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viernes, noviembre 22, 2024

La intervención iraní en la ONU sobre el Sáhara marroquí: un nuevo intento de Teherán por desestabilizar la región

 

Rue20 Español/Rabat

El Abbas Tahri Joutey Hassani

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Teherán, maestro del rodeo diplomático, ha encontrado una nueva causa: el Sáhara marroquí. Zahra Ershadi, representante del régimen en la ONU, aprovechó los debates de la 4.ª Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en octubre de 2024 para pronunciar un discurso apasionado en apoyo a los separatistas del Polisario. ¿Su objetivo?

Defender a los «pobres» contra el «malvado Reino» y su «expolio» de los recursos naturales. Esta intervención se inscribe en la ofensiva política de Irán, que busca reforzar su respaldo al Polisario en una región de creciente interés para Teherán. Todo ello, mientras el país lidia con graves problemas internos y externos.

Esta provocación es una continuación lógica de las acusaciones lanzadas por Rabat en 2018, cuando Marruecos rompió relaciones diplomáticas con Teherán.

En ese entonces, el Reino acusó a Irán de brindar apoyo militar al Polisario, facilitado por la intermediación del Hezbolá libanés.

Esta intervención no solo marcó una ruptura definitiva, sino que reveló al mundo el carácter mucho más estratégico de los vínculos entre Irán, Argelia y los separatistas saharauis.

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Acusa a Marruecos de manera velada, calificándolo de «potencia ocupante». Una retórica familiar, sacada directamente del manual de relaciones entre Argelia y sus protegidos.

Teherán, en su búsqueda de protagonismo regional, se alinea con Argel en una extraña alianza, donde ambos permanecen aferrados a una diplomacia tan obsoleta como la región que codician.

En otro golpe de efecto en la ONU, Zahra Ershadi, embajadora de Irán y representante adjunta ante el organismo, pronunció un discurso abiertamente hostil hacia Marruecos, una postura habitual en Teherán. Su intervención ante la Cuarta Comisión reafirmó la «solidaridad» de Irán con la fantasmagórica RASD, mientras acusaba, sin mencionar directamente a Marruecos, de «expoliar los recursos naturales» del territorio.

Es curioso que el Polisario goce del favor de un régimen iraní que, por otro lado, no duda en manipular a las milicias islamistas en Yemen, Siria o Líbano. ¿La especialidad de Teherán? Las guerras por delegación, por supuesto. Y el Sáhara marroquí no es la excepción.

Desde la ruptura de las relaciones diplomáticas con Marruecos en mayo de 2018, debido al apoyo militar al Polisario a través de Hezbolá, Irán ha continuado alimentando una hostilidad latente contra la soberanía marroquí. Esta hostilidad vuelve a ser exhibida por Ershadi, con un fervor que, en realidad, nadie había solicitado.

Pero, como es habitual en Teherán, que disfruta inmiscuyéndose donde menos se le espera, no dejará pasar la oportunidad de presentarse como el «campeón de los pueblos oprimidos». El pequeño inconveniente es que este respaldo iraní va de la mano con el de Argelia, recordándonos que este dúo geopolítico sigue tan sincronizado como siempre.

Sin embargo, Marruecos, respaldado por una amplia coalición internacional, sigue enfrentando estas maniobras con la misma determinación. Mientras Teherán y Argel se aferran a escenarios obsoletos, Rabat continúa sus esfuerzos para consolidar su soberanía inalienable sobre sus Provincias del Sur, con el creciente apoyo de países árabes y africanos, sin olvidar a grandes potencias como Estados Unidos y Francia. En resumen, Irán puede seguir avivando las brasas; Marruecos, por su parte, sigue avanzando.

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