacidad del ejército argelino para controlar su propio territorio, especialmente en zonas fronterizas.
La facilidad con la que los terroristas operaron, desplazándose cientos de kilómetros y cruzando la frontera con Malí sin ser interceptados, pone en duda la eficacia de las fuerzas de seguridad argelinas y sus capacidades para hacer frente a potenciales conflictos, como el hipotético enfrentamiento con Marruecos.
El caso recuerda otros secuestros de extranjeros en Argelia, como el de dos españoles y una italiana en 2011; y la trágica toma de rehenes en In Amenas en 2013, donde la actuación del ejército argelino fue fuertemente criticada por su falta de profesionalidad.
La falta de cooperación del Gobierno argelino en este nuevo caso refuerza las advertencias de varios países europeos a sus ciudadanos sobre los riesgos de viajar a Argelia, con Francia incluso marcando todo el territorio argelino como zona de riesgo en su mapa de viajes. La responsabilidad del gobierno argelino en la seguridad de los extranjeros en su territorio, queda, una vez más, seriamente cuestionada.
