RUE 20 Español – RABAT
El escritor franco-argelino Boualem Sansal, conocido por su valentía al criticar las atrocidades del régimen militar argelino y el avance del islamismo radical en Europa, se ha convertido en el último símbolo de la represión brutal de Argel. Su encarcelamiento, un acto de venganza contra la libertad de expresión, no solo desenmascara la naturaleza autoritaria del régimen argelino, sino que también evidencia la incapacidad de la comunidad internacional para actuar con coherencia.
El caso Sansal plantea preguntas incómodas. ¿Dónde están esas «organizaciones defensoras de los derechos humanos» que rápidamente condenan cualquier acción en defensa de la marroquinidad del Sahara, pero permanecen calladas frente a un encarcelamiento tan flagrante como el de Sansal? Este silencio ensordecedor, especialmente por parte de Amnistía Internacional, que ni siquiera menciona el caso en sus informes más recientes, no solo decepciona, sino que también erosiona su credibilidad ante una opinión pública que percibe su parcialidad.
Mientras tanto, la hipocresía del régimen argelino es evidente. Sus líderes envían a sus hijos a universidades europeas y acuden a hospitales franceses para recibir tratamiento médico, mientras mantienen a su propio pueblo bajo un sistema represivo y corrupto. Este contraste entre la opulencia de una élite y la opresión de la mayoría resalta el cinismo de un Estado que no duda en utilizar la represión como herramienta de control y diplomacia.
La diputada francesa Marion Maréchal lo definió con claridad: «Argelia se comporta como un Estado canalla». Es hora de que la Unión Europea y sus Estados miembros respondan con firmeza. Medidas diplomáticas y económicas contundentes son necesarias para presionar por la liberación inmediata de Sansal. La inacción no solo traiciona los principios democráticos, sino que también envía un mensaje peligroso de tolerancia hacia quienes pisotean los derechos humanos.
Sansal, quien una vez escribió que «el nombre de nuestro país, Argelia, se ha convertido en sinónimo de terror», podría añadir desde su celda que «Europa se ha convertido en sinónimo de cobardía». Este caso es un claro un desafío para Argelia, y almismo tiempo una prueba para la comunidad internacional, que debe demostrar que los derechos humanos son un principio irrenunciable y no un instrumento de conveniencia política. La liberación de Sansal es una cuestión de justicia, coherencia y dignidad para todos los que creen en la libertad.