Rue20 Español/ Rabat
La candidatura de Marruecos para obtener una de las plazas no permanentes en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas está ganando fuerza, gracias al papel cada vez más relevante que desempeña el país en el tablero político internacional. A lo largo de los últimos años, Marruecos se ha consolidado como un actor clave en la búsqueda de soluciones a los desafíos mundiales. Desde la crisis climática y la seguridad hasta el terrorismo, el desarrollo económico y la cooperación multilateral, el país ha demostrado un liderazgo notable. Su influencia se extiende a África, Europa y América Latina, donde ha forjado alianzas estratégicas y promovido una visión de desarrollo inclusivo y paz duradera.
El compromiso de Marruecos con la estabilidad y la paz en África es una de las cartas más fuertes en su candidatura. El país ha desempeñado un papel activo en misiones de paz de la ONU, desplegando tropas y ofreciendo apoyo logístico en regiones afectadas por conflictos, como la República Centroafricana y el Congo. Estas contribuciones, reconocidas por la comunidad internacional, destacan su capacidad para actuar como un garante de estabilidad en un continente frecuentemente marcado por tensiones políticas crónicas.
En el ámbito de la diplomacia, Marruecos ha actuado como un puente entre el Norte y el Sur, uniendo los intereses de África y Europa y posicionándose como un interlocutor clave en el diálogo global. Gracias a su diplomacia económica y cultural, el país ha fortalecido su presencia en la escena internacional, estableciendo acuerdos comerciales, promoviendo proyectos de infraestructura y fomentando la cooperación energética en África. Este enfoque ha permitido a Marruecos no solo ganar influencia en la región, sino también reforzar su candidatura para asumir un rol más destacado en las instituciones multilaterales.
El apoyo de Marruecos a la cooperación Sur-Sur también ha sido un elemento distintivo de su política exterior. El país ha demostrado un potencial significativo para extender sus éxitos africanos hacia América Latina. Marruecos ha jugado – y sigue jugando – un papel estratégico en la promoción de inversiones en infraestructura, agricultura y energías renovables en África, consolidándose como un socio confiable y visionario para el desarrollo sostenible.
Frente a competidores como Sudáfrica y Egipto, Marruecos presenta una candidatura sólida y bien posicionada. A diferencia de Sudáfrica, cuyas posiciones en ocasiones han generado divisiones en el seno de la Unión Africana, y Egipto, cuya política exterior ha estado marcada por una postura más conservadora y centrada en sus propios intereses regionales, Marruecos ha optado por una diplomacia pragmática y orientada a resultados. Esto refuerza la percepción de Marruecos como un actor multilateral comprometido, en contraposición a la postura más regionalista de Egipto. Su capacidad para construir puentes y fomentar el consenso lo convierte en un candidato atractivo y confiable para una plaza en el Consejo de Seguridad.
Pero si hay un factor clave en esta ascendente trayectoria de Marruecos en la escena global, es sin duda su monarca. El Rey Mohamed VI ha sido el motor detrás de estos avances. Su liderazgo visionario y audaz ha guiado al país en su proceso de modernización y apertura al mundo. Bajo su dirección, Marruecos ha dado pasos agigantados en áreas clave como la economía, la seguridad y la diplomacia. El Rey ha demostrado una notable capacidad para anticiparse a los desafíos y actuar con determinación y sabiduría, lo que ha consolidado a Marruecos como un referente de estabilidad y desarrollo.
El liderazgo de Mohamed VI no solo ha transformado el panorama interno del país, sino que ha elevado a Marruecos como un actor global influyente. Su visión de un Marruecos fuerte y próspero, respaldado por un pueblo resiliente y comprometido, ha sido clave para el éxito de la política exterior del país. Marruecos avanza con fuerza y dignidad, guiado por un liderazgo que ha sabido equilibrar las tradiciones del reino con las exigencias del siglo XXI.
Una de las políticas más emblemáticas fue su decisión de impulsar proyectos como el Puerto de Tánger-Med, la línea de tren de alta velocidad Al Boraq, el megaproyecto del Puerto de Dajla, y ha promovido inversiones en energías renovables, incluyendo la Planta Solar Noor en Ouarzazate. Además, ha promovido el Gasoducto Marruecos-Nigeria, un proyecto estratégico destinado a transportar gas natural desde Nigeria a Marruecos y Europa, lo que fortalecerá la seguridad energética y fomentará el desarrollo económico en la región.
Con un Rey visionario al frente y un enfoque estratégico en las relaciones internacionales, Marruecos se posiciona como un firme candidato para una plaza en el Consejo de Seguridad de la ONU, preparado para desempeñar un papel decisivo en la construcción de un futuro más estable y sostenible para el mundo.
No se trata solo de una candidatura, sino de un reconocimiento global al papel transformador que Marruecos ha jugado en los últimos años, algo que pocos hubieran imaginado hace tan solo una década.Y como bien diría el difunto SM el Rey Hassan II: “Marruecos continuará sorprendiendo”.
