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viernes, octubre 18, 2024

El contencioso del Sáhara: Argelia debe aceptar el sentir mayoritario de la Comunidad Internacional para la solución del conflicto

 

Rue20 Español/Nueva York

Rafael Esparza Machín*

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La marroquinidad del Sáhara es un hecho indiscutible. Está ampliamente aceptada por la comunidad internacional, como lo demuestra la apertura de 32 Consulados Generales en El Aaiún y Dajla sumándole el apoyo explícito de más de 115 países a la iniciativa de autonomía bajo soberanía marroquí, como única solución a este contencioso regional.

Tras el reconocimiento por parte de los Estados Unidos de América de la plena soberanía de Marruecos sobre el Sáhara, esta dinámica internacional ha continuado con el apoyo de numerosos países de todo el mundo y con la reciente decisión de Francia de apoyar la soberanía marroquí sobre el Sáhara.

Mi país, España, antigua potencia colonial del Sáhara, apoya, al igual que muchos otros países europeos, la iniciativa marroquí de autonomía como única base para poner fin a este conflicto artificial. La soberanía de Marruecos sobre su Sáhara es, por tanto, también un hecho indiscutible.

Todas estas evoluciones se basan en los derechos históricos de Marruecos sobre el Sáhara, pero también en la dinámica irreversible que experimenta la región sobre el terreno, en particular la puesta en marcha del nuevo modelo de desarrollo de las provincias del sur, dotado de un presupuesto billonario, añadiéndole las iniciativas reales sobre la fachada atlántica, la apertura de los países del Sahel y el gaseoducto Marruecos-Nigeria, destinadas a consolidar la región del Sáhara marroquí como plataforma de paz, estabilidad y codesarrollo en las zonas atlántica, sahariana, africana y mediterránea.

Al mismo tiempo, la mayoría de los estados miembros de la ONU no reconocen la pseudo “rasd”, y apoyan el proceso político, bajo la égida exclusiva de la ONU, como única vía para alcanzar una solución política definitiva al contencioso regional sobre el Sáhara.

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A este respecto, quiero subrayar que la “pseudo rasd” no es más que una emanación de los intereses geopolíticos y de la agenda hegemónica del país, Argelia, que acoge los campamentos de Tinduf. No tiene territorio, población ni gobierno. La gran mayoría de la población saharaui vive en el Sáhara marroquí, donde participa activamente en el desarrollo y la vida democrática de la región a través de sus representantes locales electos, algunos de los cuales se encuentran hoy entre nosotros y que también participan en los trabajos del Comité de los 24.

Mientras que la población que vive en los campamentos, no tiene siquiera la consideración de refugiados, por no querer tener un censo fiable, por la oposición del polisario y del país anfitrión, pues quedaría demostrado que la mayoría de los habitantes de los campamentos, no están, ni estuvieron en el censo español de 1974, sino que son una amalgama de personas procedentes de Argelia, Mauritania, Mali y Marruecos, cuyo número fluctúa de forma arbitraria e interesada en seguir recibiendo ayuda internacional.

Por otra parte, el “polisario” no tiene ningún estatuto ni legitimidad. Está instalado y mantenido por el estado anfitrión de los campamentos de Tinduf, cometiendo las peores violaciones de derechos humanos para sofocar la disidencia en los campamentos, a la vista de todo el mundo, lo cual cada vez es más constatable gracias al uso de los teléfonos móviles. Esta situación es trágica y requiere una acción urgente por parte de la ONU y sus agencias especializadas para hacer que Argelia respete sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario.

El creciente apoyo a la soberanía marroquí del Sáhara y la referencia de las resoluciones del consejo de seguridad a la necesidad de alcanzar una solución definitiva al contencioso regional sobre el Sáhara confirman la desaparición definitiva de las teorías separatistas, en las que solo siguen creyendo el “polisario” y su país de acogida.

Frente a este impulso inexorable, el “polisario” y su país de acogida se han encerrado en una estrategia de huida permanente hacia delante. Prueba de ello es que, hoy en día, solo Argelia ha expresado su oposición a la iniciativa de autonomía.

La obstinación de Argelia en negarse a comprometerse de buena fe en el proceso político está retrasando la solución definitiva del contencioso regional sobre el Sáhara marroquí, manteniendo como rehenes a los habitantes de los campamentos de Tinduf e hipotecando el futuro de los pueblos de la región. Impidiendo la construcción del gran Magreb árabe que tanto interesa al bienestar de los pueblos norteafricanos, a los intereses de la Unión Europea, de la Unión Africana y de las Naciones Unidas.

*Rafael Esparza Machín es presidente de ACAMA, profesor universitario de la ULPGC y experto en el Magreb.

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