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domingo, diciembre 22, 2024

Marruecos, el mediador que combina diplomacia, economía y seguridad en el Sahel

 

Rue20 Español/El Aaiún

La reciente mediación exitosa de Marruecos que logró la liberación de cuatro ciudadanos franceses detenidos en Burkina Faso confirma una vez más la creciente influencia del Reino en los asuntos de seguridad del Sahel gracias a una estrategia basada en la discreción y la eficacia.

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Bajo el liderazgo de SM del Rey Mohamed VI, esta intervención marca un avance decisivo en el papel que juega Marruecos como mediador confiable y discreto en una región donde las tensiones geopolíticas y de seguridad son exacerbadas.

Este éxito diplomático no es un evento aislado, sino el fruto de una estrategia meticulosamente construida. Durante varios años, Marruecos se ha posicionado como un socio creíble en África Occidental, combinando diplomacia religiosa, alianzas económicas y experiencia en seguridad.

Este enfoque le confiere una legitimidad única. A diferencia de otras potencias a menudo criticadas por su injerencia visible, Marruecos prioriza una diplomacia discreta, pero impactante.

Se distingue por su capacidad de mantener relaciones equilibradas, tanto con las grandes potencias occidentales como con los regímenes regionales, incluso aquellos que han surgido recientemente en un contexto de golpes de estado militares.

Al optar por una postura de neutralidad activa, el Reino ha demostrado, particularmente en Mali, Burkina Faso y Níger, su habilidad para navegar con finura en situaciones políticas delicadas.

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Esta estrategia le ha permitido imponerse como un interlocutor respetado en el Sahel, especialmente en un momento en que Francia, enfrentada a una pérdida de influencia, ha retirado sus tropas del Chad, después de salidas sucesivas de Mali, Burkina Faso y Níger.

La mediación que permitió la liberación de los funcionarios franceses en diciembre de 2024 es un ejemplo elocuente.

Gracias a sus canales de comunicación con todos los actores, incluso en contextos políticamente tensos como Burkina Faso, el Reino ha demostrado una disposición excepcional para navegar en situaciones complejas.

Esta metodología también se basa en fundamentos sólidos: el Instituto Mohammed VI de Formación de Imanes promueve un Islam malikí moderado, posicionando a Marruecos como un baluarte frente al extremismo religioso.

Además, las inversiones marroquíes en los sectores bancarios y de telecomunicaciones en África Occidental refuerzan el arraigo del Reino y le permiten acompañar el desarrollo económico de sus socios, completando así sus esfuerzos diplomáticos y de seguridad.

El declive de la influencia francesa en el Sahel, ilustrado por la retirada progresiva de las tropas francesas de varios países de la región, ha dejado un vacío que Marruecos parece capaz de llenar.

Al mantenerse fiel al principio de no injerencia mientras ofrece alianzas económicas y comerciales prácticas, incluyendo un acceso estratégico al comercio mundial a través del Atlántico, el Reino se posiciona como un aliado pragmático y estable para los Estados sahelianos.

El momento de esta mediación, que se produce después del apoyo de Francia a la posición marroquí sobre el Sáhara en julio de 2024, también destaca la capacidad de Marruecos para alinear sus éxitos diplomáticos para consolidar sus alianzas. Esta sincronización muestra un alto grado de sofisticación estratégica, donde cada victoria contribuye a fortalecer la posición del Reino en la escena internacional.

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El enfoque marroquí es un modelo de compromiso a seguir en el Sahel. Ilustra que una estrategia regional eficaz no se basa únicamente en la fuerza militar o la ayuda condicionada, sino en una combinación armoniosa de legitimidad cultural, cooperación económica y pragmatismo político.

Los éxitos recientes de Marruecos en la mediación de rehenes o la promoción de la estabilidad regional ofrecen lecciones valiosas para otros actores internacionales.

En un contexto en el que el Sahel sigue marcado por desafíos de seguridad complejos, Marruecos continúa demostrando que su compromiso puede servir de modelo.

Su papel creciente no es una respuesta a las crisis inmediatas, sino una visión a largo plazo que busca transformar las dinámicas regionales en favor de la estabilidad y el desarrollo. Mientras las miradas se dirigen hacia África, Marruecos encarna una diplomacia ágil, moderna y decididamente orientada hacia el futuro.

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