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El pueblo marroquí celebra este lunes, con alegría y orgullo, el 69º aniversario de la Fiesta de la Independencia, un gran día que coronó una larga lucha nacional para defender la unidad, la soberanía y las constantes del país, gracias a una perfecta simbiosis entre el Trono y el pueblo. Grabada en los anales de la historia del Reino y en los corazones de todos los marroquíes, la Fiesta de la Independencia es una ocasión para recordar el contexto histórico de este grandioso evento que marca el triunfo de la voluntad común del Trono y del pueblo, comprometidos codo con codo en una batalla de larga duración para liberar al país del yugo colonial y sentar las bases de un Marruecos independiente, prometido a un futuro brillante.
Momento culminante de esta lucha nacional por la independencia, la visita histórica realizada por el padre de la nación y héroe de la liberación, el difunto SM Mohammed V, a Tánger en abril de 1947, vino a confirmar el apego de Marruecos, Rey y pueblo, a su libertad, a su integridad territorial y a su identidad.
Una de las mayores realizaciones del movimiento nacional fue el paso, a principios de la década de 1930, al activismo político para reavivar el sentimiento patriótico en todas las capas de la sociedad marroquí, especialmente entre los jóvenes. El movimiento nacional también se esforzó por dar a conocer la causa marroquí en la escena internacional, lo que sumió en el desconcierto a las autoridades coloniales, que respondieron con medidas represivas para matar de raíz el proyecto de independencia elaborado en estrecha coordinación con el padre de la nación, el difunto SM Mohammed V.
A pesar del exilio impuesto por el colonizador al difunto SM Mohammed V y a la Ilustre Familia Real, primero en Córcega y luego en Madagascar, el impulso de la lucha nacional no decayó, sino que, por el contrario, dio lugar a un levantamiento general en todas las ciudades y pueblos de Marruecos.
Todo el territorio nacional fue escenario de numerosas batallas heroicas y levantamientos populares que encarnaron la resistencia del pueblo marroquí contra la presencia extranjera y la dominación colonial. Cabe mencionar, a este respecto, las batallas de El-Hri, Anoual, Bougafer, Djebel Baddou, Sidi Bou Othmane, así como el levantamiento de las tribus de Aït Baâmrane, de las provincias del Sur y otras epopeyas históricas que vieron a los resistentes infligir duras derrotas a las fuerzas coloniales.
La Revolución del Rey y del Pueblo, el 20 de agosto de 1953, representa otro momento de cohesión nacional y de lucha valiente del pueblo marroquí, unido tras su Soberano. Para las nuevas generaciones, es una ocasión para medir la magnitud de los sacrificios realizados por sus antepasados para que el país se liberara del yugo colonial y recuperara su independencia. A su regreso del exilio, el 16 de noviembre de 1955, el difunto SM Mohammed V anunció el fin del protectorado francés y el inicio de la era de la libertad y la independencia, calificando esto de paso de la «pequeña lucha» (Al Jihad al-asghar) a la «gran lucha» (Al Jihad al-akbar) y sellando así el triunfo de la Revolución del Rey y del Pueblo.
Punto de inflexión en la historia de Marruecos, la independencia representó una victoria rotunda que coronó la lucha encarnizada y multiforme de toda una nación contra la colonización impuesta desde el 30 de marzo de 1912. Comenzó entonces una nueva era, marcada por las reformas emprendidas por el difunto SM Mohammed V en todos los sectores vitales, con el objetivo de construir un Marruecos moderno y garantizar su integridad territorial.
Siguiendo la senda trazada por su augusto padre, el difunto SM Hassan II dirigió la batalla por la culminación de la unidad territorial de Marruecos con la recuperación de Sidi Ifni el 30 de junio de 1969, seguida de la recuperación de las provincias del Sur gracias a la Marcha Verde, el 6 de noviembre de 1975. Paralelamente, el difunto SM Hassan II se dedicó a la construcción del Estado de derecho y las instituciones y a la consolidación de la democracia. Hoy, bajo el reinado de Su Majestad el Rey Mohammed VI, que Dios le asista, Marruecos está experimentando una dinámica de modernización integral, con prioridades como la defensa de la integridad territorial del Reino, la consecución de un desarrollo socioeconómico sostenible que garantice una vida digna a todos los ciudadanos y la promoción del elemento humano como eje de las políticas económicas y sociales.
La celebración de la Fiesta de la Independencia es una oportunidad para repasar las páginas gloriosas de la historia de Marruecos, jalonadas de actos heroicos y sacrificios en defensa de los valores sagrados de la Nación. Es también una oportunidad para extraer las enseñanzas que se desprenden de este acontecimiento histórico, a fin de arraigar el espíritu de ciudadanía en las nuevas generaciones, llamadas a emprender otra lucha, igualmente fundamental, para preservar los logros democráticos y consolidar la integridad territorial del país.