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El Abbas Tahri Joutey Hassani
La política exterior francesa en el continente africano y el Magreb ha experimentado profundas transformaciones, con el declive de su influencia histórica frente al auge de nuevas potencias y el creciente rechazo de los países africanos a las intervenciones extranjeras.
Estos cambios han llevado a París a aferrarse a Marruecos como aliado estratégico, ya que es uno de los pocos que aún mantiene relaciones fuertes y estables con Francia, según un informe publicado por el periódico Afrik, especializado en asuntos africanos.
Según la misma fuente, Francia ha sufrido una serie de reveses en los últimos años en la región del Sahel, donde se ha visto obligada a retirar sus tropas de Malí, Burkina Faso y Níger bajo la presión de los regímenes militares que han llegado al poder.
Estas decisiones se produjeron tras las protestas populares que exigían la recuperación de la soberanía nacional y el rechazo a las políticas de seguridad francesas, calificadas de fallidas.
En cambio, el informe señala que Marruecos se presenta como una excepción en el continente, ya que Rabat ha mantenido relaciones amistosas con París, impulsadas por intereses comunes, entre los que destaca la cuestión del Sáhara marroquí.
Francia apoya el Plan de Autonomía marroquí para el Sáhara, una medida que ha provocado el malestar de Argelia y ha exacerbado las tensiones regionales.
Lo que impulsa a Francia a aferrarse a sus alianzas con Marruecos es la continuación de los acontecimientos que no favorecen los intereses de París en África.
El informe señala que Chad, que era el último bastión de la influencia francesa en el Sahel, ha anunciado recientemente la rescisión del acuerdo de defensa con París, un hecho que los observadores califican de duro golpe para Francia, que ha perdido un pilar fundamental para su presencia militar en la región.
El informe también destaca los acontecimientos relacionados con la presencia francesa en Senegal, donde el presidente Macky Sall ha anunciado el cierre de las bases militares francesas, insistiendo en la necesidad de respetar la soberanía nacional.
Esto ha sorprendido a París, ya que Senegal es uno de los países africanos históricamente más cercanos a Francia.
En este contexto, resulta evidente que Francia depende cada vez más de Marruecos para mantener lo que queda de su presencia diplomática y económica en el continente.
El informe señala que la asociación marroquí-francesa se basa en inversiones conjuntas en diversos ámbitos, como la energía y la economía; además de la coordinación en materia de seguridad para hacer frente a los retos comunes.
Sin embargo, el informe añade que la dependencia francesa de Marruecos no está exenta de desafíos; ya que Marruecos exige a París un mayor apoyo en los foros internacionales, especialmente en lo que respecta a la cuestión del Sáhara marroquí.
Esto sitúa a Francia en una posición delicada entre su deseo de reforzar su relación con Rabat y el de mantener otras relaciones en la región, especialmente con Argelia.
Otros factores también desempeñan un papel importante en el afán de Francia por mantener sus alianzas con Marruecos.
El informe de Afrik señala el auge de potencias como China y Rusia en África, lo que complica la situación para Francia; ya que estos países ofrecen asociaciones económicas y de seguridad alternativas sin las condiciones políticas tradicionales; lo que los hace atractivos para los países africanos que buscan diversificar sus socios más allá de la influencia francesa.
Ante estos desafíos, Francia parece ver en Marruecos un aliado estratégico en el que puede confiar para reposicionarse en el continente.
Sin embargo, el éxito de esta apuesta depende de la capacidad de París para lograr un equilibrio entre sus intereses en Marruecos y sus intereses más amplios en África, según el informe mencionado.