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sábado, noviembre 23, 2024

D’esamparo

Rue20 Español/Benalmádena

Marcos Antonio López Zaragoza*

 

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Hace unos meses llegó a mis manos una pequeña joya desconocida, una recopilación antológica titulada D’esamparo escrita por el politólogo, poeta, dramaturgo y escritor malagueño Pedro Ignacio Altamirano. Aún sin conocerlo personalmente, ya su apellido lo delataba de ser alguien especial o proveniente de buena estirpe, de hecho su apellido es muy común en Argentina y México gracias a los conquistadores españoles, que quizás impresionados cuando vieron en aquella época de antaño unas altas montañas que ganaban al cielo en el Nuevo Mundo y quisieron bautizarlas para la posteridad con el apellido “alta” más “mira» que daría lugar al de Altamirano.

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No obstante su padre Adeodato Altamirano Labory fue director de la fábrica de tabacos, jefe provincial de Sindicatos, diputado de la Diputación provincial de Málaga y del congreso de los diputados, además de escritor y poeta, así lo mencionaba su hijo con honor y gloria, dedicándole unas palabras en el prolegómeno del libro: A mi padre Adeodato Altamirano Labory por sumergirme en el océano de las letras. Desde un principio queda claro para el bardo la importancia del mar, el océano como a Rafael Alberti la mar, posiblemente de ahí su regusto por la Generación del 27. También me recuerda al cosmopolitismo de Henry James por ese espíritu aventurero y a Walt Whitman, por su anhelo por la paz y la igualdad de los seres humanos, como de igual modo al respeto por todos los seres vivos de la tierra.

De hecho el propio Pedro Altamirano se identifica metafóricamente con el delfín y lo iguala al mito de Ícaro, pero sin poseer alas. No es de extrañar, ya que el delfín es uno de los mamíferos más inteligentes del mundo marino. Su pasión por el mar y su entorno no solo es vocacional, sino que parece ser genética ya que su sobrina y hermano además de muchos de sus familiares disfrutan del mar como un modus vivendi.

Por otra parte, parece que su poesía quizás esté escrita para él mismo y no sea fácil de descifrar, sólo el propio poeta parece tener la llave de su mensaje, la última palabra, pero no obstante creo que es el lector el que ha de interpretar y encajar en su corazón o experiencia lo que está sintiendo y leyendo. Considero que cuantos más años vividos o más intensa experiencia haya tenido el lector mayor será su acercamiento a su poesía.

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Además de su manifiesto poético, Altamirano es defensor de la Paz y derechos de los niños siendo estos los más perjudicados y vulnerables por culpa de las guerras y conflictos siendo la educación la única herramienta para un mejor futuro de la humanidad. Como dice en su poema SurNorte: “abro los brazos e intento parar el viento, pero no puedo». El mundo no se puede detener, pero se puede cambiar y una de las armas que poseemos los escritores es la fuerza de la palabra, tema crucial que ya su padre Adeodato Altamirano alertó previamente en su poema Intelectualidad y que su hijo recoge algunos versos en su poemario:

Cuando el maquinismo voraz que nos somete,

dicte funerales por el último chispazo de intelectualidad,

nada nos habrá quedado,

sólo nuestro aislamiento,

sólo nuestra sepultura.

Otra de las temáticas, además del mar, es el paso del tiempo, la fugacidad de la vida, el amor, la naturaleza, la soledad y la libertad. Uno de mis poemas preferidos de esta antología se titula Donde nacen las olas donde se denuncia y critica la sinrazón humana y la dejadez de la mayoría de nosotros por mirar hacia otro lado, lo que me recuerda a unos de mis poemas que escribí cuando visité Melilla y recogí en mi poemario Benalmádena desde el corazón. Os dejo unos versos de este maravilloso poema de Altamirano:

Allá, donde nacen las olas, unen sus destinos ciertos.

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Estrellan su futuro contra la sinrazón humana,

orilla ensangrentada. Vida que rompen en espumas. Huida desesperada.

Muerte inerte que araña la arena en su retorno.

Impresionante poema que recoge con sutileza la crueldad del ser humano. Os invito a que leáis el poema entero y a que vengáis “a rescatarme que me ahogo en mis propias lágrimas”. Altamirano no es un mero poeta es un gran ser humano preocupado por los más débiles y como dice en su poesía:

Soy el hacedor de estrellas.

El hacedor de sueños. El hacedor de ilusiones.

Soy yo y no otro, quien colmará todos tus sueños.

Espero que el d’esamparo se convierta en amparo.

*Escritor de Benalmádena

 

 

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