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martes, diciembre 17, 2024

Sobre la boda rifeña, la ornamentación y el caballero valeroso

Rue20 Español/ Rabat

Dr. Mohamed Khattabi*

 

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La pintura de la boda rifeña

Un óleo sobre la boda «rifeña» (norte de Marruecos) que solo puede describirse como una obra maestra. Contemplar esta pintura fascinante despierta emociones profundas y sentimientos ocultos en los recovecos del subconsciente, emergiendo con esplendor, majestuosidad y belleza en la memoria. Es una comunión íntima entre el ojo y el color. Esta obra única sigue transmitiéndonos, a través de las brumas del tiempo pasado, los ecos de nuestra música rifeña ancestral e inmortal, junto con los ritmos de tambores y panderos que resuenan en los horizontes de las colinas, montañas y relieves escarpados de nuestra región. Estos ecos sobreviven aún en las soñadoras noches estivales, impregnándose profundamente en nuestras almas a pesar de la distancia y el tiempo.

El flautista apasionado y enamorado sigue inmerso en su eterna soledad, repitiendo sus melodías en la cima de TaqyyutU Chabbab, un lugar que persiste hasta nuestros días. Es una colina alta situada en el camino entre Ajdir y Alhucemas, descendiendo hacia Tara Izbiren (el manantial de las palomas). En árabe, Taqyyut U Chabbab significa «la colina del flautista». Durante la época de la presencia española en esta hermosa región del Rif, este lugar era conocido como La colina del flautista. A través del aire, llegaban las suaves voces de las jóvenes reunidas en el patio de la casa, cantando canciones románticas conocidas en la región como Izran. Estas canciones, llenas de dulzura y emoción, resonaban en los alrededores y llenaban de alegría y emoción los corazones de los asistentes y oyentes, sin importar si eran hombres, mujeres, niños, jóvenes o ancianos.

Interpretación de la pintura: la escena general

La pintura representa una escena de espectáculo durante una boda, ante la presencia del público congregado en el patio de una casa rural rifeña, conocido localmente como Azag. Se trata de una escena que incluye todos los elementos esenciales que conforman el concepto de «espectáculo rural» en esta región. Entre estos elementos destacan:

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El grupo principal: La formación musical Narrais, compuesta por cuatro jóvenes llamadas Ziwẓirin, (literalmente «ministras», damas de honor que acompañan a la novia), que se sitúan en el centro del espectáculo.
El público asistente: Sentado en el suelo, formando un círculo alrededor del escenario central.
La fogata: Encendida frente a los artistas para calentar los tambores (bendir), una acción esencial realizada por el grupo encargado de animar el espectáculo, especialmente las escenas de baile.
La iluminación: El artista centra la luz principalmente en el centro del espectáculo, destacando al grupo de jóvenes bailarinas y cantantes, quienes recitan poesías locales conocidas como Izran. Estas composiciones suelen ser espontáneas y contienen significados profundos, mensajes ocultos e insinuaciones emocionales relacionadas con el amor, el deseo y la pasión.
El farol: Un farol brillante colocado en el tejado de la casa para iluminar la escena. Este tipo de iluminación comenzó a aparecer en el Rif en la década de 1970, con el auge de la emigración hacia Europa en busca de sustento.
Las mujeres espectadoras: Se ubican detrás del círculo de hombres, junto a la puerta de la casa. Su presencia aparece en un segundo plano, con iluminación tenue, en consonancia con las tradiciones de la época en el Rif.
El padre de la novia: Vestido con su túnica y turbante, supervisa la celebración, asegurándose de que todo se desarrolle sin contratiempos.
Los invitados cercanos: Familiares y amigos más cercanos, sentados en un lugar especial dentro del espectáculo, ocupados en la preparación del té verde con menta, una parte esencial de estas festividades.
La luna llena: Brilla en un cielo despejado, indicando que el evento ocurre probablemente en verano, contribuyendo a iluminar la escena desde las alturas.

En estos momentos, las jóvenes rifeñas aprovechan para expresar libremente sus emociones y sentimientos más profundos a través de los Izran, canciones que también reflejan la vida social de la aldea y la tribu. Estas poesías, recitadas con una libertad y fluidez sorprendentes, capturan los suspiros, alegrías y reflexiones de quienes las entonan.

El profesor y amigo Farid Benqaddur nos ofreció una descripción detallada de las dinámicas y elementos de las bodas en el Rif. Además, expresó su admiración por el autor de esta magnífica pintura, el artista Abdelkader Sekkaki. Con esta obra, Sekkaki nos transporta a momentos de felicidad de un pasado memorable, reviviendo una cultura rifeña auténtica que, lamentablemente, parece estar encaminada hacia la desaparición.

Al-Mutanabbi, la ornamentación y el caballero valeroso

La celebración de esta alegre boda rifeña nos transporta a una anécdota curiosa sobre un caballero árabe valeroso que, recién casado, tuvo que atender a la demanda de la batalla para defender a su tribu y su gente. Aquí comienza la historia.

El célebre poeta Ahmad Abu al-Tayyib Al-Mutanabbi, de quien se dijo: «Llegó Al-Mutanabbi… y llenó el mundo y ocupó las mentes», expresó en un famoso verso:

«La belleza de la civilización es adquirida por la ornamentación, mientras que en la vida beduina hay una belleza innata no fabricada.»

En una ocasión, recordé este hermoso verso durante una velada con el poeta Seddik Abd-el-Karim y su hermano, el profesor Seddik Abd-el-Wahid, en una noche cálida en Alhucemas, en un café que da al hermoso litoral de la ciudad, decorado por una de las bahías más deslumbrantes del mundo. Durante esa velada, narré una historia vinculada a la palabra tatriya (que puede traducirse como «ornamentación» o «maquillaje» en la lengua moderna).

El caballero valeroso regresó a casa tras haber demostrado gran heroísmo en la batalla. Llegó inesperadamente una tarde, tras haberse apaciguado las furiosas guerras en las que había combatido. Al acercarse sigilosamente a su hogar, quiso sorprender a su esposa, quien aún era una reciente novia. Caminó lentamente hacia la entrada de la casa, con cuidado de no hacer ruido ni llamar su atención. Ella, ajena a su llegada, estaba de pie frente al espejo, «tatattaraornamentándose,(como se diría entonces). Se estaba aplicando maquillaje: coloreaba sus mejillas y rostro, delineaba sus pestañas con kohl, pintaba sus labios con un rojo vegetal y usaba un palo de siwak para limpiar sus dientes. Pasaba el palo delicadamente sobre sus labios, iluminados por una sonrisa natural y unos dientes blancos como el granizo.

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El caballero, observándola en silencio y con cierta solemnidad, dirigió estas palabras al palo de siwak con un toque de ingenio poético, mostrando la habilidad del poeta para jugar con las palabras:

«¡Felicidades, palo de siwak, por rozar sus labios!
¿Acaso no temes que te parta en dos, oh siwak?
Si hubieras sido cualquier otro, ya te habría cortado,
pero siendo siwak, te salvas de mi ira”.

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* Escritor, investigador y traductor de Marruecos, miembro de la Academia Hispanoamericana de Letras y Ciencias de Bogotá, Colombia.

(Traducido del árabe por Fikri SOUSSAN)

 

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