Rue20 Español/Casablanca
En la última década, Marruecos ha demostrado que la visión estratégica y el trabajo constante pueden transformar profundamente su economía. Un ejemplo claro de esta transformación es el crecimiento explosivo del sector automotriz, que se ha consolidado como el primer sector exportador del país. Este logro refleja el éxito de las políticas públicas marroquíes, posicionando al Reino como un actor clave en la economía global.
Inspirado por el modelo de crecimiento de España entre 1950 y 1974, Marruecos ha apostado por emular una trayectoria similar. Durante ese período, España experimentó un auge industrial marcado por la implantación de grandes constructores automotrices y un crecimiento anual promedio del 6,3 %. Hoy, Marruecos sigue una senda comparable, con resultados impresionantes en su producción automotriz.
Según Stéphane Alby de BNP Paribas, las exportaciones automotrices marroquíes se han más que triplicado en los últimos diez años, alcanzando un valor cercano a los 150.000 millones de dirhams (unos 14.000 millones de euros) en 2023. Este avance trasciende las cifras. Ha sido un pilar fundamental para fortalecer la capacidad de Marruecos de resistir choques externos, al diversificar sus fuentes de ingresos y reducir su dependencia de sectores tradicionales como la agricultura o los fosfatos.
El desarrollo de este sector no es fruto del azar. Marruecos ha invertido en infraestructura de clase mundial, zonas industriales especializadas y políticas fiscales atractivas para atraer gigantes de la industria como Renault, Stellantis y Citroën. Las fábricas de Renault en Casablanca y Tánger, por ejemplo, han producido más de cuatro millones de vehículos desde su apertura. Además, la producción automotriz del país ha superado las 500.000 unidades anuales, colocándose por delante de Hungría y Rumanía, y acercándose rápidamente a Polonia, según datos de Capital Economics.
La competitividad del sector automotriz marroquí también se beneficia de su proximidad a Europa, una mano de obra cualificada y alianzas estratégicas internacionales con actores clave como España y Estados Unidos. Este ecosistema ha permitido a Marruecos atraer inversiones extranjeras y, además, consolidarse como un hub confiable en la cadena de suministro global.
Pero el impacto no se limita al comercio exterior. Este auge ha generado decenas de miles de empleos y ha fomentado la transferencia de tecnología, permitiendo a las empresas marroquíes integrarse en cadenas de valor más avanzadas. A esto se suma un impulso hacia la sostenibilidad, con proyectos de vehículos eléctricos y tecnologías limpias que alinean al sector automotriz con las prioridades globales de transición energética.
A pesar de los desafíos recientes, como la sequía que afectó al sector agrícola, la economía marroquí muestra signos alentadores. Analistas como James Swanston de Capital Economics proyectan un crecimiento económico del 5 % para 2025 y 2026, impulsado por la baja inflación, una política monetaria flexible y un sector manufacturero en plena expansión.
La industria automotriz es ahora uno de los motores principales de la economía marroquí, pero también un modelo de cómo una estrategia bien articulada puede transformar un sector en un corto período. Marruecos exporta mucho más que automóviles: lleva al mundo innovación, confianza y una visión moderna de desarrollo económico.
El reto ahora es mantener este ritmo. La competencia global es feroz, y el sector deberá adaptarse continuamente a los cambios tecnológicos y las demandas del mercado. Sin embargo, si algo ha demostrado Marruecos en los últimos años, es que cuando se combina planificación estratégica con ambición, no hay límites para lo que se puede lograr.
Bajo el liderazgo visionario de SM el Rey Mohamed VI, Marruecos ha puesto en marcha los motores de sus fábricas, impulsando a la vez su economía y el corazón de su desarrollo nacional. El Reino avanza con determinación en la carretera de la modernización y la prosperidad, consolidando su industria automotriz como un modelo de éxito y una referencia para los países emergentes.