Rue20 Español/ Mohammadia
Toufiq Slimani
Las formas son importantes, pero no reflejan a veces el fondo de las cosas. Marruecos y España siguen manteniendo las formas diplomáticas. Hay un intercambio de felicitaciones, buenas palabras y mensajes indirectos.
Sin embargo, en el fondo nada ha cambiado. Las relaciones bilaterales entre Rabat y Madrid siguen tocadas desde la entrada clandestina y bajo identidad falsa del presunto líder del Polisario, Brahim Gali, el 18 de abril pasado a España.
Las heridas aún siguen abiertas entre España y Marruecos a seis meses del estallido de la crisis desatada por la Moncloa. Los dos Reinos tienen que saber curar las heridas sin riesgo de cicatrices.
Ahora la diplomacia hispano-marroquí está llamada, primero, a curar las heridas abiertas por el llamado «Caso Gali», y, segundo, a evitar el riesgo de cicatrices. Éstas últimas son un gran escollo entre Rabat y Madrid. Las cicatrices son las verdaderas causas de las crisis cíclicas entre ambos Reinos.
Las crisis diplomáticas forman parte del paisaje entre ambos países, también estas mismas crisis podrían convertirse en unas oportunidades.
Marruecos a dado en agosto pasado señales positivas de convertir la crisis en una oportunidad. Primero, Marruecos autorizó la recepción de 55 menores marroquíes no acompañados expulsados por España desde la ciudad ocupada de Ceuta. Segundo, el Rey Mohammed VI envió unas señales positivas y amistosas a España en su discurso con motivo del 68 aniversario de la Revolución del Rey y del Pueblo el 20 de agosto 2021.
Mensajes que no fueron interpretados de la mejor manera en España y la Unión Europea. Un mes después, precisamente el 29 de septiembre 2021, el Tribunal General de Europa emitió un fallo raro que anuló los acuerdos de pesca y comercio entre Rabat y Bruselas.
Después, la Unión Europea tardó en tomar la decisión de recurrir el fallo ante el Tribunal de Justicia Europeo. El discurso del Rey de Marruecos con motivo del 46º Aniversario de la Marcha Verde, el pasado 6 de noviembre, fue claro y decisivo, afirmando que la marroquinidad del Sáhara es indiscutible e innegociable. También, aseguró que Marruecos no aceptará ningún acuerdo ni convenio que no abarca el Sáhara.
Marruecos sigue manteniendo la cooperación de Seguridad e inteligencia, empresarial y económica con España. Pero algunas fuentes hablan de que Rabat «bloquea la repatriación de los menores llegados en mayo a Ceuta». Otras fuentes hablan de la vuelta de miles de menores voluntariamente a Marruecos.
España arrancó en agosto pasado la operación de la devolución de los menores marroquíes desde Ceuta al lado marroquí. Logró expulsar a 55 menores. Luego la Justicia español frenó la operación. El Gobierno español no tuvo más remedio que aceptar la decisión judicial y pedir ayuda burocrática a Marruecos para justificar las expulsión.
«Rabat no ha respondido a las solicitudes de información sobre la situación sociofamiliar de cada menor, un trámite fundamental para ejecutar cualquier repatriación. Sin la colaboración de Marruecos, el despliegue de recursos prometido por el Ejecutivo de Pedro Sánchez (medios materiales, fiscales, intérpretes y funcionarios) para enviar a los menores de vuelta a su país es papel mojado», informó El País basándose en fuentes conocedoras del proceso.
«No había en el Ejecutivo grandes expectativas de completar muchos expedientes, pero con lo que no se contaba es con un bloqueo en su fase inicial», señala la misma fuente.
El Gobierno español no sólo pide a Marruecos informes sobre los menores/ candidatos a expulsar, también necesita la documentación de los menores marroquíes y expulsados.
«El Gobierno tiene especial interés en que Rabat remita los informes sobre las 55 reagrupaciones familiares o tutela por los servicios de protección que se ejecutaron en agosto. Es parte de la defensa del Estado ante posibles procedimientos penales a los que se enfrenta. Tampoco aquí consta una respuesta», concluyó El País.
Todos estos elementos confirman que España y Marruecos todavía no han pactado los pilares de la nueva etapa diplomática inédita. Sin curar las heridas y saber gestionar las cicatrices resulta difícil pasar por alto el Caso Gali y sus consecuencias, para no decir imposible.