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Ante el deterioro de las relaciones franco-argelinas, el ministro del Interior, Bruno Retailleau, pidió el 19 de enero el fin del acuerdo bilateral que regula las condiciones de entrada, estancia y empleo de los ciudadanos argelinos en Francia, calificándolo como «obsoleto y perjudicial» para la gestión de la inmigración argelina.
Firmado el 27 de diciembre de 1968, el acuerdo otorga un estatus especial a los ciudadanos argelinos, facilitando su entrada en Francia sin necesidad de un visado de larga duración. Según detalles revelados por la prensa francesa, este acuerdo permite a los ciudadanos argelinos establecerse libremente para realizar actividades comerciales o ejercer profesiones independientes.
Además, garantiza un acceso más rápido a permisos de residencia de 10 años en comparación con ciudadanos de otros países.
En el contexto de las tensiones entre París y Argel, el ministro francés denunció la «agresividad» de Argelia hacia Francia, afirmando que, a pesar de los esfuerzos franceses por la reconciliación, la respuesta de Argelia ha sido hostil.
Asimismo, señaló que «la dignidad francesa ha sido herida» debido a las ofensas de Argelia, abogando por medidas contundentes basadas en una relación de fuerza entre ambos países.