Rue 20 Español – Rabat
El régimen militar argelino, conocido por su política exterior basada en la provocación y la desestabilización, ha vuelto a mostrar su incapacidad para enfrentar los retos internos y externos de manera constructiva. En un movimiento que refleja desesperación más que estrategia, Argel intenta desviar la atención de sus fracasos internos fabricando conflictos imaginarios en su cruzada obsesiva contra la integridad territorial de Marruecos.
La invención de una supuesta «República del Rif» no es más que un eco vacío en la sala de maniobras de un régimen que se niega a aceptar la realidad. Tras décadas de esfuerzos fallidos para promover al Polisario como una fuerza creíble en la escena internacional, Argel recurre ahora a tácticas aún más burdas: inventar movimientos separatistas sin arraigo, sin legitimidad y, lo que es más significativo, sin base social. Este último intento se limita a alimentar narrativas que no encuentran eco más allá de los pasillos del Palacio de la Mouradia.
La elección del Rif marroquí como eje de esta nueva ofensiva mediática resulta, además, irónica y desatinada. Esta región, con una rica historia de resistencia contra las potencias coloniales y una lealtad inquebrantable a la Monarquía Alauí y a la unidad nacional marroquí, representa justamente lo opuesto a los valores separatistas que intenta promover Argel. Pretender dividir una región que ha sido pilar de la unidad marroquí es una muestra más de la desconexión del régimen argelino con la realidad.
Este tipo de iniciativas solo busca mantener viva la retórica beligerante de Argelia contra Marruecos, mientras ignora sus propias crisis internas. Con un pueblo que enfrenta desafíos económicos, sociales y políticos, el régimen argelino parece más interesado en fabricar enemigos externos que en resolver las necesidades de su población. Las políticas de gasto excesivo en propaganda y apoyo a movimientos separatistas son un lujo que Argelia no puede permitirse, especialmente en un momento en el que su credibilidad internacional está en declive.
Lejos de afectar a Marruecos, estas maniobras sirven únicamente para resaltar el aislamiento y la falta de visión estratégica de Argelia. Marruecos, por su parte, continúa consolidando su posición internacional, logrando un apoyo creciente a su propuesta de autonomía para el Sáhara, reconocida como una solución pragmática y sostenible.
El intento de Argelia de instrumentalizar el nombre del Rif es un acto de desespero y una ofensa a la historia marroquí. La integridad territorial de Marruecos no se negociará ni se verá afectada por las fantasías de un régimen que ha perdido el rumbo y la credibilidad en su búsqueda de conflictos ficticios. La verdadera pregunta que debe hacerse Argelia no es cómo desestabilizar a Marruecos, sino cómo encontrar un camino hacia la estabilidad y el desarrollo para su propio pueblo.
Como acertadamente señaló un reconocido experto marroquí en política internacional, originario del Rif, en un artículo sobre este tema: “Parturient montes, nascetur ridiculus mus”, una expresión que ilustra de manera inmejorable el carácter absurdo de esta maniobra.