Rue 20 Español / Rabat
La reciente reelección de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos marca un hito para Marruecos y su causa nacional. La felicitación enviada por Su Majestad el Rey Mohamed VI es mucho más que un gesto protocolario: es un testimonio vivo de la relación bilateral excepcional que floreció durante su primer mandato y que se fortaleció con un hito histórico para Marruecos.
La declaración del Soberanosobre el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sahara subraya la gratitud eterna del pueblo marroquí y el profundo cambio que este respaldo significó para la diplomacia del país.
Este acto “formó un punto de inflexión que refleja la profundidad de nuestra relación especial”, en palabras del monarca, y abre puertas hacia una mayor cooperación estratégica.
La postura de Estados Unidos sobre la soberanía de Marruecos en el Sahara representa un logro diplomático de grandes proporciones y responde, además, a una lógica de estabilidad en el norte de África. Durante la administración Trump, Washington no dudó en reconocer la importancia de un Sahara marroquí para la paz en la región y la integridad territorial de Marruecos como un pilar esencial de la seguridad en el Magreb. Ahora, el regreso de Trump podría significar una oportunidad renovada para reforzar este apoyo en escenarios clave, desde el Consejo de Seguridad de la ONU hasta posibles avances en el establecimiento del esperado consulado estadounidense en Dajla.
No obstante, según analistas políticos nacionales, la prudencia debe ser el tono predominante: si bien la administración anterior mostró un apoyo sin precedentes, Marruecos necesita mantener su enfoque estratégico y calibrado.
La relación entre Marruecos y Estados Unidos no se limita a gestos aislados; es la consagración de una diplomacia sólida que, bajo la visión clarividente de Su Majestad el Rey Mohamed VI, se amplía hacia una cooperación de largo plazo con las grandes potencias.
Marruecos ha consolidado sus relaciones en África y en todo el mundo, tejiendo una red de alianzas globales que refuerzan su posición estratégica. La reciente reelección de Trump, por tanto, no debe ser vista como la única vía de refuerzo a la cuestión del Sahara, sino como un pilar adicional que potencia la estrategia ya en marcha.
El regreso de Trump brinda también una oportunidad para que Estados Unidos refuerce su papel fundamental en la contención de cualquier maniobra desestabilizadora, especialmente en un momento en que el régimen argelino persiste en una actitud abiertamente hostil y provocadora contra la integridad territorial de Marruecos. Con una visión realista y basada en intereses compartidos, Trump demostró ser un líder dispuesto a reconocer y actuar frente a las realidades del Magreb, algo que, si se retoma, podría servir de modelo para que otros países sigan el mismo camino y apoyen la propuesta de autonomía marroquí como la solución más viable y justa.
El reconocimiento de Estados Unidos sobre el Sahara marroquí es un precedente histórico que no se puede ignorar. Más allá de la figura de Trump, este apoyo ha sentado las bases para una relación que trasciende administraciones y se inserta en una política a largo plazo en beneficio de la estabilidad regional. La elección de Donald Trump, por lo tanto, representa una oportunidad para Marruecos, no solo para avanzar en la cuestión del Sahara, sino también para consolidar una alianza estratégica que puede marcar una era de cooperación renovada entre ambos países.